Dos Euskadis
Conmemor¨¦ el 25? aniversario de nuestro Estatuto de Autonom¨ªa no precisamente con cuerpo de jota. Algo as¨ª como si hubiera acudido a mis bodas de plata advertida por parte de Felipe de nuestra condici¨®n de divorciados.
El Estatuto fue un acuerdo entre los vascos. S¨ª, pero quienes dirigieron la negociaci¨®n con el Gobierno de UCD ya lo han declarado muerto y enterrado. En tanto que somos "los otros" quienes seguimos empe?ados en mantener ese marco de convivencia pol¨ªtica: los que no hemos presidido ninguno de los seis gobiernos auton¨®micos ni administrado el Concierto Econ¨®mico, los que ejercemos las libertades con escolta;
Antonio Machado bien pudo referirse a las dos Euskadis: cada una temerosa de que la otra, la carlista o la liberal, le hiele el coraz¨®n. Y ambas disimulando la realidad de un coraz¨®n social que late partido. Como mi querido vecino de la vi?eta de arriba, que mientras estaba aqu¨ª necesitaba marcharse y en cuanto se marchaba a?oraba volver.
Cuando los sentimientos se encrespan es el momento de utilizar el uso de raz¨®n, aquella cosa tan seria que se recib¨ªa a los siete a?os con la primera comuni¨®n. La raz¨®n me dice que la autonom¨ªa territorial como forma de gobierno goza de buena salud. Y que el ciclo que concluye se refiere a la manera en la que se ha ejercido el poder: porque ha deparado frustraciones, incluso a los propios gobernantes nacionalistas. En 1979, ETA hab¨ªa lanzado un terrible desaf¨ªo golpista a la democracia espa?ola y a quienes no compart¨ªamos su ideolog¨ªa. Muchos cre¨ªmos que s¨®lo el PNV ten¨ªa la posibilidad de acabar con el terrorismo y confiamos en su ejecutoria democr¨¢tica. Por eso aceptamos que marcara la direcci¨®n pol¨ªtica en temas tan delicados como el euskera, la polic¨ªa, el Concierto Econ¨®mico o los derechos hist¨®ricos.
A la postre, tan solo la comunidad nacionalista percibe el af¨¢n democr¨¢tico de nuestros constantes gobernantes. Su voluntad por acabar con ETA no ha dejado de tropezar con alg¨²n "pero no de esta manera". Hoy, la acci¨®n policial y judicial ha achicado el tiempo para "un final dialogado" de la violencia etarra. Y en la comunidad nacionalista se teme que el futuro se torne revancha. Personalmente, anhelo desquitarme de los pol¨ªticos de coraz¨®n de hielo que han hecho de sus poderes estrictos privilegios partidistas.
La ¨¦pica se est¨¢ derrumbando; ya era hora. Hemos asistido a alguna baja ilustre, que no ser¨¢ la ¨²ltima. Arzalluz e Ibarretxe pertenecen al mismo pasado. V¨ªctimas colaterales de ETA; no de su acci¨®n, sino de su desaparici¨®n. Mientras, sus sucesores al frente del partido preparan el p¨¦ndulo para el cambio de sentido acorde con una ¨¦poca menos turbulenta.
Ser¨¢ bueno ese cambio clim¨¢tico de nuestro mapamundi vasco. No alterar¨¢ los sentimientos pero dar¨¢ una oportunidad al estatutismo ¨²til. Y los vascos podremos apreciar las ventajas de recuperar un pacto congelado.
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