Un gran tipo
Lo dijo con su elocuencia porte?a Adri¨¢n Iaies, a quien se hab¨ªa encargado la misi¨®n de abrir la sesi¨®n del mi¨¦rcoles en recuerdo de Federico Gonz¨¢lez: "Fue un gran tipo". Uno no hubiera encontrado una frase m¨¢s ajustada para definir a quien me precedi¨® en estas mismas p¨¢ginas. Federico fue un gran tipo y tambi¨¦n alguien que dedic¨® lo mejor de s¨ª a la tarea de descubrir la belleza en una m¨²sica que am¨® sobre todas las cosas. Un divulgador, en el m¨¢s noble sentido de la palabra. Que la familia del jazz haya cerrado filas en torno a un miembro de la misma es cosa que se agradece, adem¨¢s de justa, trat¨¢ndose de Federico. El marco no pod¨ªa ser mejor, con las setecientas y pico localidades del aforo ocupadas en su totalidad.
Concierto en recuerdo de Federico Gonz¨¢lez
Adri¨¢n Iaies Tango Reflections Tr¨ªo. Brad Mehldau Tr¨ªo. Adri¨¢n Iaies, piano; Horacio Fumero, contrabajo; Pablo Mainetti, bandone¨®n. Brad Mehldau, piano; Larry Grenadier, contrabajo; Jorge Rossy, bater¨ªa. Centro de la Villa, Madrid. 10 de noviembre.
Dos pianistas y una sola escuela, la del maestro de todos los pianistas del jazz moderno, Bill Evans. Iaies atempera la marca dejada por ¨¦ste en su estilo a la circunstancia argentina. A la resultante le llama "tango reflections", puesto que toca predominantemente tangos, aunque tambi¨¦n valsecitos criollos y a Miles Davis. Es m¨²sico apasionado, inventivo en lo mel¨®dico y reflexivo en la forma ordenada que tiene de exponer sus ideas. A su vera tuvo a su compatriota, residente en Barcelona, Horacio Fumero, m¨²sico ¨¢gil, vers¨¢til y seguro como hay pocos. La novedad ven¨ªa por la presencia de un int¨¦rprete de bandone¨®n rompiendo el esquema cl¨¢sico del tr¨ªo de piano de jazz. Mainetti fue capaz de tirar para adelante en su dif¨ªcil solo sobre Round about midnight, de Thelonious Monk.
Si la primera parte de la velada hubiera justificado por s¨ª misma el desplazamiento, a¨²n faltaba Brad Mehldau. Sus interpretaciones son pausadas, sopesa cada nota que sale de su piano y cada nota parece concentrar todo un universo de seducci¨®n. Su m¨²sica penetra en el espacio sagrado del rito donde lo ef¨ªmero toma la forma de la experiencia m¨ªstica, poco importa si se trata de los Beatles (She is leaving home) o de Cole Porter (Something to me).
Un jazz a tres voces en el que no se levanta la voz m¨¢s all¨¢ de lo necesario. Claro que, tras hora y media de la misma medicina, uno hubiera agradecido otra cosa, pero tambi¨¦n entiende uno que precisamente es ah¨ª donde radica su gracia.
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