La necesidad de volver a so?ar
Un libro de homenaje resalta en Granada la importancia de la poes¨ªa de Javier Egea
A los 16 a?os, un joven al que todos llamaban Quisquete comenzaba a escribir sus primeros poemas. Una tarde, al salir de su casa, se encontr¨® con un amigo de su hermana que colaboraba con una revista literaria y le pregunt¨® si podr¨ªa publicar all¨ª alguno de sus poemas. Se trataba de ?lvaro Salvador, que a¨²n conserva aquellos primeros textos.
En la d¨¦cada de los setenta Javier Egea ya ten¨ªa claro que quer¨ªa dedicarse a escribir poes¨ªa. En 1972 termin¨® su primer libro, Serena luz del viento, y lo present¨® al Premio Federico Garc¨ªa Lorca, del que result¨® finalista. En opini¨®n de ?lvaro Salvador, aquel primer poemario "era muy ingenuo, aunque ya se pod¨ªa apreciar un gran talento". Un a?o despu¨¦s Egea publica A boca de parir en la colecci¨®n Zumaya. Durante este periodo el joven conoce a la persona que m¨¢s influy¨® en su obra y en su pensamiento: el profesor Juan Carlos Rodr¨ªguez, del que adopt¨® sus ideas de la poes¨ªa como construcci¨®n ideol¨®gica.
Pero la fecha clave para la repercusi¨®n posterior de Quisquete ser¨¢ 1983. Tres poetas granadinos: el joven Egea, Luis Garc¨ªa Montero y ?lvaro Salvador, publican en los Pliegos de Barataria de la Editorial Don Quijote un manifiesto que estaba llamado a cambiar el rumbo de la poes¨ªa espa?ola del momento. Bajo el t¨ªtulo de La otra sentimentalidad los poetas defienden una poes¨ªa sin barreras, en la que la ficci¨®n pueda ser utilizada como recurso y a trav¨¦s de la cual pueda producirse una identificaci¨®n de la gente corriente con el g¨¦nero. Una patada a las torres de marfil en las que se refugian muchos poetas. La f¨®rmula se mantendr¨ªa alg¨²n tiempo, el necesario para desembocar en la corriente mayoritaria de la poes¨ªa espa?ola de los ¨²ltimos 30 a?os, la llamada Poes¨ªa de la Experiencia.
A pesar de la importancia de su obra (libros capitales como Paseo de los tristes, Troppo mare o Raro de luna) y de su influencia en la poes¨ªa espa?ola posterior, la figura de Egea permanece entre el olvido y una oscura neblina cercana al malditismo fomentada por sus frecuentes depresiones, su adicci¨®n al alcohol y su suicidio, en julio de 1999.
El pasado a?o se fund¨® en Granada la Asociaci¨®n del Diente de Oro, promovida por los poetas Javier Ben¨ªtez y Alfonso Salazar, con el objetivo de situar la obra del autor de Paseo de los tristes en "el lugar que merece". Entre sus actividades destacan la celebraci¨®n del d¨ªa de la poes¨ªa, la puesta en marcha del Premio de Poes¨ªa Javier Egea y la creaci¨®n de la colecci¨®n La Isleta del Moro que hace pocos d¨ªas present¨® su primer t¨ªtulo, Un d¨ªa feliz, un homenaje a Javier Egea en el que participan algunos de sus amigos: Consuelo de la Rubia, P¨ªo Alc¨¢ntara, Juan Mata, ?lvaro Salvador, Pere Rovira, Luis Garc¨ªa Montero, Alfonso Salazar, Mario Cuenca Sandoval, Brisa Alc¨¢ntara, Javier Ben¨ªtez, Ram¨®n Repiso, Daniel Rodr¨ªguez Moya y Mariano Maresca.
Cada uno de ellos ha prestado para la edici¨®n un manuscrito del poeta aclarando las circunstancias en las que fue escrito y c¨®mo lleg¨® a sus manos. Trece manuscritos en su mayor¨ªa in¨¦ditos que van acompa?ados de una an¨¦cdota, un espacio de tiempo compartido.
Javier Egea renunci¨® a seguir viviendo en un mundo que no le agradaba. Como afirma su hermana en el ¨²ltimo texto que presenta el libro: "Cuando acababa de cumplir cuarenta y siete a?os su alma volvi¨® a estar herida de desilusi¨®n. Por eso, quiz¨¢s convencido de que malversaba su vida en un mundo que ya no ten¨ªa sentido para ¨¦l, sinti¨® la necesidad de volver a so?ar".
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