Pol¨ªtica caballar
Parece existir un factor de incompatibilidad intr¨ªnseca entre la pol¨ªtica municipal y las estatuas ecuestres. Mezclas ambas cosas y se forma una zapatiesta de orden metaf¨ªsico, por no decir otra cosa. Ocurri¨® no hace mucho en Granada, en la fachada de cuyo Ayuntamiento se instal¨® una estatua ecuestre de Guillermo P¨¦rez Villalta, lo que dio pie a uno de los debates ideol¨®gicos m¨¢s enfervorecidos que haya conocido la ciudad de la Alhambra en las ¨²ltimas d¨¦cadas, pues no hubo vecino que se guardase en el fondo del alma inmortal su opini¨®n sobre el caballo, y no faltaron desacuerdos est¨¦ticos basados incluso en las dimensiones de los genitales del equino, que algunos opinantes consideraron excesivas, quiz¨¢ porque tomaron como referente una escala personal.
Ahora, el debate llega a Jerez de la Frontera, en una de cuyas rotondas pretende instalarse una estatua ecuestre de quince metros de altura, de modo que ya pueden imaginarse las dimensiones de los genitales del animal en el caso de que sea caballo y no yegua. El valedor de esa escultura fara¨®nica es Pedro Pacheco, actual alcalde de Urbanismo, a la espera de ser alcalde de todo lo dem¨¢s cuando le ceda el bast¨®n a rega?adientes la actual alcaldesa del PP, con quien firm¨® un pacto m¨¢s o menos salom¨®nico para que la alcald¨ªa de Jerez no fuese de nadie en concreto durante cuatro a?os. Los dem¨¢s grupos pol¨ªticos, incluido el asociado con el de Pacheco, se oponen a este delirio caballuno, y alegan que el Ayuntamiento no est¨¢ para pagar caballos elefanti¨¢sicos nacidos de cabezas megal¨®manas. "El coste del proyecto puede estar entre 1 mill¨®n o 2 millones de euros", seg¨²n prev¨¦ el artista, que viene a ser lo mismo que decir que la localidad gaditana de Ubrique est¨¢ entre Colombia y Nueva Zelanda. "La obra ser¨¢ gratuita", asegura Pacheco, y esa noticia deber¨ªa zanjar el debate, aunque s¨®lo sea por respeto al dicho seg¨²n el cual a un caballo regalado no se le debe mirar el diente. Al parecer, la inmobiliaria que tiene previsto edificar en la zona en que se alzar¨ªa el caballo monumental est¨¢ dispuesta a correr con parte de los gastos que genere la realizaci¨®n de la escultura, y conmueve pensar que a¨²n existen empresas inmobiliarias con mentalidad de ONG, aunque s¨®lo sea para la defensa y difusi¨®n de las estatuas ecuestres, a pesar de que algunos suspicaces se malicien que las inmobiliarias no acostumbran a dar puntada sin hilo, de modo que, al final, el caballo lo paguen a prorrata, sin saberlo, quienes compren un piso con vistas al caballo monstruoso.
Jerez es la ciudad del caballo y es tambi¨¦n la ciudad de las estatuas de caballos. Hay montones. Y est¨¢ bien que una ciudad eternice en bronce sus emblemas, aunque quiz¨¢ no est¨¦ tan bien que los emblemas se transformen en pesadillas urban¨ªsticas recurrentes: imag¨ªnense, qu¨¦ s¨¦ yo, el pueblo de Jabugo atestado de monumentos al cerdo ib¨¦rico. De cualquier forma, el Ayuntamiento de Jerez tiene una deuda ideol¨®gica pendiente con otro caballo: el que monta el general Primo de Rivera en la plaza del Arenal, desmantelada ahora para construir un aparcamiento subterr¨¢neo. Ya puestos a promocionar el emblema del caballo, podr¨ªan desmontar al espad¨®n y recolocar al caballo exento. As¨ª se evitar¨ªan los jerezanos la imagen surrealista de un caballo montado por un mulo. Digo yo.
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