La l¨®gica de la mentira
Posiblemente no hay mejor indicador del estado de salud de un sistema pol¨ªtico democr¨¢tico que la forma en que reacciona frente a la mentira. La democracia se distingue en cuanto forma de organizaci¨®n pol¨ªtica porque descansa en la palabra. Es mediante la palabra como se tiene que conseguir el apoyo ciudadano para llegar al Gobierno. Y es mediante la palabra como se tiene que dar raz¨®n de la acci¨®n de gobierno a los ciudadanos. De que la palabra no sea mendaz depende en un sistema democr¨¢tico pr¨¢cticamente todo. Cuando se falta a la verdad tanto en la fase ascendente, antes de llegar al Gobierno, como en la fase descendente, una vez que se est¨¢ gobernando, la quiebra del sistema puede llegar a ser grave o incluso muy grave.
"No es la mentira, sino la falta de reacci¨®n frente a ella la que indica que el sistema pol¨ªtico est¨¢ enfermo"
Es verdad que la mentira no puede ser erradicada a priori de ning¨²n sistema pol¨ªtico por muy bien constituido que est¨¦ democr¨¢ticamente. Nunca ha existido en el pasado ni es previsible que exista en el futuro un sistema pol¨ªtico en el que no se practique la mentira. No es, en consecuencia, la inexistencia de la mentira lo que define la democracia. Pero s¨ª la define la forma en que reacciona frente a ella. La democracia tiene que disponer de unos resortes de reacci¨®n frente a la mentira que restaure la confianza razonable que los ciudadanos tienen que tener en el valor de la palabra. Quiere decirse, pues, que no es la mentira sino la falta de reacci¨®n frente a ella la que indica que el sistema pol¨ªtico est¨¢ enfermo.
En Espa?a hemos atravesado por una situaci¨®n patol¨®gica sumamente intensa en la pasada legislatura tras la victoria por mayor¨ªa absoluta del Partido Popular en las elecciones de 2000. La seguridad en la ocupaci¨®n del Gobierno durante un periodo muy prolongado de tiempo, de la que ha dejado constancia Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar en su libro sobre los ocho a?os en La Moncloa, en el que dice expresamente que no contemplaba ning¨²n escenario en el que fuera posible que el PSOE llegara al Gobierno, llev¨® al anterior presidente del Gobierno y a su partido a la convicci¨®n de que pod¨ªa faltar a la verdad impunemente, que las cosas no eran como suced¨ªan realmente, sino como el Gobierno dec¨ªa que eran.
Hab¨ªa armas de destrucci¨®n masiva en Irak, aunque los inspectores de Naciones Unidas dirigidos por Hans Blix no las hubieran encontrado e incluso dejaran entrever que es posible que no las hubiera. No existi¨® la huelga general del 20-J de 2003, se hizo todo correctamente en la gesti¨®n del hundimiento del Prestige, se hab¨ªan identificado perfectamente a los militares muertos en Turqu¨ªa en el accidente del Yak-42. Y as¨ª sucesivamente.
Porque lo malo de la mentira, cuando se practica de manera impune, es que se extiende como una mancha de aceite y acaba afectando al funcionamiento de todo el sistema. La falta de diligencia en la conducta de las autoridades se acaba convirtiendo no en la excepci¨®n, sino en la norma.
Las distintas autoridades conf¨ªan en que el Gobierno acabar¨¢ desmintiendo que haya habido esa falta de diligencia y en que el desmentido se acabar¨¢ imponiendo como la verdad, justamente porque viene de un Gobierno frente al que no existe alternativa. De esta manera la mentira se instala en el sistema y se convierte en una suerte de c¨¢ncer que se extiende sin control.
Tenemos ejemplos. La falta de diligencia del anterior ministro de Defensa y de los altos mandos militares en el caso del Yak-42 est¨¢ en el d¨ªa de hoy plenamente demostrada, aunque se neg¨® reiteradamente durante todo el tiempo en que el PP ocupaba el Gobierno. Est¨¢ mal, pero resulta todav¨ªa explicable en t¨¦rminos pol¨ªticos, ya que el reconocimiento de falta de diligencia a un nivel tan elevado y con un coste tan alto, pod¨ªa tener unas consecuencias electorales muy gravosas. Pero ?c¨®mo explicar que se negara de manera tajante que hab¨ªa habido tambi¨¦n falta de diligencia en la operaci¨®n de salvamento de los 37 inmigrantes que murieron en Rota? ?Por qu¨¦ el Gobierno no tuvo el m¨¢s m¨ªnimo inter¨¦s en que la sociedad supiera la verdad, esto es, qu¨¦ es lo que hab¨ªa fallado, de tal manera que se dieran garant¨ªas de que se evitar¨ªa en lo posible en el futuro se pudiera repetir una tragedia de ese tipo? ?Por qu¨¦ se reaccion¨® en este caso de manera similar al del Yak-42?
Porque ¨¦sta es la l¨®gica de la mentira cuando se instala en la acci¨®n de gobierno. Se proyecta de arriba a abajo de una manera imparable. No se puede reconocer la existencia de un s¨®lo error en ning¨²n terreno. Lo hemos podido comprobar en el 15? congreso del PP, a pesar de que ahora est¨¢ en la oposici¨®n. Ni siquiera Alberto Ruiz-Gallard¨®n fue capaz de identificar un s¨®lo error concreto en su discurso de apertura del congreso y ni por eso se acept¨® su referencia gen¨¦rica a que "algo se ten¨ªa que haber hecho mal". La l¨®gica de la mentira es totalitaria. No admite fisuras. Ni a la entrada ni a la salida. Por eso, Mariano Rajoy sigue endosando al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas la mentira de las armas de destrucci¨®n masiva o afirmando que no se deb¨ªa de haber celebrado el Pleno del Congreso de los Diputados sobre el Yak-42 y calificando de "ruin" la intervenci¨®n del actual ministro de Defensa, Jos¨¦ Bono. O por eso, nadie del PP se molestar¨¢ siquiera en reconocer el error de la tragedia de las aguas de Rota.
De lo que nos libramos el 14-M fue de algo muy serio. Parece que el PP sigue sin enterarse.
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