El doble juego de Franco en la guerra de Argelia
En aquellos d¨ªas aument¨® la tensi¨®n entre los franceses y los musulmanes". Marcelino Camacho, el hist¨®rico dirigente de Comisiones Obreras, recuerda c¨®mo se vivi¨®, el 1 de noviembre de 1954 -ma?ana har¨¢ medio siglo-, el inicio de la guerra de independencia de Argelia con 70 atentados del Frente de Liberaci¨®n Nacional (FLN) contra edificios p¨²blicos.
Tras ocho a?os de contienda, con dos intentonas golpistas y cerca de medio mill¨®n de muertos, en su abrumadora mayor¨ªa argelinos, Argelia ser¨¢ el ¨²ltimo pa¨ªs del Magreb en acceder a la independencia el 3 de julio de 1962.
Camacho, que trabaj¨® como fresador en Or¨¢n hasta 1957, formaba parte de los exiliados espa?oles republicanos o de izquierdas. Eran pocos entre los cientos de miles de emigrantes econ¨®micos de origen espa?ol que poblaban la colonia francesa. Su n¨²mero es dif¨ªcil de calcular porque Par¨ªs les concedi¨®, a partir de 1889, r¨¢pidamente la nacionalidad para que los cristianos franceses no fuesen tan minoritarios frente a los musulmanes argelinos.
Los republicanos espa?oles en Argelia vieron con simpat¨ªa la sublevaci¨®n, pero criticaron el v¨ªnculo del FLN con el islam y los m¨¦todos terroristas
En octubre de 1961, dos buques escolta franceses interceptan un cargamento de 300 fusiles de asalto espa?oles destinados a los insurrectos argelinos
Se concentraban principalmente en el oeste del pa¨ªs. El historiador Bejam¨ªn Stora, de origen argelino, se?ala, por ejemplo, que con sus 257.000 habitantes censados en 1950, Or¨¢n fue la ¨²nica ciudad en la que los europeos eran m¨¢s numerosos que los argelinos. El 65% de los europeos eran originarios de la pen¨ªnsula Ib¨¦rica, y la cuarta parte conservaban incluso la nacionalidad espa?ola. "En la calle, en Or¨¢n, se hablaba sobre todo espa?ol", afirma Camacho.
Al grueso de los espa?oles, almerienses o granadinos que emigraron a Argelia por motivos econ¨®micos, la guerra les inquieta porque pod¨ªa significar, a medio plazo, el fin de esa relativa prosperidad de la que gozaban. Los republicanos, comunistas o anarquistas all¨ª exiliados ven, en cambio, con simpat¨ªa la rebeli¨®n de los oprimidos contra el yugo colonial.
Pero no se implicar¨¢n en la lucha al lado del FLN porque tienen otra prioridad, casi obsesiva: echar a Franco del poder, se?ala Miguel Mart¨ªnez, hijo de un exiliado anarquista que lleg¨® a Argel en 1939, en un art¨ªculo sobre los militantes libertarios espa?oles y la contienda argelina.
En sus escasos contactos con el FLN, los anarquistas espa?oles, asegura Mart¨ªnez, "critican tambi¨¦n la complacencia con la que el movimiento independentista arrastra el fardo de la religi¨®n musulmana". "Desaprueban adem¨¢s la t¨¢ctica del atentado terrorista adoptada por los rebeldes que les llevar¨¢ a eliminar a m¨¢s de un compa?ero [libertario] so pretexto de que se trata de un rumi, un europeo (...)".
Los desvelos de la colonia espa?ola no preocuparon al r¨¦gimen del general Franco cuando tuvo que decidir la pol¨ªtica a seguir ante la insurrecci¨®n que estallaba a tan s¨®lo 120 kil¨®metros de la costa de Almer¨ªa. A juzgar por su actuaci¨®n, Franco dud¨® y jug¨® a todas las barajas. Por un lado, no debi¨® de ver con malos ojos que la IV Rep¨²blica francesa, que margin¨® a su r¨¦gimen despu¨¦s de la Segunda Guerra Mundial, perdiese su principal colonia africana, aunque ello pudiese poner en peligro al protectorado espa?ol en Marruecos.
