Una mujer tranquila
Laura Bush siempre se ha mantenido alejada de la pol¨ªtica
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Una de las primeras decisiones que tom¨® Laura Bush cuando lleg¨® a la Casa Blanca fue rectificar a su antecesora, Hillary Clinton, y devolver la oficina de la primera dama al ala este, lejos del Despacho Oval. Fue un acto definitorio de su car¨¢cter y del papel que quer¨ªa desempe?ar en los pr¨®ximos cuatro a?os. Entonces subray¨® que no ser¨ªa una primera dama pol¨ªtica al estilo de Hillary Clinton, ambiciosa abogada cuyo activismo despert¨® iras, aunque tambi¨¦n pasiones, en Washington. "La gente va a querer mucho a Laura", dijo George W. Bush justo antes de su toma de posesi¨®n. "No va a jugar el juego de Washington, de presumir y sobresalir por encima de los dem¨¢s. S¨®lo va a ser una mujer fuerte, independiente e inteligente, con los pies en la tierra, guapa, y elegante".
"No tenemos muchas conversaciones sobre filosof¨ªa pol¨ªtica", dice de su marido
Durante la campa?a de 2000, un periodista le pregunt¨® a la se?ora Bush a qui¨¦n se parecer¨ªa m¨¢s: ?A su suegra, B¨¢rbara Bush?; ?a Hillary Clinton? "Creo que s¨®lo ser¨¦ Laura Bush", respondi¨® sin m¨¢s. Y eso es lo que ha sido desde entonces: Laura Bush. Discreta y sonriente, tiene una voz tan suave que es dif¨ªcil imagin¨¢rsela chillando. Aunque sus palabras se vuelven fr¨ªas como el acero cuando contesta a una pregunta que no le gusta. Sabe sacar el car¨¢cter cuando se hace necesario. Durante un discurso, George W. Bush dijo que su esposa no se encontraba con ¨¦l ya que ten¨ªa que "barrer el porche" porque esperaban visita del presidente de China. D¨ªas m¨¢s tarde, cuando la prensa le pregunt¨® si le hab¨ªa gustado la broma, esboz¨® una mueca que confirm¨® con un gesto de cabeza: "No".
Laura Bush, 57 a?os, es puro Tejas. Pero sus amigos m¨¢s cercanos matizan: "Pertenece m¨¢s a Dallas que al rancho de Crawford". Nacida Laura Welch en Midland, como hija ¨²nica de una familia modesta, tuvo una vida f¨¢cil. Hasta que una noche de 1963 todo cambi¨®. Acababa de cumplir 17 a?os y pidi¨® las llaves del coche de su padre para ir a una fiesta. Sus padres no se las negaron: "Era realmente buena, un ¨¢ngel, un amor". Pero aquella noche, Laura se salt¨® un stop y se estrell¨® contra otro coche. Ni a ella ni a su amiga Judy les pas¨® nada grave. En cambio, el impacto contra el otro veh¨ªculo mat¨® al joven Michael Douglas. Result¨® que Michael no era un desconocido. Era un amigo, del mismo instituto que Laura, incluso de su c¨ªrculo m¨¢s estrecho. Laura sufri¨®. "El dolor fue aplastante", confes¨® a?os despu¨¦s. Reconoce que "haber causado la muerte de Mike Douglas" le dio otra perspectiva de la vida.
Siempre ha encontrado maneras de preservar su privacidad en una familia, la Bush, demasiado p¨²blica. Una de esas maneras la lleva a alejarse de Washington lo m¨¢s posible. Cada verano, la se?ora Bush y un grupo de amigas de infancia deciden colgarse la mochila al hombro y lanzarse a explorar el pa¨ªs.De vuelta al este, el d¨ªa de Laura Bush "mantiene mucho parecido con una vida casi normal", asegura un miembro de la Casa Blanca. Le gusta ir a ver antig¨¹edades, asistir a la ¨®pera o cenar con sus hijas mellizas en el restaurante que est¨¦ de moda.La que fuera bibliotecaria y maestra en Tejas ejerce ahora un trabajo sin definici¨®n y sin salario. Menos conservadora que su marido, Laura asegura que evita la pol¨ªtica en las conversaciones con ¨¦l. Sus temas son otros: "Nuestros hijos, nuestros animales, las cosas m¨¢s mundanas. No tenemos muchas conversaciones sobre filosof¨ªa pol¨ªtica". En opini¨®n de la periodista Ann Gerhart, que ha publicado una biograf¨ªa sobre Laura Bush, es "la esposa perfecta".
Amante de la buena literatura -su pieza favorita es el cap¨ªtulo del Gran Inquisidor, de Los Hermanos Karamazov, de Dostoiewski-, es calificada de "roca" por sus suegros, George y B¨¢rbara Bush. Dio ejemplo de esa fortaleza cuando el d¨ªa del 40? cumplea?os de su marido, harta de los problemas del joven pol¨ªtico con la bebida, le dio a elegir entre ella y el alcohol. Los historiadores dicen que se parece a Mamie Eisenhower, que ten¨ªa tres a?os m¨¢s que ella al entrar en la Casa Blanca y cuya visi¨®n de su labor era sencilla: "Ike gobierna el pa¨ªs y yo doy la vuelta a las chuletas de cordero". La se?ora Bush no parece haber preparado demasiadas chuletas. Tampoco lo hac¨ªa la se?ora Eisenhower.
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