Jos¨¦ Balza re¨²ne 40 a?os de "literatura sobre la penumbra"
La antolog¨ªa 'Caligraf¨ªas' recupera 18 cuentos del singular escritor venezolano
"Este viaje a Madrid ha sido un regreso", contaba el mi¨¦rcoles Jos¨¦ Balza (Delta del Orinoco, Venezuela, 1939), acodado en una mesa del Caf¨¦ Gij¨®n y festejando el diluvio que ca¨ªa sobre la ciudad con una copa de vino rojo como la noche. Autor de 40 libros, entre novelas, ensayos y relatos, Balza y su "literatura sobre la penumbra" es, sin embargo, casi un desconocido en Espa?a, donde en 1982 Carlos Barral public¨® Percusi¨®n, la que se considera su gran novela.
La antolog¨ªa Caligraf¨ªas (P¨¢ginas de Espuma) recupera en 18 cuentos, escritos desde 1960, el universo denso de este autor, que entreteje el paisaje de la selva, reflexiones sobre tiempo y espacio y personajes desdoblados por la contradicci¨®n, cuya lectura fascin¨® a Cort¨¢zar. "?Mis temas? Yo no tengo imaginaci¨®n, soy m¨¢s bien un observador. No me detengo en nada estridente ni ¨¦pico ni heroico, porque me suenan falsos. Escribo y he escrito sobre lo que permanece en penumbra", dice Jos¨¦ Balza, premio Nacional de Literatura de Venezuela 1991.
De esos claroscuros sutiles que sus libros han abordado como "ejercicios narrativos" ("lo inexpresable, lo cotidiano, la memoria, los misterios del deseo, del arte y la inteligencia", repasa el escritor, con la lluvia y el vino a¨²n intactos) est¨¢ llena Caligraf¨ªas. La selecci¨®n de cuentos, realizada y prologada por su compatriota Juan Carlos M¨¦ndez Gu¨¦dez, rescata m¨¢s de cuatro d¨¦cadas de ficciones: un pu?ado de relatos en los que no encontrar¨¢ el lector "f¨¢ciles trucos del realismo m¨¢gico" ni "hip¨¦rboles ex¨®ticas", advierte el ant¨®logo.
"Escritor intelectualizado, abstracto, dif¨ªcil de entender, me llamaron siempre", explica Balza, a quien este rescate editorial asombra y alegra por partes iguales. Raro juego de espejos en el que una historia puede nacer, por ejemplo, de un gesto incomprensible (baste como muestra el comienzo del cuento La mujer de roca, incluido en esta selecci¨®n: "Por su extra?eza hay que decirlo de la manera m¨¢s sencilla: ese d¨ªa, a la edad perfecta, la mujer movi¨® la piedra hacia su casa"), la literatura de Balza se ha resistido siempre a las clasificaciones. De ella, Julio Cort¨¢zar destac¨® en 1974 el uso del lenguaje "de gran belleza no s¨®lo formal, sino inventiva" , "las transgresiones fecundas" y los "bruscos hundimientos en las ra¨ªces de la psiquis". Lector voraz, autor traducido a diversos idiomas y publicado en Francia por Gallimard, Balza recupera con humildad sus comienzos. "Yo empec¨¦ a escribir en 1959 y desde entonces he llamado ejercicios a mis textos. Siempre fueron eso: una forma de aprender de los autores que admiraba". Una lista en la que enumera a Kafka ("soy un ardoroso amante de sus libros"), Borges, Piglia, Pitol, Cervantes ("mi ni?o mimado") y al venezolano Guillermo Meneses ("me interesa su oposici¨®n a la literatura realista, sus seres depredados, aislados, solitarios, su visi¨®n del negro, su sensualidad y su magia").
Ese aprendizaje literario, aclara el autor de Marzo anterior, "no ten¨ªa que ver con la b¨²squeda de una voz, sino de un paisaje". Y a?ade: "Toda literatura es una geograf¨ªa y escribir no es sino recorrer espacios, que pueden ser visibles -un parque, un bar, una cama- o invisibles, como una pasi¨®n o un estado emocional. Para m¨ª la escritura ha sido siempre una b¨²squeda espacial para mostrar un momento del alma, un estado de ¨¢nimo".
En plena selva
Profesor jubilado de la Escuela de Artes de la Universidad Central de Venezuela desde hace cinco a?os, Jos¨¦ Balza vive voluntariamente "retirado de la vida social del escritor" en una isla del delta del r¨ªo Orinoco. Y aunque cosmopolita (Nueva York, Madrid y Par¨ªs se cuentan entre sus amores), ¨¦se ha sido siempre su lugar. All¨ª, en plena selva, naci¨® y creci¨®, desconociendo hasta los 11 a?os la luz el¨¦ctrica y acunado por las lenguas que se o¨ªan en su pueblo: el espa?ol, el ingl¨¦s y el warao ind¨ªgena.
"Desde ni?o la escritura fue para m¨ª una forma de no convertirme en r¨ªo o en ¨¢rbol", asegura Balza, que deja abierta la puerta para hallar en ese origen selv¨¢tico el porqu¨¦ de sus curiosos rituales literarios. "Escribo siempre por la ma?ana, desnudo, a mano y cerca de una ventana abierta que me traiga el aire del d¨ªa".
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