"Fuimos nosotros"
Francisco S¨¢nchez Ruano pas¨® 11 a?os en la c¨¢rcel por una bomba en el Valle de los Ca¨ªdos que no puso. Ayer conoci¨® en Par¨ªs a los autores del atentado
La coartada del "pasaba por all¨ª" no son¨® muy convincente para la justicia franquista. Y Francisco S¨¢nchez Ruano fue condenado a 28 a?os, de los que cumpli¨® casi once en el penal de Burgos. Le acusaron de poner una bomba en el Valle de los Ca¨ªdos el 12 de agosto de 1962, sin heridos. Pero la coartada era cierta. S¨¢nchez Ruano, un joven anarquista que no sab¨ªa nada de bombas y s¨®lo hab¨ªa repartido panfletos, ense?aba a unos amigos franceses y americanos la cripta donde estaba enterrado Jos¨¦ Antonio Primo de Rivera, ahora acompa?ado por Franco.
"Me gustaba una americana muy alta de Aiesec, una asociaci¨®n de Econ¨®micas, donde yo estudiaba", cuenta S¨¢nchez Ruano, que ahora tiene 67 a?os. "Por eso llev¨¦ a su grupo a El Escorial, y ya que est¨¢bamos, al Valle de los Ca¨ªdos, que para los extranjeros era incre¨ªble".
Mart¨ªn no se plante¨® entregarse entonces. "No me arrepiento. Son cosas que pasan en una guerra"
"Cuando explot¨®, est¨¢bamos al lado. Casi nos coge. Corrimos hacia afuera. Nos tomaron los nombres. Cuando me detuvieron, un mes despu¨¦s, trat¨¦ de que aplicaran la l¨®gica: ning¨²n activista se queda en el lugar donde est¨¢ explotando una bomba. Pero eso no serv¨ªa con ellos. Me estuvieron pegando toda la noche para que confesara, aunque creo que sab¨ªan perfectamente que yo no hab¨ªa sido".
La l¨®gica que no entend¨ªa la polic¨ªa franquista ten¨ªa sentido. Los que colocaron la bomba estaban muy lejos. Programaron que explotara cuatro horas despu¨¦s de que dejaran la cripta, que se inaugur¨® en 1959. "Ten¨ªamos que volver a Francia r¨¢pidamente", cuenta Antonio Mart¨ªn, autor del atentado, que ahora, como entonces, vive en Par¨ªs. "Nos entretuvimos porque tuvimos que recoger a un cura que bajaba del monasterio del valle con un ni?o", recuerda.
Iba con un compa?ero franc¨¦s, el doctor Paul Desnais. ?l llevaba el coche. Parec¨ªa sencillo. Quedaron en Perpi?¨¢n para que su jefe, Octavio Alberola, les diera el explosivo. Pararon en Calatayud para comprar un reloj despertador y los cables para el circuito. Mart¨ªn, el ingeniero electr¨®nico, prepar¨® y coloc¨® la bomba camuflada con fruta, tomate y salchich¨®n. "S¨®lo quer¨ªamos hacer ruido", asegura.
En la prensa anarquista esos d¨ªas salieron panfletos: "Franco, ni en tu tumba te dejaremos descansar". Esa semana hab¨ªa otro grupo preparado para matar al caudillo. Pero el coche esperado s¨®lo llevaba a su mujer y a su hija, y no se atrevieron.
El franquismo necesitaba un gesto de fuerza, y S¨¢nchez Ruano era un candidato ideal para cargar el muerto. "Era muy pardillo", recuerda ¨¦l mismo. Lo detuvieron en casa de sus padres, cuando volv¨ªa de una juerga. Ni siquiera hab¨ªa escondido la propaganda. Adem¨¢s, era un converso, hab¨ªa sido falangista. "El juicio fue una farsa. La polic¨ªa me dijo que me caer¨ªa uno o dos a?os, y a m¨ª me pareci¨® horrible... ?Pero 28!", recuerda.
Ayer, Mart¨ªn y Desnais se encontraron por primera vez con S¨¢nchez Ruano, en Par¨ªs, para quitarse una espina. "Fuimos nosotros", le confesaron despu¨¦s de 42 a?os. Todos piden al Gobierno socialista que revise los juicios del franquismo.
Mart¨ªn no se plante¨® entregarse entonces para que liberaran al inocente. "No arreglaba nada. Nunca lo habr¨ªan soltado. No me arrepiento. Son cosas que pasan en una guerra. Yo en ese momento pensaba en otras acciones". De hecho, volvi¨® al a?o siguiente a poner otra bomba, en la Direcci¨®n General de Seguridad. Tambi¨¦n logr¨® huir, y del atentado culparon a Francisco Granado y Joaqu¨ªn Delgado. Ellos no han vivido para contarlo. Los mataron a garrote vil.
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