El insulto de Ortu?o
Hay que ser insensato para, dada la unanimidad de la condena, romper una lanza por el subdelegado del Consell en Elx, Manuel Ortu?o, reo de haber agraviado a un alto cargo de su propio partido, el PP. Hay que ser insensato, digo, pero me temo que, de sumarme sin matizaci¨®n alguna al aluvi¨®n acusador, se me pondr¨ªa una cara de c¨ªnico tragaldabas, propia de los electores de George W. Bush, tan fundamentalistas ellos.
Yo admito que es reprobable, porque ni siquiera resulta ingenioso, reputar de embriagado a nadie, aunque la embriaguez haya sido reiterada -?cu¨¢ntas veces, hijo?-, si bien epis¨®dica. Es una acusaci¨®n de mal gusto e hip¨®crita, incluso en un pa¨ªs, como ¨¦ste, en el que hay m¨¢s bares que bancos en los jardines y libros en las bibliotecas p¨²blicas o privadas. Manuel Ortu?o no ha estado ciertamente inspirado y tengo la impresi¨®n de que ha cedido a sus ¨ªmpetus juveniles e integristas. Y lo que me parece peor, es reincidente, lo que delata cu¨¢n parco e impulsivo es su carcaj de insultos en tanto que polemista.
Romper una lanza por el ilicitano no es absolverle de su demas¨ªa, sino intentar atemperar la condena. Y en este sentido hemos de recordar que el dicterio de marras -decimos de embriagado- se produce en situaci¨®n de ri?a, lo que absuelve de excesos verbales a los contendientes. Campistas y zaplanistas se est¨¢n tirando a deg¨¹ello y basta acercarse a su vera para o¨ªr las lindezas dial¨¦cticas con que se obsequian. Ortu?o ha cometido el desatino de proclamar a los cuatro vientos lo que los otros deslizan de tapadillo. Al trullo, pues, por c¨¢ndido que no por m¨¢s insidioso que sus antagonistas.
Por otra parte, hay que juzgarle en su contexto. Ortu?o ha sido el motor de la pervivencia del PP en Elx y, sin embargo, mientras Zaplana cort¨® el bacalao, no le fue reconocido el esfuerzo. Verdad es que no ha sido condenado al ostracismo, pero se le ha mortificado por no recompensarle con la preeminencia esperada. Otra cosa es que fuera justa o pol¨ªticamente oportuna. Pero el agravio es innegable y como tal lo ha sentido el subdelegado, y eso es lo que cuenta y explica este desvar¨ªo. ?C¨®mo, si no, amanece el pollo tan vehemente campista? El exabrupto que glosamos tiene mucho de cruzada personal y vindicativa contra quienes, a su juicio, le han empedrado la carrera pol¨ªtica.
Lo previsible es que este incidente suponga la estaci¨®n t¨¦rmino del temerario Ortu?o. Sus adversarios lo arrojan a los leones y la verdad es que ha dejado inermes a sus parciales, que han de dar pruebas de rigor e imparcialidad. Tanto m¨¢s cuando, s¨²bitamente -?y por qu¨¦ no antes?- han exhumado otros desmadres sonados y pasados del tremebundo subdelegado. Dir¨ªase que le ten¨ªan ganas y lo estaban esperando.
Bien, arr¨®jenlo al tostadero. Pero no olviden los sepulcros blanqueados del PP valenciano que, de ser tan moralmente pulcros y coherentes, ya habr¨ªan de haber cortado la cabeza pol¨ªtica de su cofrade Federico Trillo, diputado por Alicante, ese dechado de medias verdades o medias mentiras que, en tanto que ministro, han sonrojado al partido y a su electorado, por no mentar a los ciudadanos ofendidos. ?sa es otra historia, dir¨¢n porque les conviene y porque, realmente, es otra historia: la que no abordan porque les falta la severidad que derrochan con Ortu?o.
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