Entre la traici¨®n y la heroicidad
El aut¨¦ntico Lobo considera que la pel¨ªcula reconoce su trabajo
Para unos, un traidor que merece la muerte. Para otros -incluido ¨¦l mismo- un h¨¦roe sin recompensa ni reconocimiento. Es Mikel Lejarza Egu¨ªa, El Lobo, el topo infiltrado en ETA que propici¨® en septiembre de 1975 la mayor redada sufrida jam¨¢s por esta organizaci¨®n terrorista. Ahora, 29 a?os despu¨¦s de aquella operaci¨®n policial, el esp¨ªa resurge de sus cenizas en la piel del actor Eduardo Noriega. "Me parece bien que hagan una pel¨ªcula de mi vida. Es una forma de reconocer mi trabajo, del que otros, en cambio, han obtenido tantas medallas. Porque es incre¨ªble que yo tenga m¨¢s reconocimiento del Mosad israel¨ª, del FBI... que en Espa?a", se queja.
?Pero qui¨¦n es El Lobo? Un hombre nacido en 1947 en Areatza (Vizcaya), donde su padre trabajaba de panadero, que en los estertores del franquismo -y del propio dictador- sirvi¨® en bandeja a los servicios secretos la captura de 320 supuestos etarras.
Lejarza, que se mov¨ªa en c¨ªrculos abertzales, fue captado en los a?os setenta por un polic¨ªa apellidado Linares para que actuara como infiltrado en ETA. "Ten¨ªa que hacer algo. La situaci¨®n en el Pa¨ªs Vasco estaba muy crispada. Yo, que estaba en ese entorno, llegu¨¦ a la conclusi¨®n de que ten¨ªa que hacer algo", asegura el viejo topo.
El Seced, los servicios de espionaje creados por el almirante Luis Carrero Blanco, empezaron en octubre de 1972 a planificar la introducci¨®n de un agente en ETA con el objetivo de luchar contra una organizaci¨®n cada vez m¨¢s activa. Baste recordar que, apenas unos meses despu¨¦s, ETA asesin¨® en la calle de Claudio Coello de Madrid al propio Carrero, a la saz¨®n presidente del Gobierno de Franco. O que el 13 de septiembre de 1974 una bomba caus¨® una matanza en la cafeter¨ªa Rolando, muy pr¨®xima a la sede de la Direcci¨®n General de Seguridad, entonces enclavada en la Puerta del Sol.
Y ah¨ª entra en escena Mikel Lejarza. ?ste, despu¨¦s de una larga labor de acercamiento a la organizaci¨®n, consigui¨® llegar a tratar de t¨² a t¨² a los dirigentes etarras. Utiliz¨® como tapadera su profesi¨®n de decorador, lo que, seg¨²n ¨¦l, le hab¨ªa permitido conocer a un sinf¨ªn de arquitectos en media Espa?a. ?Y para qu¨¦ le serv¨ªa eso? Pues, seg¨²n El Lobo, gracias a ese trabajo, pod¨ªa montar una red de pisos que sirvieran de escondite a los comandos desplazados a Madrid o Barcelona para cometer atentados. As¨ª se convirti¨® en una pieza clave dentro del aparato de infraestructura de ETA.
En julio de 1975, estando en una reuni¨®n de la c¨²pula etarra en Sokoa (Francia), estall¨® una bomba en la vivienda, que no caus¨® v¨ªctimas. El Lobo sab¨ªa que eso iba a ocurrir y tuvo que tener la sangre fr¨ªa de aguantar el miedo con los nervios a flor de piel. S¨®lo unos d¨ªas despu¨¦s, su vida volvi¨® a estar en peligro: la polic¨ªa le descubri¨® cuando iba en un coche con unos etarras por el paseo de la Castellana, lo que desencaden¨® un tiroteo. Los agentes, que desconoc¨ªan la presencia del topo dentro del comando, dispararon cientos de balas, que costaron la vida a uno de los etarras. Lejarza escap¨®.
"La realidad fue mucho m¨¢s dura que lo que sale en la pel¨ªcula", afirma Lejarza, quien, no obstante, confiesa que le "emocion¨®" verla. Durante el rodaje asisti¨® de madrugada a la grabaci¨®n de una escena en la calle del Guadiana, en la colonia de El Viso (Madrid).
ETA jur¨® pagar la traici¨®n de El Lobo con su muerte. El Seced pag¨® a su agente una operaci¨®n de cirug¨ªa pl¨¢stica en la Cl¨ªnica Angloamericana, de Madrid. Pero, aun as¨ª, admite: "Todav¨ªa me puede matar cualquier descerebrado".
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