Lengua y literatura

Que un escritor de fama en el ¨¢mbito de la lengua catalana, como es el caso de Ferran Torrent, concurra a un premio editorial en castellano ten¨ªa que producir alguna controversia. El hecho de tratarse del premio Planeta, uno de los m¨¢s importantes del pa¨ªs, daba al suceso, adem¨¢s, una resonancia impensable en otra circunstancia. A algunas personas, sinceramente preocupadas por la situaci¨®n de la lengua, la decisi¨®n de Torrent les ha provocado un evidente malestar. Otras, por el contrario, juzgan positiva la resoluci¨®n del escritor por el efecto beneficioso que, aseguran, tendr¨¢ sobre la literatura escrita en valenciano.

Torrent es un hombre que aspira a vivir de la escritura, como ¨¦l mismo ha manifestado en ocasiones, y, bajo esta ¨®ptica, es l¨®gico que trate de obtener el mayor beneficio de su trabajo. Es una actitud coherente, profesional, a la que no cabe hacer la menor objeci¨®n. Conviene decir que la pol¨¦mica que ha provocado su presencia en el premio Planeta no la ha creado el escritor, sino quienes se han empe?ado en convertirlo en un s¨ªmbolo para la lengua valenciana.

Si el empleo del valenciano fuera para Ferran Torrent una actitud moral, el asunto cambiar¨ªa radicalmente, pero no parece que sea ¨¦sa la cuesti¨®n. Uno cree que el novelista escribe en valenciano porque es su lengua y a trav¨¦s de ella aprendi¨® a ver el mundo. Si eso es as¨ª -y no encuentro motivos para que no lo sea-, no deber¨ªamos buscar otras intenciones a su decisi¨®n. En todo caso, si hemos de juzgarle, hag¨¢moslo por la calidad de sus novelas y no por la lengua en la que est¨¢n escritas. Si esas obras resisten el paso del tiempo, el incidente carecer¨¢ de importancia en unos a?os y nadie lo recordar¨¢.

Lo que s¨ª es cierto es que la decisi¨®n de Torrent de concurrir al Planeta con una obra escrita en castellano no ha hecho m¨¢s que manifestar la precaria situaci¨®n que vive el valenciano. Ser¨ªa injusto responsabilizar al escritor de una situaci¨®n que ¨¦l mismo padece. El valenciano, como el catal¨¢n o el mallorqu¨ªn, tiene planteado actualmente un problema de dimensiones. Es un problema de n¨²mero de hablantes, de mercado editorial, que, en un mundo como el nuestro que tiende a la concentraci¨®n, tendr¨¢ una soluci¨®n dif¨ªcil.

El suceso que comentamos se ha producido al mismo tiempo que el Institut d'Estudis Catalans publicaba un informe sobre la situaci¨®n de la lengua. No es un informe precisamente optimista. Los miembros del Institut dibujan un panorama grave para el futuro del catal¨¢n y han hecho un llamamiento a los gobiernos y a la sociedad para afrontarlo. Cuando una lengua debe recurrir al gobierno para asegurarse la supervivencia es que no conf¨ªa en sus propias fuerzas y est¨¢ en muy mal estado. Por mucho que hagan los gobiernos, no se lograr¨¢ nada si los hablantes le dan la espalda como, al parecer, sucede con el catal¨¢n.

Quiz¨¢ no deber¨ªamos cargar sobre los gobiernos toda la responsabilidad en el asunto. Lo cierto es que el mundo ha cambiado y hoy nos suenan extra?as las viejas palabras de Pla: "Nosaltres, la generaci¨® postnoucentista, treballem y treballarem per augmentar la voluntat d'¨¦sser. Una literatura -en totes les seves formes- ¨¦s l'esperit d'una llengua. Fondre llengua i poble es donarli un esperit. Es la primera obligaci¨® d'un escriptor. Aquesta feina ¨¦s primordial, i, si conv¨¦ sacrificar-hi tres generacions, cal fer-ho impertorbablement".