Azufre en la azotea
Vecinos y autoridades polemizan por el grado de contaminaci¨®n en el Campo de Gibraltar
Raquel ?eco, de 33 a?os, subi¨® una ma?ana de julio a la azotea de su casa, en la barriada de Puente Mayorga, en San Roque (C¨¢diz), y recibi¨® en la cara una bofetada de olor a azufre. Un polvillo naranja ca¨ªdo del cielo hab¨ªa manchado todos los tejados del barrio y los coches aparcados en la calle. "Las sillas blancas de pl¨¢stico, la mesa, la ropa tendida, todo estaba pringado de naranja. Y eso entra en los pulmones, y no puede ser bueno", recuerda Raquel. En su casa no siempre huele a azufre; a veces apesta a p¨®lvora, otras a gasolinera y otras como si te hubieras olvidado durante una semana de bajar la basura. El mal olor procede del macrocomplejo industrial Campo de Gibraltar, y en concreto de la refiner¨ªa Gibraltar, de Cepsa, una factor¨ªa del tama?o de 150 campos de f¨²tbol, creada en 1969, que destila 12 millones de toneladas de petr¨®leo al a?o y que est¨¢ a menos de medio kil¨®metro de la azotea de Raquel. Ella lleva muchos a?os convencida de que respira veneno. Ahora, casi ca¨ªda del cielo tambi¨¦n, le ha llegado un aliado de nombre estramb¨®tico con el que no contaba: la Brigada del Cubo, un grupo de ecologistas estadounidenses especializado en luchar contra plantas petrol¨ªferas del tama?o de ciudades, que ha ganado demandas en California y Luisiana y que ya ha desembarcado en la bah¨ªa de Algeciras para analizar el aire. Y aseguran que lo analizado en un punto pegado a la refiner¨ªa contiene 22 veces m¨¢s benceno de lo permitido. Las organizaciones ecologistas de la zona calculan que 3.000 personas viven, como Raquel, pegadas al complejo industrial, y que 15.000 est¨¢n directamente afectadas.
Todo empez¨®, como otras cosas en C¨¢diz, con el viento: cuando sopla levante, el mal olor -y los supuestos elementos t¨®xicos- viaja hacia Algeciras o San Roque; cuando sopla poniente, la peste se balancea hacia Gibraltar. Y fue desde Gibraltar desde donde el Environmental Safety Group envi¨® un SOS a los miembros de la Brigada del Cubo: "Decidimos invitar a Denny Larson, uno de los miembros m¨¢s destacados de este grupo, para que nos ayudara, y acept¨®, vino, se espant¨® de lo que vio, nos ense?¨® a utilizar su cubo, y se fue", explica Janet Howitt, miembro del grupo ecologista.
El cubo que da nombre al movimiento naci¨® en California en 1995, cuando Edward Masry, un abogado que acusaba a una refiner¨ªa de contaminar la vida de los vecinos de Contra Costa County, espole¨® a un ingeniero local para que dise?ara un sistema barato y transportable que permitiera a comunidades pobres recolectar por su cuenta muestras de aire supuestamente contaminado. El ingeniero lo logr¨®: incorpor¨® determinadas v¨¢lvulas y una bolsa de pl¨¢stico a un cubo met¨¢lico normal y corriente. El principio b¨¢sico es simple: hacer el vac¨ªo en el cubo mientras la bolsa que contiene se va llenando del aire que lo rodea. Masry a su vez consigui¨® que las muestras recogidas fueran consideradas por la Agencia Norteamericana de Medioambiente. Hab¨ªa nacido un arma peque?a pero efectiva contra algunas industrias petrol¨ªferas. El abogado de la idea es el jefe del gabinete donde trabaj¨® Erin Brockovich, la mujer que consigui¨® doblegar una planta qu¨ªmica y personaje llevado al cine por Julia Roberts.
"Y una noche de septiembre, con dos coches, fuimos, gente de Gibraltar y nosotros, a sacar muestras con el cubo. Donde peor ol¨ªa, all¨¢ fuimos. Y acabamos en un lugar denominado La Colonia, pegado a la refiner¨ªa, y no muy lejos de una barriada de casas", recuerda Juan Jos¨¦ Uceda, ecologista miembro de la Plataforma Sanitaria en Campo de Gibraltar. Hicieron cuatro mediciones m¨¢s. Y las enviaron a un laboratorio californiano recomendado por Larson. Tres resultaron inocuas. Pero en la de La Colonia aparecieron 110 microgramos de benceno por metro c¨²bico -lo permitido es cinco- y niveles de disulfuro de carbono, touleno y ¨¢cido sulfih¨ªdrico tambi¨¦n por encima de lo estipulado.
Un portavoz de la refiner¨ªa Gibraltar de Cepsa califica de "fantasmada" la acci¨®n de los brigadistas. "No se mantiene desde el punto de vista cient¨ªfico. Nosotros hacemos nuestras muestras, con sistemas m¨¢s elaborados que ¨¦se del cubo. Y no s¨®lo nosotros. Tambi¨¦n la Junta de Andaluc¨ªa lo hace y nos controla", a?ade. Y concluye: "Esta planta da trabajo a m¨¢s de 3.000 personas. Y el pol¨ªgono entero, a 30.000. El otro d¨ªa, alguien en la planta comentaba que mientras en San Fernando protestan porque se llevan los astilleros, aqu¨ª lo hacen para que se vayan las f¨¢bricas".
Juan Luis Ramos, profesor del CSIC, lleva m¨¢s de un a?o, por encargo de la Junta de Andaluc¨ªa, analizando el aire y el agua de la zona. "Y en todas las mediciones la media de benceno y de tolueno no ha sobrepasado nunca los l¨ªmites permitidos", asegura. En el caso del benceno, la media en La L¨ªnea es de 1,4 microcramos por metro c¨²bico. En Los Barrios, es de 0,5. Los ecologistas replican que estas localidades est¨¢n a varios kil¨®metros de donde ellos midieron. Ramos pone "la mano en el fuego" por su an¨¢lisis. "De los de otros no me hago responsable", a?ade.
Mientras, los vecinos siguen protestando: el mi¨¦rcoles, una cincuentena se concentr¨® cerca de la refiner¨ªa. Una de ellas, Francisca Ruiz, de 55 a?os, asegura que desde los 13 es asm¨¢tica. Otra, Ana Luz Mateos, de 47 a?os, quiere hacer "una lista de muertos de c¨¢ncer y otra de los condenados a muerte". En esto, la Junta de Andaluc¨ªa es terminante: "La Escuela Andaluza de Salud P¨²blica ha hecho un estudio epidemiol¨®gico que demuestra que no hay ninguna relaci¨®n entre mortandad y contaminaci¨®n", explica un portavoz de la Consejer¨ªa de Medio Ambiente.
El ecologista Uceda le responde: "Que vayan al sitio donde medimos aquella noche. Y que nos demuestren que es mentira lo del benceno".
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