Cuentos tristes

Eugenio Barba es un rico y exuberante director de escena italiano que ha vivido en Europa, en Oriente, en Asia; est¨¢ influido por Grotowski, por las fantas¨ªas ¨¢rabes, por el racionalismo europeo y hoy por los cuentos de Andersen, al que adopt¨® en Dinamarca, donde vive y ha trasladado su compa?¨ªa Odin Teatret, que fund¨® en Noruega. El programa me instruye de que se trata una peque?a f¨¢bula sobre un grupo de artistas que espera la llegada de un compa?ero, al que quieren contar los cuentos de Andersen, y ¨¦l lo que ha visto en otros mundos. La filosof¨ªa -dicen- es que en ese tiempo, contando f¨¢bulas, se pasa tambi¨¦n la vida. ?Ustedes mismos!

Lo que vemos: las Antillas, los barcos esclavistas y los esclavos, africanos y ¨¢rabes, al propio Andersen convertido en mu?eco suave y rom¨¢ntico, y enamorado de quien podr¨ªa ser Scherezade; o¨ªmos m¨²sicas varias, bonitas y tristes; aparecen alfombras persas, salen m¨¢scaras de carnaval de Venecia y encapuchados de procesi¨®n; los colores se mezclan con atrevimiento dentro de una armon¨ªa, las luces colaboran y las caras de los actores, altos, macizos y no j¨®venes, hacen los gestos adecuados, contenidos y bien trabajados; aparecen y desaparecen unas zapatillas rojas, una vendedora de cerillas y otras alusiones a los cuentos y sus personajes. La sala misma est¨¢ reconstruida para hacer esta representaci¨®n como en un teatro redondo, y hay hasta espectadores falsos: mu?ecos realistas y bien vestidos... La hora y cuarto del espect¨¢culo cunde. Y al final los espectadores se van marchando, de uno en uno, como al entrar, cuando los ayudantes van llamando a cada butaca numerada y dejando penetrar a su titular.