Sin sucesor
El agravamiento del estado de salud de Arafat y su inminente traslado de Ramala a un hospital en Par¨ªs han puesto a los palestinos, israel¨ªes y al mundo entero ante una tr¨¢gica realidad: no tiene sucesor. Entre otras razones, porque el presidente de la Autoridad Nacional Palestina no ha querido que nadie le hiciera sombra ni ha permitido lo que hubiera sido una necesaria renovaci¨®n generacional. Pero su salida de la Mokata cierra, si no una era, s¨ª una etapa: la de su numantina resistencia, que ya pierde sentido.
Su eventual desaparici¨®n pol¨ªtica puede disparar una crisis en momentos complicados, con el Gobierno israel¨ª dividido sobre el plan de Sharon de retirada unilateral de Gaza; una lucha por el poder, a menudo violenta, entre los propios palestinos por la sucesi¨®n y el control de Gaza; y EE UU en elecciones. Bush se ha desentendido de este problema d¨¢ndole carta blanca a Sharon; y si gana Kerry, la nueva Administraci¨®n tardar¨¢ en ponerse en marcha. Se ha abierto un horizonte de inestabilidad. Pero alg¨²n d¨ªa ten¨ªa que pasar.
Lo m¨¢s recomendable, en caso de fallecimiento, es seguir las previsiones formales, y que el presidente de la asamblea asuma las riendas para convocar elecciones en seis meses, incluso en las p¨¦simas condiciones reinantes. Los europeos y algunos reg¨ªmenes ¨¢rabes son los ¨²nicos que pueden presionar en este sentido. La alternativa es una feroz lucha entre las distintas familias pol¨ªticas: Al Fatah, Ham¨¢s y la Yihad Isl¨¢mica. Y si el presidente palestino sobrevive y se recupera, no debe demorar la elecci¨®n consensuada de un sucesor.
Arafat, guerrero m¨¢s que pol¨ªtico, cometi¨® un enorme error hist¨®rico al no apostar por un acuerdo de paz en Camp David y Taba en 2000. Con el a?adido de la segunda Intifada, se ha convertido en parte muy sustancial del problema, a lo que ha contribuido la pol¨ªtica de Sharon para marginarle y aislarle, socavar la ANP, y quejarse al mismo tiempo de que carece de interlocutor. Pero tambi¨¦n ha sido hasta ahora parte imprescindible de la soluci¨®n. No es f¨¢cil que alguien consiga la autoridad personal e hist¨®rica de Arafat para hacer aceptar a los palestinos una paz que, si llega alg¨²n d¨ªa, requerir¨¢ concesiones importantes por ambas partes.
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