Bach siempre llama dos veces
Diecis¨¦is a?os despu¨¦s de su primera grabaci¨®n, Jean-Guihen Queyras ha vuelto a grabar las ¡®Suites para violonchelo solo¡¯ de Bach. Todo lo que ha vivido desde entonces ha dejado huella en su interpretaci¨®n
Seis obras compuestas en C?then hace m¨¢s de tres siglos siguen siendo el Everest que todo violonchelista conf¨ªa en poder escalar alg¨²n d¨ªa. Durante mucho tiempo, sin embargo, fue una monta?a ignota para todos, ya que las Suites para violonchelo solo de Johann Sebastian Bach permanecieron in¨¦ditas hasta 1825 y no se incluir¨ªan en el vigesimos¨¦ptimo volumen de la primera edici¨®n completa de las obras del compositor hasta 1878. Luego siguieron arrumbadas en el olvido durante varias d¨¦cadas m¨¢s: la grabaci¨®n pionera que Pau Casals realiz¨® en Londres y Par¨ªs en plena guerra civil espa?ola ¨C?qu¨¦ paradoja!¨C dio a conocer a muchos aquella cima oculta tras las nubes y, como la dificultad de coronar la cumbre se mantiene intacta, hoy siguen siendo la principal vara de medir la musicalidad, la pericia t¨¦cnica y la madurez de cualquier violonchelista.
El hecho de que Bach resaltara en sus manuscritos, tanto en las cubiertas como ¨Cen el caso de las Sonatas y Partitas para viol¨ªn solo¨C en el encabezamiento de cada una de ellas, que eran obras compuestas ¡°senza Basso¡±, sin bajo, apunta a que su autor era muy consciente de que esta m¨²sica, as¨ª concebida, era una rareza, una extravagancia. El gran violonchelista holand¨¦s Anner Bylsma expres¨® esta idea de manera mucho m¨¢s humor¨ªstica y visionaria: ¡°Al principio, uno piensa que este ¡®senza basso¡¯ se menciona en la portada para evitar que el int¨¦rprete se ponga a buscar una parte de bajo. M¨¢s tarde, uno supone que el violonchelista tocar¨¢ ¨¦l mismo el bajo con dobles cuerdas y, en realidad, eso acaba sucediendo. Pero sucede raramente (Menuet II y Sarabande III). Casi siempre lo ¨²nico que hay es una nota del bajo aqu¨ª y all¨¢, y se invita al oyente a que conforme ¨¦l mismo la l¨ªnea del bajo en conjunci¨®n l¨®gica con esas pocas y claras notas del bajo, o incluso con suced¨¢neos de ellas¡±. Bach decidi¨® partir, pues, de una aparente negaci¨®n: la imposibilidad de viol¨ªn o violonchelo para hacer m¨²sica aut¨®noma por s¨ª solos, ya que ambos parec¨ªan condenados bien a la agrupaci¨®n con sus cong¨¦neres, bien a la compa?¨ªa de instrumentos polif¨®nicos capaces de tejer el sost¨¦n arm¨®nico homog¨¦neo que ellos, en principio, no pod¨ªan crear por s¨ª solos. Estas partituras parecen revelar un universo mayoritariamente mon¨®dico pero que, agazapado entre las l¨ªneas, esconde un entramado en el que asoman, o se adivinan, otras voces: ¡°voces distantes¡±, como en la pel¨ªcula de Terence Davies, que yacen escondidas en alguna parte y que afloraron hasta hacerse audibles en las transcripciones que el propio Bach realiz¨® para clave y la¨²d de algunas de estas obras. Estos arreglos nos muestran algo que puede ¡°sobreentenderse¡± (como la semiton¨ªa subintellecta en el Renacimiento), pero que ¨¦l no lleg¨® a escribir, y que somos nosotros quienes, en una escucha activa, debemos imaginar o completar.
