?Cualquier cosa menos Bush!
Es el ¨²ltimo momento de hacer balance de la legislatura Bush, marcada por los atentados del 11 de septiembre de 2001. Desde entonces, el presidente republicano ha comandado dos guerras, en Afganist¨¢n e Irak, sin lograr detener al autor de los cr¨ªmenes terroristas, Osama Bin Laden, y ha liderado una legislaci¨®n restrictiva y radical de los derechos pol¨ªticos en el seno de la sociedad americana (la Patriot Act). Pero tambi¨¦n ha devuelto a la econom¨ªa americana al crecimiento, a costa de sumergirla en los mayores desequilibrios de los ¨²ltimos a?os (d¨¦ficit p¨²blico y d¨¦ficit por cuenta corriente e incremento espectacular de la desigualdad en la distribuci¨®n de la renta y de la riqueza), y ha sido denunciado por los defensores de los derechos civiles por el uso de la tortura contra los enemigos en los conflictos b¨¦licos y por la suspensi¨®n de la Convenci¨®n de Ginebra en el tratamiento a los detenidos, convirtiendo la base cubana de Guant¨¢namo en un limbo jur¨ªdico para centenares de personas.
Durante estos cuatro a?os, Bush y los neocons que le han rodeado han dado, al amparo del 11-S, un golpe muy duro a la calidad de la democracia. Han cre¨ªdo que contra el terrorismo el fin justifica los medios. Han utilizado en su favor todas las mentiras, todos los instrumentos y, en buena parte, la complicidad de los medios de comunicaci¨®n. Han sobado los conceptos absolutos de Bien y Mal, que nos devuelven a la Edad Media.
El uso de la mentira de Estado hasta el final: todav¨ªa la pasada semana el Pent¨¢gono desment¨ªa que las toneladas de armamento desaparecido en Irak lo hubieran sido bajo la protecci¨®n del Ej¨¦rcito americano..., hasta que aparecieron unas im¨¢genes de la televisi¨®n que lo probaba. No hab¨ªa armas de destrucci¨®n masiva en Irak; no hab¨ªa relaci¨®n directa alguna entre Sadam Husein y Bin Laden. Colin Powell, secretario de Estado y el funcionario m¨¢s prestigioso de la Administraci¨®n de Bush -desaparecido en combate en la mayor parte de la campa?a electoral-, empe?¨® su palabra en el Consejo de Seguridad de la ONU mintiendo a los delegados.
Para cambiar el sentido de la coyuntura, Bush utiliz¨® todas las pol¨ªticas econ¨®micas, aunque fueran contradictorias. Convirti¨® el super¨¢vit de Clinton en un espectacular d¨¦ficit; la pol¨ªtica monetaria fue expansiva, con los tipos de inter¨¦s m¨¢s bajos de los ¨²ltimos 50 a?os; se olvid¨® de los principios del libre comercio que ¨¦l mismo hab¨ªa defendido en la OMC aplicando el doble rasero en su casa: proteccionismo para las industrias americanas, en los Estados de los que necesita el voto para salir reelegido. Y concomitancias extraordinarias entre el poder pol¨ªtico de la Casa Blanca y el mundo empresarial (el caso m¨¢s paradigm¨¢tico ha sido el del sector energ¨¦tico y el de la empresa Enron, la mayor donante de fondos para el Partido Republicano).
Ello ha sucedido con la complicidad de la mayor parte de los medios de comunicaci¨®n, muy deteriorados en su credibilidad. Ante el temor de aparecer como antipatriota, la prensa entr¨® en coma. La Administraci¨®n republicana no ha necesitado de la censura directa, porque los medios de comunicaci¨®n han practicado la autocensura y el gregarismo. La prensa suele reaccionar siguiendo el sentir de la opini¨®n p¨²blica, y ¨¦sta estaba contagiada por la ola emocional generada por los cr¨ªmenes terroristas del 11-S. Para no perder audiencia, los medios se autocensuraron; si bajan los ¨ªndices de audiencia de las televisiones y los peri¨®dicos, se reduce la publicidad y, a trav¨¦s de ¨¦sta, los beneficios de las empresas medi¨¢ticas. Entonces, los accionistas protestan y los inversores en Bolsa venden y baja el valor de la acci¨®n. As¨ª, los medios han funcionado como una industria m¨¢s, renunciando a su raz¨®n de ser. Han estado anestesiados hasta el pen¨²ltimo momento y no se sabe si su llamamiento a favor de Kerry, en el ¨²ltimo momento, ser¨¢ escuchado.
El pr¨®ximo presidente deber¨¢ vencer al terrorismo y detener a Bin Laden; comprometerse con la disciplina econ¨®mica para volver a la senda de la disciplina; activar una pol¨ªtica social que tenga en cuenta la igualdad de oportunidades; ayudar a reconstruir Irak, dar vida a las conversaciones de paz entre Israel y Palestina, y retomar las alianzas con Europa. Muchos ciudadanos americanos lucen una pegatina muy expl¨ªcita, que resume su opini¨®n: "Anything but Bush!" ("?Cualquiera menos Bush!").
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