La Espa?a que viene
Se extiende la impresi¨®n de que el PP est¨¢ malherido. Puede que s¨ª y puede que no. En realidad, lo que el Partido Popular representa est¨¢ vivo en Europa y en Am¨¦rica, con todos los matices diferenciales que se quiera. Espa?a no es el ¨²ltimo reducto de ese pensamiento ideol¨®gico.
Aqu¨ª en Valencia, las luchas intestinas entre campistas y zaplanistas pueden quedar en escaramuzas para el recuerdo de una parte muy menor del electorado. Camps sigue consolid¨¢ndose; y si el Gobierno central no espabila y le quita la baza del agua (m¨¢s pronto que tarde), Canal 9 y el victimismo pueden ganarle una vez m¨¢s la partida a un PSPV de vuelo todav¨ªa gallin¨¢ceo. Aun contando con la presencia residual del zaplanismo. Se dice que las disensiones internas son siempre causa inexorable de derrota. Es una verdad a medias, incompleta. A Blair le llueven las cr¨ªticas y las deserciones desde su propio partido, pero toda la tramoya parece urdida ¨²nicamente para asustarle. No es as¨ª, claro est¨¢; no obstante los indicios apuntan a una nueva victoria laborista sin cambio de l¨ªder.
Para que las disensiones internas sean causa de derrota han de estar aderezadas con grandes esc¨¢ndalos y una situaci¨®n de crisis econ¨®mica. El PSOE perdi¨® por 300.000 votos cuando la econom¨ªa ya hab¨ªa vuelto a la senda del crecimiento. Exactamente lo mismo que le ocurri¨® a Bush padre. La econom¨ªa valenciana va objetivamente mal, pues se fundamenta en resortes anticuados, cuando no caducos; pero mientras ande subjetivamente bien, por ah¨ª no habr¨¢ castigo. El electorado se nutre de impresiones, y si dura el ladrillo, la impresi¨®n de que el PP defiende a Espa?a y el PSPV a Catalu?a, es una baza formidable. Dice la SER que el ochenta y tantos por ciento de los ib¨¦ricos se siente orgulloso o muy orgulloso de ser espa?ol. Descontados Catalu?a y Euskadi salimos a m¨¢s. Nada que no supi¨¦ramos quienes nos mezclamos con el pueblo y apenas si se nos ve en los cen¨¢culos. Adem¨¢s, el hombre medio se cree m¨¢s la ret¨®rica espa?ola y espa?olista de los mentores de Aznar, que la del tripartito en su dimensi¨®n m¨¢s suave, la de Maragall.
No se convence a millones con sutilezas pol¨ªticas y sociales. La Espa?a de Maragall -aceptada por Zapatero tal vez a la fuerza ahorcan- es el discurso de la cabeza caliente y los pies fr¨ªos, si es que el oyente se digna escuchar, pues lo normal es la huida. Mientras, Rajoy y los suyos toman nota para convertir en carnaza tales ideas. Hoy las televisiones se asoman m¨¢s al parlamento, gracias a Zapatero, mientras los medios adversos al PSOE redoblan las andanadas. Dice Maragall: "Donde haya una bandera catalana est¨¢ tambi¨¦n la espa?ola". Moralmente. "Si est¨¢ la bandera catalana, Espa?a est¨¢ representada". En ausencia, claro. Yo me pregunto cu¨¢nta chunga puede hacer p¨²blicamente un Rajoy a costa de este "me ver¨¦is y ya no me ver¨¦is, estar¨¦ con el Padre". ?C¨®mo es que las partes representan el todo, sin que ni siquiera quede claro que el todo representa a las partes? Los americanos, pongo por caso, ?nos enviar¨ªan la bandera de Oreg¨®n para representar a Estados Unidos? No salen estas palabras de mi boca, quede constancia. Este art¨ªculo, por si no me he explicado bien, pretende ser