?Universidad instrumental?
"Yo no pretendo decir lo que, en abstracto, debe ser la Universidad, presentar un desider¨¢tum universitario. Esta tarea ha sido cumplida ya. Mi prop¨®sito es moverme en esa zona, modesta e indecisa, pero realista, que se extiende desde lo que puede ser hasta lo que va a ser. Se trata, pues, de un escrito circunstancial, estrechamente ligado a un proceso, el de nuestro tiempo, en el cual es forzoso inscribir el proceso de la Universidad". Tal prop¨®sito era expresado por Jos¨¦ Luis L. Aranguren, a la saz¨®n catedr¨¢tico de ?tica de la Universidad de Madrid, en la nota previa de su breve ensayo El futuro de la Universidad, publicado en 1963. Como m¨¢s de 30 a?os antes Ortega y Gasset escribiera acerca de lo que debe ser la instituci¨®n en su Misi¨®n de la Universidad, el profesor Aranguren consideraba nuevamente el tema cuando la agitaci¨®n estudiantil y la oposici¨®n de destacados acad¨¦micos ocurr¨ªan contra otra dictadura, la del general Franco. Poco despu¨¦s, en 1965, Jos¨¦ Luis L. Aranguren fue apartado de su c¨¢tedra, que no le ser¨ªa restituida con todos los derechos hasta 1976.
A partir de la ley de los tres estadios del proceso de la humanidad (teol¨®gico, metaf¨ªsico y positivo), que formulara Auguste Comte, la tesis que el profesor Aranguren quiso demostrar en su breve ensayo es que la aut¨¦ntica Universidad ten¨ªa que cumplir, en el futuro, un papel positivo. Precisamente, y despu¨¦s de la dictadura del general Primo de Rivera, el pensamiento de Ortega y Gasset hab¨ªa culminado el estadio metaf¨ªsico en la Universidad espa?ola, volviendo a significar el esp¨ªritu filos¨®fico independiente durante la Segunda Rep¨²blica. Una libertad intelectual que se fundament¨® en la creencia en una raz¨®n especulativa, discursiva e idealista, metaf¨ªsica al fin y al cabo, cuyo modelo pedag¨®gico fue el human¨ªstico. Una libertad intelectual menoscabada con el estallido de la guerra civil y que, negada en el marco jur¨ªdico del nuevo Estado franquista, apenas despuntar¨ªa con el llamado Instituto de Humanidades, impulsado en la Universidad de Madrid en torno a Ortega y Gasset por el el rector La¨ªn Entralgo y el ministro de Educaci¨®n Nacional, Ruiz Gim¨¦nez.
En opini¨®n de Jos¨¦ Luis L. Aranguren, poco quedaba de ese legado a principios de la d¨¦cada de 1960, produci¨¦ndose la crisis de la Universidad "metaf¨ªsica" cuando tal condici¨®n, que hab¨ªa sido vivida como liberadora, se convirti¨® en ideol¨®gica y, por tanto, encadenadora. La Universidad ten¨ªa que ser "cr¨ªtica y disolutoria de todo pseudodeber, es decir, anal¨ªtica". Pero esta labor negativa no es suficiente, puntualizaba Aranguren, pues tiene que ser seguida de "una nueva, problem¨¢tica y buscada totalizaci¨®n del saber". ?ste era el caso de la promoci¨®n de la interdisciplinariedad en los estudios impartidos en algunas facultades francesas, consecuencia de que la filosof¨ªa tiene que nutrirse de la materia de las ciencias positivas: por un lado, del conocimiento cient¨ªfico de la naturaleza y, por otro, de ese mismo conocimiento del hombre. As¨ª, la organizaci¨®n de la Universidad americana en departamentos pretend¨ªa romper con la separaci¨®n en facultades, que se hab¨ªa vuelto r¨ªgida y cerrada a una nueva y m¨¢s flexible totalizaci¨®n del saber; una organizaci¨®n departamental que fue implantada en la Universidad espa?ola en 1965.
Por otra parte, la Universidad ya no pod¨ªa ser mantenida pura e incontaminada, separada y cerrada de la cotidianidad social. La Universidad del futuro deber¨ªa estar abierta a la realidad social, comentando Jos¨¦ Luis L. Aranguren que "tendr¨ªa que ponerse al servicio del pa¨ªs y no a la inversa, como hasta ahora ha ocurrido". La teor¨ªa es inseparable de la praxis, como la ciencia de la t¨¦cnica. Un futuro de la Universidad que no fue presente hasta la consolidaci¨®n de la democracia en Espa?a, abord¨¢ndose entonces la reforma del sistema universitario mediante la Ley Org¨¢nica de Reforma Universitaria, de 25 de agosto de 1983. El ministro de Educaci¨®n y Ciencia, el socialista Jos¨¦ Mar¨ªa Maravall, resumi¨® en tres los objetivos de tal reforma: autonom¨ªa de cada Universidad, competitividad entre todas ellas y modernizaci¨®n de sus estructuras mediante la potenciaci¨®n de los departamentos. En buena parte, aquella ley no s¨®lo ten¨ªa el prop¨®sito de modificar el sistema universitario seg¨²n persist¨ªa desde el pasado r¨¦gimen dictatorial, sino tambi¨¦n de elevar la instituci¨®n universitaria a un nuevo estadio: el positivo.
Sin embargo, el desarrollo reciente de la Universidad ejemplifica el borroso l¨ªmite de esa nueva etapa (que Aranguren calificaba como anal¨ªtica, liberadora, cr¨ªtica y disolutoria) con un estado "instrumental" orientado a fines, consecuencia de la disoluci¨®n de las tesis de la metaf¨ªsica racionalista, que acaba separando la ciencia de la t¨¦cnica y constri?endo la cultura con el profesionalismo. Una situaci¨®n creada por la sumisi¨®n a los imperativos del poder y las exigencias de la producci¨®n. De este modo, la capacidad anal¨ªtica, cr¨ªtica y liberadora de la Universidad queda mediatizada por la dominaci¨®n de las relaciones humanas por las econ¨®micas: se trata de la cosificaci¨®n de la inteligencia, de su mercantilismo.
Francisco Sevillano Calero es profesor titular de Historia Contempor¨¢nea de la Universidad de Alicante
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