Transportar la excelencia del pasado al futuro
Ning¨²n galard¨®n m¨¢s merecido que el premio otorgado por la Fundaci¨®n Amigos del Museo del Prado a Philippe de Montebello, director del Metropolitan Museum of Art de Nueva York desde 1977 hasta la actualidad, lo que le convierte en el m¨¢s antiguo de esta instituci¨®n centenaria y en uno de los directores m¨¢s veteranos de todo el mundo, a pesar de su juventud. No se sobrevive as¨ª por las buenas en ninguna parte, y menos en una instituci¨®n tan fr¨¢gil y, en los ¨²ltimos tiempos, tan batida como la de un museo importante. En este sentido, aunque la relaci¨®n de Montebello con Espa?a y el Museo del Prado ha sido constante y ejemplar durante las dos ¨²ltimas d¨¦cadas, motivo por el que ha obtenido una de las m¨¢s altas condecoraciones del Estado espa?ol, la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Cat¨®lica y la Medalla de Oro del Spanish Institute, ambas en 1992, y ahora el Premio de la Fundaci¨®n Amigos del Museo del Prado, el valor de Montebello trasciende cualquier color local. No pod¨ªa ser menos en un parisino de nacimiento, que se doctor¨® en Harvard y que ha dedicado pr¨¢cticamente toda su excelente trayectoria profesional a enaltecer la vida de uno de los mejores museos del mundo. El arte de Montebello ha consistido en llevar a la pr¨¢ctica bien lo que otros dicen, pero no hacen o lo hacen mal. Con eficacia, discreci¨®n e inteligencia. Con firmeza. Con convicci¨®n. ?Ay!, ?qu¨¦ cualidades tan ausentes hoy en muchos de los amedrentados directores que hoy dimiten de su funci¨®n cada d¨ªa aunque conserven el cargo! Un gran director de un museo hist¨®rico es el que sabe transportar la excelencia del pasado al futuro, y no quien, a espaldas de ambos, pierde tambi¨¦n la labor encomendada en el presente. Con este premio, cuya justicia es sentida por todo amante del arte hoy en el mundo, no s¨®lo se celebra a una notable personalidad, sino que se homenajea al amor por el arte y a quienes han demostrado ser sus mejores heraldos.
En cualquier caso, rememorando la labor que ha relacionado a Montebello con Espa?a, conviene recordar que por su iniciativa se han celebrado en el Metropolitan Museum de Nueva York las exposiciones de Al Andalus, Zurbar¨¢n, Ribera, Vel¨¢zquez y, m¨¢s recientemente, la de Vel¨¢zquez y Manet, todo esto realizado entre 1987 y la actualidad, lo cual constituye no s¨®lo un bagaje elocuente de su inter¨¦s por la difusi¨®n del arte espa?ol, sino una prueba irrefutable de la calidad de su gesti¨®n como director, as¨ª como un ¨ªndice muy indicativo de las otras muchas iniciativas que ha acometido sobre los temas m¨¢s diversos de la historia de la cultura y el arte mundiales. Es particularmente relevante, por otra parte, lo que significa el modelo museogr¨¢fico instituido por Montebello en un momento en el que los museos est¨¢n atravesando una fuerte crisis de identidad. Son las circunstancias en las que se hacen m¨¢s valiosas la posesi¨®n de un criterio y la autoridad para llevarlo a cabo al margen de modas, pol¨¦micas o aceptaci¨®n social. En este punto, la huella de Philippe de Montebello es y ser¨¢ indeleble.
Babelia
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