El l¨ªder dem¨®crata llama a la unidad
John F. Kerry vot¨® en su feudo de Boston con un mensaje de reconciliaci¨®n nacional tras un agotador fin de campa?a, en el que s¨®lo pudo dormir tres horas entre vuelos y m¨ªtines
Tres letras ya hist¨®ricas: J. F. K. El hombre que comparte iniciales con John F. Kennedy se med¨ªa ayer consigo mismo. Y con la historia. John Forbes Kerry seguir¨¢ siendo senador por Massachusetts o pasar¨¢ a ocupar el n¨²mero 1.600 de la avenida Pensilvania de Washington. Si los votantes le dan la victoria que le lleve a la Casa Blanca, el JFK del a?o 2004 habr¨¢ cumplido un sue?o y ya no s¨®lo compartir¨¢ iniciales con su h¨¦roe y modelo: har¨¢ historia, se convertir¨¢ en presidente, el n¨²mero 44 de Estados Unidos.
Pero a las 22.30 de ayer (4.30 de hoy en la Espa?a peninsular) los ¨¢nimos comenzaban a apagarse en la fiesta que se celebraba en el cuartel general de los dem¨®cratas en Coplay Square, en Boston. La fiesta que comenz¨® a salvaje ritmo de rap fue silenciada cuando en una pantalla gigante se anunciaban los primeros resultados poco favorables para Kerry. De la alegr¨ªa a la tristeza. La m¨²sica dej¨® de sonar y la gente s¨®lo se concentraba en lo que contaba la CNN en la pantalla. El portavoz de Kerry, Joe Lockhart, a¨²n confiaba en ganar en el Estado de Ohio, pero los semblantes de la gente no reflejaba este sentimiento.
"Pase lo que pase, Am¨¦rica ser¨¢ m¨¢s fuerte, estaremos m¨¢s unidos y seguiremos adelante"
Tras una campa?a de infarto, en la que ha predominado un empate t¨¦cnico entre ambos candidatos, las elecciones presidenciales quedaron ayer por fin en manos de los votantes. En tiempos de guerra no se hace mudanza, pensaban los que ayer votaron por George W. Bush. Esa misma guerra pide a gritos "un nuevo comandante en jefe, un nuevo y refrescante comienzo", aseguraban desde el cuartel general de Kerry en Boston.
Pasada la una de la tarde (hora local, seis horas m¨¢s en la Espa?a peninsular), Kerry ejerci¨® su derecho al voto en la sede del Legislativo del Estado, en Beacon Hill, a cinco minutos andando de donde el senador tiene su residencia, una casa que responde a las expectativas del barrio m¨¢s acomodado de Boston. Acompa?ado de su mujer, Teresa Heinz Kerry, y las dos hijas de su anterior matrimonio, Vanessa y Alexandra, Kerry vot¨® y dirigi¨® sus pasos al Union Oyster House, el restaurante donde, seg¨²n su propia tradici¨®n, come desde 1982 cada a?o que toca elecciones presidenciales. Teresa no vot¨® junto a su marido. Lo hizo a primera hora de la ma?ana, en Pittsburgh, vestida de verde de los pies a la cabeza, con gafas de sol y asegurando -en un gesto m¨¢s de su peculiar sentido del humor- haber votado por el senador de Massachusetts, su marido.
De camino al Oyster House, Kerry se detuvo unos instantes para hacer unas declaraciones. "Pase lo que pase esta noche, Am¨¦rica ser¨¢ m¨¢s fuerte, estaremos m¨¢s unidos y seguiremos adelante", dijo el senador, que el pr¨®ximo 11 de diciembre cumplir¨¢ 61 a?os. En un d¨ªa en el que todav¨ªa se pod¨ªa pedir el voto, el candidato dem¨®crata a la Casa Blanca anim¨® a los ciudadanos de todos los rincones de Estados Unidos a votar. "No importa por qui¨¦n", asegur¨® en un gesto de humildad. "Amo este pa¨ªs, y este pa¨ªs necesita que la gente salga a la calle y vote", pidi¨® el senador.
Tras cientos de discursos, miles de millas acumuladas saltando de un Estado a otro como saltamontes y millones de d¨®lares gastados en la campa?a m¨¢s cara de la historia electoral norteamericana, los protagonistas eran ayer los votantes. Y el senador dem¨®crata les lanz¨® un desaf¨ªo y, a la vez, una amenaza: un cambio o cuatro a?os de m¨¢s de lo mismo bajo la presidencia de George W. Bush. "Ten¨¦is que elegir, todos los americanos tienen una elecci¨®n que hacer hoy [por ayer]", asegur¨® el senador en La Crosse (Wisconsin), antes de dirigirse a Boston para votar en su ciudad. Aunque el candidato dem¨®crata naci¨® en Denver (Colorado), toda su familia es de Massachusetts. "Bush ya tom¨® sus decisiones", explic¨® Kerry, que responsabiliz¨® de nuevo al presidente republicano de la p¨¦rdida de miles de puestos de trabajo, de un d¨¦ficit descontrolado, de los precarios seguros m¨¦dicos y de la fallida pol¨ªtica exterior en Irak. "Bush tom¨® decisiones que no inclu¨ªan un plan para ganar la paz", dijo Kerry a sus seguidores en La Crosse. "Necesitamos un comandante en jefe que sepa c¨®mo atraer al resto de los pa¨ªses a la mesa de negociaciones". Aun as¨ª, Kerry fue modesto y asegur¨® que era consciente de que si ganaba la Casa Blanca su trabajo no ser¨ªa f¨¢cil. "S¨¦ que no va a ser un camino de rosas", puntualiz¨®.
?Nervios? El pulso tranquilo. El candidato se mostraba muy sereno y seguro de s¨ª mismo, vestido con un traje azul marino y sin ning¨²n abrigo, pese a que ayer en Boston no se superaban los 10?. Bajo un cielo cubierto que amenazaba lluvia para la tarde -aunque el d¨ªa despunt¨® con un sol brillante al que se comieron las nubes-, el candidato dem¨®crata anunci¨® que seguir¨ªa la noche electoral "en casa, con la familia".
Donde s¨ª que hab¨ªa nervios era en el cuartel general de los dem¨®cratas en Boston, aunque el protagonista era el optimismo, a pesar de que los sondeos segu¨ªan arrojando un empate. "Me siento muy bien, vamos ganar, no hay duda", declar¨® Bob Shrum, uno de los cerebros de campa?a de Kerry. "Tenemos muchos indicadores de que la participaci¨®n es muy importante, y que llegar¨¢ a niveles que no hemos visto desde hace 20 o 30 a?os", declar¨® a la prensa de Boston uno de los principales asesores del equipo de Kerry, Joe Lockhart.
Esto es Boston. El bar de la serie Cheers, el estadio de b¨¦isbol de Fenway Park o Freedom Trail, el camino que recorrieron los pioneros que llegaron al Nuevo Continente. Y ahora, la casa de John Kerry.
Dos agentes del servicio secreto con caras de pocos amigos y cuellos anchos guardaban ayer por la ma?ana el n¨²mero 19 de Louisburg Square, en Boston. Puede que a partir de hoy sean m¨¢s de dos. Puede que esta mansi¨®n de ladrillo rojo -de cuya puerta nadie ha retirado a¨²n las calabazas de Halloween-, con enormes postigos negros e incluso una capilla adosada al edificio -y una bandera norteamericana que los vecinos aseguran con cierta iron¨ªa que ondea desde hace poco-, se convierta en otra, si no la principal, atracci¨®n de la ciudad.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.