Agazapado entre las l¨ªneas de esta partitura mon¨®dica, se esconde un entramado en el que asoman, o se adivinan, otras voces
Jean-Guihen Queyras grab¨® inicialmente las Suites de Bach en una iglesita rom¨¢nica de Sulzburg, en la Selva Negra, en 2007. Un templo barroco, esta vez en la neerlandesa Haarlem, lo acogi¨® 16 a?os despu¨¦s, en ambos casos con el mismo instrumento que lo acompa?a fielmente desde hace casi dos d¨¦cadas, construido por Gioffredo Cappa en 1696: coet¨¢neo, por tanto, del Bach adolescente. Su contacto continuado con la m¨²sica contempor¨¢nea (fue solista durante a?os del Ensemble intercontemporain y este a?o va a participar en varios conciertos conmemorativos del centenario de Pierre Boulez) y su intensa actividad camer¨ªstica con instrumentistas de la talla de los violinistas Isabelle Faust y Daniel Sepec, la violista Tabea Zimmermann o el pianista Aleksandr Melnikov han dejado una profunda huella en su estilo, aunque en el caso concreto de la Suites de Bach lo que ha marcado decisivamente su vivencia de las mismas ha sido el hecho de tocarlas en el espect¨¢culo Mitten wir im Leben sind (la traducci¨®n luterana de la ant¨ªfona cat¨®lica Media vita in morte sumus), que puede verse en el Blu-ray de este ¨¢lbum y en el que integrantes del ballet Rosas, incluida su directora, la core¨®grafa belga Anne Teresa De Keersmaeker, bailan estas Suites al tiempo que Queyras las toca en directo en el escenario.
Es esta misma colaboraci¨®n la que ha encontrado eco en un libro de conversaciones con Emmanuel Reibel publicado en 2022, con sus cap¨ªtulos ligados a reflexiones escritas en diferentes ciudades del mundo (Tokio, Barcelona, Forcalquier, Montreal, Berl¨ªn, Buenos Aires, Par¨ªs y Atenas) y titulado significativamente Bach: les Suites en partage. Acostumbrado a la soledad intr¨ªnseca a este repertorio en una sala de conciertos, Queyras ha sentido durante a?os c¨®mo, de repente, lo compart¨ªa en vivo con otras personas que, a su vez, ofrec¨ªan lo que podr¨ªamos llamar una interpretaci¨®n de su interpretaci¨®n, una doble hermen¨¦utica de unos textos que admiten infinitas ex¨¦gesis.
Escuchando sus nuevas versiones, se percibe con claridad que Queyras no se limita a tocar las Suites: m¨¢s bien las vive, las recrea, las resucita. No es dif¨ªcil percibir varias novedades, como los acordes de los cinco ¨²ltimos compases del Pr¨¦lude, ahora desarrollados en una sucesi¨®n de arpegios, los sorprendentes y laud¨ªsticos pizzicati al comienzo del primer Menuet o el final impetuoso y con un dejo arrebatado, casi teatral, de la Courante, en todos los casos de la Suite n¨²m. 2. La Sarabande de la n¨²m. 5 suena como susurrada al o¨ªdo en un pian¨ªsimo casi extremo, que ¨¦l mismo sit¨²a ¡°en el l¨ªmite de la nada¡±. Tambi¨¦n su ornamentaci¨®n en las repeticiones es, si cabe, m¨¢s org¨¢nica, m¨¢s confiada e imbricada en esas zonas que Bach dej¨® en penumbra. Queyras tiene tan interiorizadas las riadas de m¨²sica que contienen las Suites que el hecho de que las haya tocado tantas veces de memoria en una ¨²nica velada ¨Csolo o rodeado de bailarines¨C no deber¨ªa impresionar a nadie, porque hace tiempo que forman parte de ¨¦l, de ah¨ª que broten de su instrumento con la misma naturalidad con que un poeta recita sus propios versos. Y, en otro posible s¨ªmil, el francocanadiense semeja ser un esquiador desliz¨¢ndose suavemente por una pendiente que, para ¨¦l, no parece entra?ar peligro alguno: la m¨²sica lo gu¨ªa, lo conduce, lo lleva de la mano, y viceversa. El pr¨®ximo 17 de junio, Jean-Guihen Queyras tocar¨¢ las seis Suites de Bach en la Thomaskirche de Leipzig, a pocos metros de la tumba del compositor, una suerte de sanctasanct¨®rum que acoger¨¢ un nuevo reencuentro ¨Cel m¨¢s personal de todos¨C de estos dos viejos y buenos amigos.
Bach: Suites para violonchelo solo
Harmonia Mundi. 2 CD y 1 Blu-ray
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