El enigm¨¢tico amante de la gran reina de Egipto
Los estudiosos tratan de desvelar el misterio que rodea a Senenmut, el poderoso favorito de Hatshepsut
"Senenmut el insondable" lo denomina la egipt¨®loga francesa Christiane Desroches Noblecourt, mientras que el estimulante libro The seventy great mysteries of Ancient Egypt (Thames & Hudson, 2003), a cargo de un conjunto de especialistas, coloca la vida y el destino del personaje entre los mayores enigmas de la ¨¦poca de los faraones. El gran intendente de Am¨®n y mayordomo real Senenmut (alrededor de 1473 antes de Cristo-1458 antes de Cristo), un plebeyo que lleg¨® a ser el m¨¢s estrecho y poderoso colaborador de la reina Hatshepsut, y seg¨²n todas las evidencias su amante, es, en efecto, uno de los personajes m¨¢s misteriosos y fascinantes de una historia, la del Antiguo Egipto, tan rica en ellos.
Hombre valeroso, del que sabemos que pele¨® como soldado y gan¨® "el oro del valor", arquitecto, astr¨®nomo, te¨®logo audaz, cript¨®grafo, Senenmut aparece como alguien extremadamente capaz y ambicioso, que remont¨® la escala social hasta lo impensable y lleg¨® incluso a acariciar con la punta de los dedos su ¨²ltima c¨²spide (se le prepar¨® un sarc¨®fago de hechuras reales).
Su reina lo honr¨® con casi un centenar de t¨ªtulos -todo un entusiasmo- y se conservan 25 estatuas de las que se le consagraron, por no hablar de los grafitos er¨®ticos que le dedicaron los artesanos de la necr¨®polis tebana y que le muestran (seg¨²n la identificaci¨®n de los especialistas) en crudas escenas sexuales con Hatshepsut, lo que probar¨ªa que la relaci¨®n entre la reina y su cortesano era un secreto a voces (una situaci¨®n similar se repetir¨ªa con la viuda de Seti II -la reina regente Tausert- y su m¨¢s alto funcionario Bay).
Parece probable que la extraordinaria personalidad de este "hombre de Estado fuera de lo com¨²n", como lo califica el gran especialista en su figura, Peter F. Dorman, autor de The monuments of Senenmut (1986), y sus ideas est¨¦n detr¨¢s de las aportaciones innovadoras del reinado de Hatshepsut, la gran reina que ostent¨® el t¨ªtulo de fara¨®n como si fuera un hombre. A Senenmut se le atribuye la construcci¨®n del templo de Hatshepsut en Deir el-Bahari, en una de cuyas capillas se hizo retratar, una iniciativa de incre¨ªble atrevimiento.
Los investigadores, entre ellos Desroches Noblecourt con su formidable biograf¨ªa de la reina (Hatshepsut, Edhasa, 2004, ya en su segunda edici¨®n), se muestran perplejos ante este egipcio que -cosa bien extra?a en su ¨¦poca- permaneci¨® soltero y muri¨® sin progenie reconocida, aunque, eso s¨ª, enterr¨® con veneraci¨®n, momificadas, a sus dos mascotas: una peque?a yegua y un mono. Desroches Noblecourt le atribuye un hijo con la reina, Maiherpera, paje en la corte. Y resulta muy extra?a la iconograf¨ªa de Senenmut en una serie de estatuas en las que aparece en chocante intimidad junto a la princesa Neferur¨¦, hija de Hatshepsut y -oficialmente- del marido de ¨¦sta, su hermanastro idiota Tutmosis II (buena materia de culebr¨®n, sin duda, los tutm¨®sidas).
Se ha sostenido que Senenmut hubiera podido llegar a ser rey consorte, de existir esa figura en el Antiguo Egipto, y que esa relaci¨®n se sugiere en algunas estatuas feminizando al personaje como gran esposa real -incluso con pechos-, en paralelo a la masculinizaci¨®n de Hatshepsut como fara¨®n.
"Lo que sabemos de Senenmut puede dar pie a cualquier teor¨ªa", advierte el egipt¨®logo madrile?o Jos¨¦ Manuel Gal¨¢n, que excava en Tebas la tumba de un contempor¨¢neo del personaje y tambi¨¦n cortesano de Hatshepsut -aunque sin derecho a cama-, Djehuty. "Pero yo prefiero ce?irme a las fuentes y no dejar volar la imaginaci¨®n, porque ¨¦se no es mi oficio. No obstante, es incontestable que Senenmut fue alguien muy cercano a la reina, incluso f¨ªsicamente". La misma contenci¨®n muestra otro egipt¨®logo, el catal¨¢n Josep Padr¨®.
En cambio, dos voluntariosos aficionados a la egiptolog¨ªa madrile?os, Teresa Bedman y el abogado Francisco J. Mart¨ªn Valent¨ªn, acaban de publicar un entusiasta y rom¨¢ntico libro -sugieren juntar dos momias que algunos estudiosos han considerado, sin suficientes pruebas, que son las de Hatshepsut y Senenmut, "para volver a unir lo que anta?o estuvo unido"- en el que presentan como un aut¨¦ntico fara¨®n en la sombra y "rey sin corona de Egipto" al singular personaje (Senenmut, el hombre que pudo ser rey de Egipto, Oberon, 2004). Ambos encabezan, adem¨¢s, el Proyecto Senenmut, del Instituto de Estudios del Antiguo Egipto (una instituci¨®n privada), orientado a adecentar -al ser una empresa amateur no pueden, de hecho, excavar- una de las dos tumbas, la TT 353, que se hizo construir el favorito de Hatshepsut en la necr¨®polis tebana.
El destino final de Senenmut no est¨¢ claro. Hay pruebas de una damnatio memoriae, un intento de borrar su recuerdo. Desroches Noblecourt no se explica c¨®mo pudo romperse la relaci¨®n entre el cortesano y su amada reina. Para un especialista como Jean Yoyotte se trata simplemente de la suerte habitual de tantos favoritos de reyes: Senenmut, "el m¨¢s grande de los grandes", cay¨® en desgracia al hacerse fastidiosamente arrogante.
Babelia
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