La pr¨®rroga alivia al Atl¨¦tico

Se paseaban sin consuelo por sus respectivas ¨¢reas t¨¦cnicas los dos entrenadores; de brazos cruzados, Ferrando, y con nerviosismo y masticando chicle Luis C¨¦sar. Los dos equipos se lo repart¨ªan todo. Las ocasiones, la posesi¨®n del bal¨®n, los saques de esquina y los errores. Pero la fortuna, en un encuentro de escaso f¨²tbol aunque de mucha intensidad, se?al¨® al Atl¨¦tico. Merced a una jugada ensayada, a la salida de una falta que remat¨® Garc¨ªa Calvo, despu¨¦s que la pelota pasara por entre las piernas del ¨¢rbitro, los rojiblancos obtuvieron el pase para los octavos de final de la Copa. El N¨¤stic lo intent¨® hasta la extenuaci¨®n. El Atl¨¦tico, anteponi¨¦ndose a las adversidades -Salva, entre otras cosas, jug¨® cojo la pr¨®rroga- venci¨®.

Mientras los reservas del N¨¤stic -quiz¨¢s con la presi¨®n gratuita de saberse los verdugos del campe¨®n, el Zaragoza- ten¨ªan prisas por demostrar a su afici¨®n y a s¨ª mismos que merecen un puesto en el equipo titular, los del Atl¨¦tico parec¨ªan atenazados ante la posibilidad de ser el en¨¦simo equipo de Primera en despedirse prematuramente de la competici¨®n. As¨ª, apenas trabajaron los porteros. Felip -eludiendo aquello de las superticiones- vest¨ªa un atuendo amarillo fosforescente que, si no amedrent¨® al rival, surti¨® su efecto; Salva y Paunovic, los referentes ofensivos de Ferrando -se ech¨® en falta al lesionado Ni?o Torres-, no le inquietaron en momento alguno. M¨¢s de lo mismo Leo Franco, que, en casi todas las ocasiones, par¨® con la vista.

Se empe?aron ambos conjuntos en obviar la l¨ªnea del mediocampo y las bandas. Tanto el N¨¤stic como el Atl¨¦tico, tal que quisieran hacer gala de la palabras que pronunci¨® antes del choque el t¨¦cnico granate, Luis C¨¦sar, -apel¨® a la guerra del Vietnam- se despreocuparon de las tareas ofensivas para destruir el juego contrario. El mediocentro colchonero, Colsa, era el vivo ejemplo del panorama futbol¨ªstico que depar¨® la noche; cada vez que ten¨ªa el bal¨®n controlado en sus pies, levantaba la cabeza, hac¨ªa todo tipo de aspavientos para que alg¨²n compa?ero se ofreciera, a fin de tocar de primera, jugar con el compa?ero m¨¢s pr¨®ximo y evitar los balonazos largos, altos e in¨²tiles, a los hombres de arriba. Durante muchos minutos, acentuados en la segunda mitad, ambos cuadros intercambiaron los papeles. El N¨¤stic, sin acierto, apretaba y achicaba los espacios midiendo sus posibilidades. El Atl¨¦tico, herm¨¦tico y soliviantando sus males a base de coraje, observaba impotente c¨®mo el rival le com¨ªa progresivamente su terreno. Pero al final, el N¨¤stic, m¨¢s aguerrido y atacante, se qued¨® sin la recompensa merecida. Un gol de pillos le alcanz¨® a un Atl¨¦tico con m¨¢s oficio.