R¨¢fagas de desamores
EL AGITADOR colombiano Fernando Vallejo viaj¨® hace no mucho a Holanda para comentar el nuevo milenio y puso a parir al Nazareno aprovechando que los dos milenios contables empiezan con la pasi¨®n y muerte de Cristo. Le sorprendi¨® la reacci¨®n de quienes abandonaron la sala tirando los aud¨ªfonos de traducci¨®n porque uno de sus compatriotas, Erasmus de Rotterdam (1467-1536), hab¨ªa sido incansable defensor de la tolerancia. "S¨®lo la he encontrado en Espa?a y en Am¨¦rica Latina". El ponente tir¨® sus aud¨ªfonos despu¨¦s de que lo hubieran hecho cuatro asistentes a la conferencia. "Y segu¨ª hablando".
Fernando Vallejo, de 62 a?os, autor de La virgen de los sicarios, se desplaz¨® a Tijuana para asistir al 22? aniversario del Centro Cultural de esa ciudad fronteriza, que patrocina el foro Tijuana, tercera naci¨®n, y all¨ª repiti¨® que ¨¦l naci¨® en la religi¨®n de Cristo y en ella le bautizaron, pero la humanidad est¨¢ perdida si Cristo es el paradigma de lo humano. Dice que no quiere epatar ni ofender, pero conforme se hizo viejito y acumul¨® pesimismos, m¨¢s sentido encuentra al nicarag¨¹ense Rub¨¦n Dar¨ªo (1865-1916) en su poema Lo fatal: "no hay dolor m¨¢s grande que el dolor de estar vivo, ni mayor pesadumbre que la vida consciente, ser y no saber nada y ser sin rumbo cierto".
A prop¨®sito de Fernando Vallejo, su ¨²ltima novela y su fatalismo en el Congreso de Tijuana
El fatalismo de Vallejo es cuesti¨®n de a?os porque s¨®lo el paso del tiempo le permiti¨® la comprensi¨®n de las cosas. "De ni?o, uno no las entiende. Algunas cositas las empec¨¦ a ver a los 40 a?os. Veo claro muy poquitas, pero con una claridad inmensa". Ahora lee textos cient¨ªficos, biolog¨ªa y f¨ªsica, para acercarse a las causas de su ¨ªntima convicci¨®n: "El desastre total que es la vida humana sobre el planeta". Detesta las tres religiones sem¨ªticas porque, adem¨¢s de otros cargos, no entendieron que los animales con sistema nervioso son nuestros pr¨®jimos. No lee literatura hace 15 a?os porque nada le aportan despu¨¦s de haber descubierto "que me voy a morir dentro de poquito".
Fernando Vallejo no conoc¨ªa Tijuana ya que apenas viaja desde su domicilio en M¨¦xico, hace 34 a?os, para trabajar en cine. Los anfitriones de la pasada semana en el debate sobre sus verdades y su ¨²ltimo libro, Mi hermano el alcalde (Alfaguara), fueron Teresa Vicencio, titular del Centro Cultural de Tijuana (CECU), y Antonio Naval¨®n, director de Tijuana, tercera naci¨®n, un foro que promueve el renacimiento cultural de una ciudad estigmatizada por la violencia, en cuyas lindes Estados Unidos levant¨® un muro para impedir la inmigraci¨®n ilegal de mexicanos. Vallejo sabe de ciudades violentas y de muros, y recorri¨® el tramo que, cerca del r¨ªo Bravo, cubren murales de artistas locales.
Las arremetidas contra las sotanas son inevitables porque los Papas son unos bellacos, y Vallejo no entiende la prepotencia de algunos vicarios de Cristo, y menos que se acuchille a los cerdos para celebrar el nacimiento del Ni?o Dios. Mahoma es un infame, y los poetas, una plaga. Pero sus juicios sobre los pol¨ªticos, con la excepci¨®n de los decentes, son tremendamente sensatos. "Los colombianos son por esencia irreductibles traidores", subraya en Mi hermano el alcalde. Y los escritores, agrega, ni saben, ni se dan cuenta, ni tienen la lucidez para explicar el mundo.
El feroz antihumanismo del antioque?o es consecuencia de su propia singularidad y del descarnado procesamiento de las tragedias hist¨®ricas. Las reflexiones sobre el mundo arrancaron con los fil¨®sofos presocr¨¢ticos y entonces no exist¨ªa la f¨ªsica sino la metaf¨ªsica, y la f¨ªsica de hoy es la metaf¨ªsica y "no es nada m¨¢s". Y como todo sigue empantanado en Her¨¢clito y Parm¨¦nidas, en Zen¨®n y Pit¨¢goras, pues nada se ha avanzado. O sea, Vallejo no encuentra razones para la esperanza y por eso contin¨²a repartiendo estopa contra los hijueputas y g¨¹evones, y jovialmente justifica el incesto o le duele la persecuci¨®n de los pederastas "en las hogueras de la inquisici¨®n europeas".
No le gustan los actos p¨²blicos, ni las presentaciones y homenajes, pero acudi¨® a Tijuana porque le invitaron y le apeteci¨® el garbeo, y porque, de vez en cuanto, le gusta compartir su insolencia. No parece un farsante y su amor por los animales es aut¨¦ntico y bastante inobjetable. Los hombres, que se jodan jodi¨¦ndose unos a otros. Dice lo que siente y lo que piensa. "Lo que ocurre es que en el mundo de lo pol¨ªticamente correcto decir la verdad de uno es una provocaci¨®n y puede ofender a muchos". Le preguntan y responden. Televisa le pregunt¨® en Tijuana y Vallejo respondi¨® y el locutor se pasm¨®: "Los colombianos les exportamos los sicarios y ustedes, los mexicanos, la corrupci¨®n".
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