Sangre, sudor y peste
No hace mucho le¨ª en alg¨²n libro sobre la evoluci¨®n de la humanidad que el hombre desarroll¨® su cerebro cuando empez¨® a comer carne. Esta afirmaci¨®n cient¨ªfica me ha quitado las ganas de hacerme vegetariana, cosa que me ven¨ªa a la mente cada vez que mi bistec supuraba agua en plena fritura. De momento, sigo siendo carn¨ªvora para perpetuar la evoluci¨®n de nuestros cerebros, ya de por s¨ª maltrechos, y no puedo negar que tras un chulet¨®n me siento reconfortada. Y a¨²n m¨¢s: reconozco que tengo una cierta debilidad por los mataderos y que la sangre y la carne a medio despedazar me provocan un morbo especial. Por eso tan pronto supe de la exposici¨®n L'escorxador de Barcelona: 25 anys a Mercabarna, me puse en funcionamiento, no por el matadero de Mercabarna, que ya conoc¨ªa, sino por saber de la vida y miserias del anterior, ubicado en el barrio de Hostafrancs de Barcelona.
Lo que ahora es el parque del Escorxador fue hace s¨®lo 25 a?os un hervidero de ratas, moscas y malos olores que ten¨ªan amargados a los vecinos, por no hablar de los 500 trabajadores del matadero que los soportaban de m¨¢s cerca. All¨ª se albergaba lo que hace las delicias de estos roedores: cobre, agua y carne, y las cien ratas que nos tocan por habitante en esta ciudad campaban a sus anchas. "Yo acostumbraba a batir las palmas antes de entrar", me comentaba el director del matadero de Mercabarna, V¨ªctor Trigueros. Empez¨® en 1962 como aprendiz de matarife, pas¨® por todas las secciones y confiesa no sentir ning¨²n tipo de nostalgia por aquellos a?os. Naturalmente, las ratas tambi¨¦n intentan acercarse a Mercabarna. "En alg¨²n sitio tienen que estar, ?no?", comenta el se?or Trigueros. Pero las tienen literalmente cercadas a varios metros a la redonda. Lo que ahora es el matadero de Mercabarna dista un abismo de lo que fue el de Hostafrancs, y eso se puede ver en la exposici¨®n, ubicada, precisamente, en la Biblioteca Joan Mir¨® del parque del Escorxador.
El origen de un matadero debemos situarlo en la Edad de Piedra, cuando el hombre invent¨® utensilios para cazar y cortar la carne, aunque no fue hasta el Imperio Romano cuando se instal¨® el primer matadero en Europa. En 1310 Barcelona ya ten¨ªa cinco. Fue la primera ciudad europea en tener un matadero municipal, en el a?o 1456. En el siglo XVII era tanta la producci¨®n c¨¢rnica que el ayuntamiento hizo construir corrales en las afueras de la ciudad. Tras la ¨²ltima gran epidemia que sufri¨® la ciudad, en 1870, se plante¨® la necesidad de construir un matadero alejado del ¨¢rea urbana. Fue el alcalde Rius i Taulet quien decidi¨® su construcci¨®n en los entonces terrenos de Hostafrancs conocidos como la Vinyeta, un espacio que Cerd¨¤, en su plano urban¨ªstico, hab¨ªa emplazado como parque p¨²blico. Se construy¨® con los materiales que quedaron tras echar abajo alguno de los edificios de la Exposici¨®n Universal de 1888 y se inaugur¨® el 2 de febrero de 1892. Dur¨® 88 a?os y su demolici¨®n supuso un gran alivio para los vecinos. Nueve meses m¨¢s tarde se abr¨ªa el definitivo matadero en Mercabarna.
De la mano del se?or Trigueros recorro los diferentes paneles que explican e ilustran el antes y el ahora del proceso de muerte y desolladura de una res. C¨®mo se mataba a golpe de maza y c¨®mo se insensibiliza ahora al animal con una pistola neum¨¢tica o una descarga el¨¦ctrica. C¨®mo se desollaba en el suelo y c¨®mo ahora lo hace una m¨¢quina que acompa?a un trabajador. Antes se part¨ªa la res a golpe de hacha, mientras que ahora lo hace una sierra el¨¦ctrica. En Hostafrancs la sangre corr¨ªa por un canal para ir a parar a la cloaca; en Mercabarna se almacena en un dep¨®sito, se esteriliza y una empresa americana se encarga de secarla y, una vez convertida en polvo, se va a un vertedero controlado. Pero quiz¨¢ lo que m¨¢s agradecen los trabajadores es que hace 25 a?os se cargaban las reses a la espalda, mientras que ahora est¨¢ todo mecanizado. En este momento el proceso desde la muerte de un animal hasta que entra en el frigor¨ªfico no dura m¨¢s de media hora, antes era casi un d¨ªa, y sin frigor¨ªfico. Lo curioso del caso, seg¨²n Trigueros, es que la calidad de la carne no era muy diferente de la de ahora.
Con motivo de la exposici¨®n se ha editado un libro de fotograf¨ªas de Pepe Encinas titulado L'escorxador ahir. Es un magn¨ªfico reportaje en blanco y negro del matadero y su gente, hecho poco antes del traslado. Tambi¨¦n est¨¢ el testimonio de vecinos y antiguos trabajadores. Comentan la visita de muchos diestros, que iban a entrenarse en el descabello, y de los que iban a buscar material para fabricar cuerdas de guitarra, o la sangre de buey para la coloraci¨®n de vinos, o los fetos, criadillas y pezu?as para las fieras del parque. "Unos zuecos llenos de un fango sangoso y piltrafas, una blusa dicen que blanca, unos calzoncillos dicen tambi¨¦n de albo color, aunque todo aquello era indefinible...", escrib¨ªa Bragado y Jori en 1902.
En 1979, en las calles de Hostafrancs apareci¨® esta pintada: "Ni rates ni pudors, Doneu-nos l'escorxador". El matadero fue para el barrio, pero los vecinos se quejaban de que no hab¨ªa sombra y parec¨ªa un mar de cemento. Ahora hay un palmeral, una biblioteca, un polideportivo, un ¨¢rea para ni?os y otra para perros. Se puede jugar a la petanca, al ping-pong. Pero sobre todo se puede respirar. (La exposici¨®n est¨¢ abierta hasta el 8 de noviembre).
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