meramente descriptivo de algo que no s¨¦ si va a ocurrir, pero que no es nada inveros¨ªmil que ocurra. En manos de un pol¨ªtico simplemente mediocre, eso de estar y no estar una bandera y s¨ª otra y ser lo mismo, es escol¨¢stica aplicada a la pol¨ªtica y puede ser zarandeada a placer y con muchas ganas. M¨¢xime cuando el autor de una reflexi¨®n pol¨ªtica-filos¨®fica de esta ¨ªndole ha dicho antes que su bandera (la catalana) es su persona, y por lo tanto su patria. Le llamar¨¢n, en rechifla, cuanto menos b¨ªgamo; en rigor pol¨ªgamo, pues si donde est¨¢ la bandera catalana est¨¢ Espa?a, lo mismo valdr¨¢ para la andaluza y la murciana, etc¨¦tera. En el imaginario popular, las aclaraciones, por muy puestas en raz¨®n que est¨¦n, sonar¨¢n a excusa mejor o peor hilvanada y echar¨¢n a perder el patio m¨¢s de lo que lo est¨¦ cuando llegue la hora. Maragall apoyar¨ªa a Catalu?a en una final de hockey contra Espa?a, "en la que ganaremos porque somos los mejores". ?Chanza amistosa entre aficionados? Ya se encargar¨¢n de darle otro sentido a tales palabras. "Esto no es un problema, no es un terremoto... es deporte". El deporte es la religi¨®n de nuestro tiempo, dec¨ªa V¨¢zquez Montalb¨¢n. Maragall, ya hecho un l¨ªo, se hunde m¨¢s diciendo que no hay "intencionalidad perversa", sino la libre expresi¨®n de un sentimiento deportivo y nacional compatible con el respeto mutuo. Si el Valencia juega contra el Arsenal hay respeto mutuo, porque estamos lo bastante civilizados, si contra el Madrid, lo que hay es una mescolanza de sentimientos que desbordan ampliamente el mero respeto mutuo. Claro. Las Espa?as de Maragall son pa¨ªses meramente confederados con relaci¨®n perecedera, seg¨²n cu¨¢ndo y c¨®mo convenga.
La legislatura est¨¢ en sus comienzos y ya la oposici¨®n ha lanzado algunas granadas identitarias. Pocas dudas caben de que Rajoy y su tropa est¨¢n almacenando munici¨®n. Falsa o distorsionada, burda o elegante, qu¨¦ m¨¢s da. Lo importante es c¨®mo lo perciba el electorado. Dice Isidre Molas, vicepresidente primero del Senado: "La queja permanente de Catalu?a es un vicio, pero tiene sus razones". Lo m¨¢s fino y menos hiriente hay que suponerlo en boca de Rajoy: "La queja permanente de Catalu?a ha tenido sus razones, pero ya es vicio desintegrador".
Pretender que en una campa?a electoral el pueblo aprenda y comprenda la historia de Espa?a, puede equivaler a propiciar la vuelta al poder del partido popular, lo que en tales circunstancias podr¨ªa ser un desastre para todo, incluidos los populares. Naturalmente, y por si no lo he dicho todav¨ªa, uno podr¨ªa estar equivocado. Me curo modestamente en salud. Las reacciones populares no son ¨¢lgebra elemental. No me arrepentir¨¦, sin embargo, de decir que se est¨¢ jugando con fuego. En parte, pero s¨®lo en parte, porque el ej¨¦rcito de Maragall ve llegada su hora y es incapaz de contener su euforia. Decir, en fin, que todos los pueblos de Espa?a se quieren unidos y en libertad, no se traduce por "Catalu?a es independiente", como al parecer ha dicho este demasiado sutil pol¨ªtico. Rajoy no entiende el misterio de la Sant¨ªsima Trinidad. Ni Zapatero. Ni mis vecinos. Tampoco yo. No hoy.
Manuel Lloris es doctor en Filosof¨ªa y Letras.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.