El serpenteante cauce del Lozoya
Senderismo a trav¨¦s de los paisajes oto?ales de la Sierra Norte madrile?a
De las viejas murallas ¨¢rabes de Buitrago del Lozoya hasta los abiertos remansos del embalse de Puentes Viejas, el veterano r¨ªo Lozoya surca una de las zonas m¨¢s abruptas y desconocidas de todo su trayecto fluvial. Un pintoresco paisaje que en estos d¨ªas oto?ales del almanaque viste de bermejos y dorados sus orillas vegetales.
La localidad de Buitrago es un n¨²cleo rural de la sierra madrile?a que perdi¨® el norte con la expansi¨®n urban¨ªstica de hace 30 a?os, tras olvidar sus ra¨ªces hist¨®ricas y la peculiar belleza de una villa medieval declarada conjunto hist¨®rico en 1931. El vetusto villorrio original se halla guardado en el interior de una fortaleza de origen musulm¨¢n, privilegiado por ser el ¨²nico complejo arquitect¨®nico amurallado que se conserva en la comunidad. Vigilado por las cuatro torres de su alc¨¢zar mud¨¦jar del siglo XI, conforma un peculiar recinto defensivo levantado sobre un meandro del r¨ªo, con s¨®lo tres puertas de acceso. Esta caracter¨ªstica hizo de Buitrago uno de los enclaves estrat¨¦gicos m¨¢s ambicionados durante los tiempos de la Reconquista, para defender el paso del puerto de Somosierra. Pero los or¨ªgenes de la urbe se remontan mucho m¨¢s atr¨¢s, con referencias hist¨®ricas que mencionan en este mismo lugar a la Litabrum romana, conquistada por Cayo Flaminio en el siglo I antes de Cristo. La falta de prospecciones arqueol¨®gicas mantiene, con todo, esta ascendencia en la duda.
A pesar de la importancia de las reminiscencias hist¨®ricas de las tierras buitrague?as, estas faldas bajeras de la serran¨ªa carpetana han tenido siempre como ¨²nico protagonista al r¨ªo Lozoya. Unas aguas serranas que recogen las escorrent¨ªas guadarrame?as de decenas de arroyos desde su nacimiento en las laderas del puerto de Navacerrada hasta su encuentro con el r¨ªo Jarama, en las lindes de Guadalajara.
Se han mantenido en estado de conservaci¨®n casi puro por la ausencia en sus orillas de grandes poblaciones o industrias. En la actualidad, este curso fluvial es de vital trascendencia, porque sus seis embalses son una de las principales aportaciones de agua potable para los habitantes de Madrid.
Por rodear casi completamente el casco urbano del pueblo, el r¨ªo se hace presente en todos sus paisajes, pero sobre todo desde las almenas de sus murallas. Mientras se observa a las aguas lamer los pies de la fortificaci¨®n, un buen destino para conocer las veleidades naturales de sus orillas es dirigir los pasos hacia el llamado Reculaje, conformado por la enorme curva que el r¨ªo traza hasta despegarse de las sombras urbanas.
En este lugar se encuentra el ¨¢rea recreativa de El Pinar, en la parte posterior del cuartel de la Guardia Civil, y es el punto de partida de una senda que camina por la ribera del Lozoya en busca de las quietudes del embalse de Puentes Viejas. Utilizadas tan s¨®lo por los pescadores y algunos senderistas, las hechuras del sendero se hacen precarias en algunos momentos.
Encinares
Los primeros metros transcurren entre abruptos canchales que se precipitan sobre las aguas del r¨ªo convertidos en improvisados miradores, con la vista puesta en los encinares de la orilla contraria. Al otro lado se adivina la dehesa de El Bosque, un cazadero de rancio abolengo con una derruida torre-palacio construida por ??igo L¨®pez de Mendoza, marqu¨¦s de Santillana y personaje emblem¨¢tico de estas tierras. Aunque la senda se haga la despistada en ocasiones, es f¨¢cil seguirle los pasos porque siempre avanza con el contoneo del cauce por la izquierda. Casi todo el trayecto del sendero se hace entre el r¨ªo y la finca de Las Gari?as, un extenso pinar de repoblaci¨®n que hace de refugio a gran n¨²mero de especies de fauna, como jabal¨ªes, corzos o zorros. En esta finca se encuentra uno de los centros de recuperaci¨®n de especies protegidas de la Comunidad de Madrid. Las aves son otro importante aliciente para el observador de la naturaleza durante esta excursi¨®n, ya que es muy habitual toparse con el vuelo de azores, ratoneros o halcones, y, sobre todo, arrendajos, rabilargos y mirlos. Tambi¨¦n es frecuente descubrir en las orillas alguna garza real de pesca o alg¨²n cormor¨¢n.
y abruptos canchales
El camino serpentea a la vez que las aguas, con entradas y salidas al bosque cercano para salvar los brazos de los arroyos que se unen a la marcha fluvial. Los numerosos arces que pueblan las orillas enrojecen con la oto?ada, sum¨¢ndose a la paleta de colores que robles, ¨¢lamos, majuelos y pinos pintan de ocres, amarillos y verdes todo el paisaje.
La distancia hasta el encuentro con la muralla del embalse es de unos ocho kil¨®metros, y para el regreso se puede elegir volver por la misma senda o regresar a trav¨¦s del pinar de Las Gari?as por el camino que lo atraviesa de este a oeste hasta las cercan¨ªas del Reculaje.
GU?A PR?CTICA
Comer
- Rancho El Portachuelo (918 68 11 35). Real, s/n. Buitrago del Lozoya. Buenos pescados. Precio medio, 24 euros.
- Las Murallas (918 68 04 84). Plaza Mayor, s/n. Buitrago del Lozoya. Unos 18 euros.
- Mes¨®n Serrano (918 68 01 13). Real, s/n. Buitrago del Lozoya. Cocina t¨ªpica de la zona. Unos 20 euros.
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