De ah¨ª que, con discreci¨®n, proporcionase armas al FLN. El 10 de febrero de 1955, el carguero Athos desembarc¨® en el puerto de Nador, que todav¨ªa pertenec¨ªa al Marruecos espa?ol, armas para los independentistas argelinos, seg¨²n los servicios secretos franceses. No est¨¢ claro si eran espa?olas o proced¨ªan del Egipto de Nasser, que tanto ayud¨® a los rebeldes.
El 28 de octubre de 1961, dos buques escolta franceses, L'Agenais y Le Savoyard, interceptan frente a la costa argelina al carguero pana?emo Irigito, que hab¨ªa zarpado de la Pen¨ªnsula con 300 fusiles de asalto de fabricaci¨®n espa?ola. "Era el general Agust¨ªn Mu?oz Grandes", entonces ministro del Ej¨¦rcito, "el encargado de supervisar esos env¨ªos", sostiene el historiador Francisco S¨¢nchez Ruano. Otro general, el franc¨¦s Paul Aussaresses, de 85 a?os, coordinador entonces en Argel del espionaje militar franc¨¦s, trataba, seg¨²n S¨¢nchez Ruano, de impedirlos.
La ayuda al FLN no obsta para que Franco tolere en Espa?a la actividad de militares y civiles franceses golpistas porque, presumiblemente, simpatizaba con su ideolog¨ªa nacionalista y ultraderechista. Qui¨¦n sab¨ªa, adem¨¢s, entonces, si no resultar¨ªan vencedores. En febrero de 1961 fundaron en Madrid la temible Organizaci¨®n del Ej¨¦rcito Secreto (OAS).
Al a?o siguiente, en junio, muchos de ellos derrotados, incluido el general Paul Gardy, nuevo jefe de la OAS, volvieron a refugiarse en Espa?a en v¨ªsperas de la proclamaci¨®n de la independencia.
Con ellos llegaron unos 50.000 pieds noirs, franceses y espa?oles de origen nacidos en Argelia, que se instalaron mayoritariamente en la costa alicantina. El grueso de los espa?oles residentes en la colonia, empezando por los republicanos, optaron, sin embargo, por trasladarse a Francia.
Algunos de los inmigrantes afincados en el Levante espa?ol eran "m¨¢s papistas que el Papa". Aunque no pose¨ªan la nacionalidad espa?ola, pidieron expresar su adhesi¨®n a Franco votando en el refer¨¦ndum sobre la Ley Org¨¢nica del Estado, en 1966. Luis Nozal, entonces gobernador civil de Alicante, se lo autoriz¨®.
Junto con su fervor franquista trajeron, probablemente, en sus maletas la g¨¦g¨¨ne, la tortura con descargas el¨¦ctricas a la que el Ej¨¦rcito franc¨¦s somet¨ªa a los insurrectos. La brigada pol¨ªtico-social empez¨® a emplearla en Espa?a en 1963.
La Organizaci¨®n del Ej¨¦rcito Secreto (OAS) naci¨® en Madrid
A JEAN-JACQUES SUSINI le llam¨® la atenci¨®n la "relativa pobreza de Madrid", en diciembre de 1960, "la escasez de coches en sus calles y que los pitillos se vendiesen por unidad". Aprovech¨® sus cuatro meses de estancia en la capital para asistir a alguna que otra corrida y seguir las procesiones de Semana Santa.
Susini, que ten¨ªa 27 a?os al llegar a Madrid, no emprendi¨® el viaje para hacer turismo. Este ex presidente de la Asociaci¨®n General de Estudiantes de Argelia estaba en libertad provisional en Francia cuando cruz¨® los Pirineos para ponerse a disposici¨®n del general exiliado Raoul Salan, fundar la Organizaci¨®n del Ej¨¦rcito Secreto (OAS, seg¨²n sus siglas en franc¨¦s) y preparar el "golpe de los generales", con el que se intent¨® impedir que el presidente Charles de Gaulle concediese la independencia a Argelia.
"De Girona a Barcelona y despu¨¦s hasta Madrid fuimos escoltados por la Guardia Civil", recuerda Susini, quien a sus 71 a?os ha dejado de ejercer la medicina, en una conversaci¨®n telef¨®nica con este corresponsal.
Junto con sus dos acompa?antes, otros dos j¨®venes opuestos a la descolonizaci¨®n de Argelia, empez¨® por visitar en la capital la sede de la Direcci¨®n General de Seguridad en la Puerta del Sol. El director que les recibi¨® manifest¨® su simpat¨ªa por las ideas de sus hu¨¦spedes franceses; les pidi¨®, no obstante, que no desarrollasen actividades pol¨ªticas en Espa?a y les puso una escolta de inspectores de la brigada pol¨ªtico-social.
"Viv¨ªamos en libertad vigilada", rememora Susini, considerado por los historiadores como el ide¨®logo de la OAS. Todos los d¨ªas acud¨ªa a la suite donde se hospedaba el general Salan, en el hotel Princesa, situado en la calle del mismo nombre. "Trabajaba all¨ª con mi estilogr¨¢fica", prosigue. "Elabor¨¦ el plan de sublevaci¨®n militar, un borrador de constituci¨®n y un esquema de una futura guardia nacional para controlar el territorio". "Tambi¨¦n recib¨ªamos a oficiales que ven¨ªan a presentar sus respetos o incluso a adherirse a Salan", ex jefe, en los a?os cincuenta, de la inteligencia militar en Vietnam.
Su valedor en Espa?a fue Ram¨®n Serrano Su?er, cu?ad¨ªsimo del general Franco, que dirige entonces un prestigioso bufete de abogados. Con ¨¦l cenan a veces y Salan le cuenta c¨®mo fue enviado por el Gobierno franc¨¦s en 1935 a Etiop¨ªa para ayudar a su ej¨¦rcito a resistir la invasi¨®n de las tropas de Benito Mussolini. Jean Ferrandi, ayudante de Salan, "me pidi¨® entonces que "explicase al general que la evocaci¨®n de estos recuerdos pod¨ªa desagradar a nuestro anfitri¨®n espa?ol", tan simpatizante del fascismo.
Serrano Su?er no se ofendi¨® y les proporcion¨® un avi¨®n, matriculado en el Reino Unido pero pilotado por un coronel del Ej¨¦rcito del Aire, para trasladarse, el 22 de abril de 1961, de Madrid a Argel, donde los paracaidistas hab¨ªan tomado el control de la ciudad. "Salimos a escondidas del hotel Princesa, por la puerta de servicio, para despistar a nuestros escoltas", afirma Susini. "Se nos condujo a un chal¨¦ y all¨ª nos recogi¨® un hijo de Serrano Su?er quien nos llev¨® hasta la pista del aeropuerto de Barajas, donde nos esperaba el aparato", a?ade. "A su regreso a Espa?a, el piloto fue juzgado por un consejo de guerra", asegura.
El golpe fracas¨® a los cuatro d¨ªas. Fue despu¨¦s cuando empez¨® la etapa terrorista de la OAS -mat¨® a unas 2.700 personas, un 88% argelinos, en a?o y medio- e intent¨® tambi¨¦n acabar con la vida de De Gaulle. Susini fue condenado dos veces a muerte, una de ellas por su participaci¨®n en el atentado de Mont Faron contra De Gaulle. Se exili¨® a Italia hasta ser amnistiado en 1968. En 2000, Jean Marie Le Pen le nombr¨® miembro del bur¨® pol¨ªtico del Frente Nacional, pero, por razones personales, renunci¨® poco despu¨¦s al cargo, aunque sigue afiliado al partido.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.