Qu¨¦ hacer con Bush
Houston, tenemos un problema. La nave espacial Bush va a seguir volando otros cuatro a?os, y sus comandantes creen que ahora tienen un mandato del cielo. Dios ha hablado a trav¨¦s del 51% de los votantes estadounidenses. Ha observado la "guerra contra el terror" del presidente Bush y le ha parecido bien. Varios altos cargos me aseguran que la Administraci¨®n quiere "tender la mano" a los aliados europeos durante su segundo mandato, pero todo indica que la orientaci¨®n esencial de la pol¨ªtica exterior de Bush seguir¨¢ siendo la misma. Colin Powell, a quien los europeos consideran moderado y realista, ha dicho que Washington seguir¨¢ realizando su pol¨ªtica exterior "de forma agresiva". Aunque no sea m¨¢s que una exhibici¨®n t¨¢ctica de firmeza y lealtad para conservar el puesto, demuestra por d¨®nde van los tiros.
Uno de los escasos signos prometedores es que Bush ha telefoneado al actual presidente de la UE y le ha expresado la intenci¨®n de trabajar conjuntamente
Tratar a Estados Unidos como si fuera 'Gran Hermano' es f¨¢cil y divertido, pero no nos sirve para nada. Nos quedamos abucheando desde las gradas
Iba en taxi por Broadway y el conductor ten¨ªa la radio en una emisora cristiana que hablaba de si Dios ten¨ªa un plan para EE UU. La respuesta era que s¨ª
Desde la nave espacial Bush, la tierra se ve diferente. El equipo de esta Casa Blanca est¨¢ m¨¢s aislado que ning¨²n otro de las cr¨ªticas y las realidades externas, salvo cuando se trata de ganar unas elecciones. Como vimos en su primer debate televisado frente a John Kerry, el presidente Bush no est¨¢ acostumbrado a que le discutan su pol¨ªtica exterior. Y es un comandante en jefe de convicciones misioneras. ?Qu¨¦ posibilidades tiene la realidad contra el poder aplastante de la fe?
"Creo sinceramente", dijo Laura Bush, llena de fervor, durante una conversaci¨®n con Larry King en la CNN, que Irak est¨¢ transform¨¢ndose en una democracia. Y era como si, por el solo hecho de creerlo, tuviera que ser verdad. Nosotros, los terr¨¢queos de a pie, seguimos pensando ingenuamente que lo que cuenta son los hechos sobre el terreno e ignoramos -all¨¢ nosotros- el poder de eso a lo que alguien ha dado el ingenioso nombre de "informaci¨®n basada en la fe" para crear su propia realidad alternativa y proyectarla, despu¨¦s, sobre la mitad conservadora de Estados Unidos a trav¨¦s de Fox News y los programas radiof¨®nicos de extrema derecha. En un sondeo reciente, el 42% de los encuestados respondi¨® que las cosas "iban bien" en Irak.
Houston, tenemos un problema
O sea: Houston, tenemos un problema. El problema es Houston. ?Qu¨¦ podemos hacer nosotros? Me refiero a los europeos y al 48% de estadounidenses que est¨¢n todav¨ªa m¨¢s descorazonados que nosotros ante la perspectiva de cuatro a?os m¨¢s de Bush. Tenemos tres opciones.
Cualquiera que pase cierto tiempo en Estados Unidos puede contribuir al gui¨®n. Por ejemplo: el otro d¨ªa iba en taxi por Broadway y el conductor ten¨ªa la radio en una emisora cristiana llamada Family Radio. El presentador hablaba de un libro titulado La luz y la gloria: ?ten¨ªa Dios un plan para Estados Unidos? La respuesta era que s¨ª. El plan de Dios -y, por si quieren saberlo, los datos de los servicios de informaci¨®n correspondientes a este tema est¨¢n en el evangelio seg¨²n san Lucas, cap¨ªtulo 2, vers¨ªculo 32- es que los americanos tienen que ser "una luz que ilumine a los gentiles". O, como dec¨ªa el presentador, en una versi¨®n ligeramente adornada de la informaci¨®n sacada de Lucas, los americanos han sido enviados "como una luz para el mundo". Qui¨¦n lo iba a decir.
3. Dedicarse a convencer. Tony Blair lleg¨® a Washington el jueves con esa intenci¨®n. Se trataba de mostrarse totalmente fiel en p¨²blico y, al mismo tiempo, instar en privado a la moderaci¨®n, el multilateralismo y otras bondades al caballero de la Casa Blanca. Ahora que Arafat abandona el escenario, Blair quiere animar al Gobierno de Bush a que aproveche la ocasi¨®n para lograr un acuerdo de paz biestatal entre Israel y Palestina. El Reino Unido va a asumir la presidencia del G-8 y, en el segundo semestre de 2005, la de la Uni¨®n Europea, as¨ª que Blair debe pedir a Bush que ampl¨ªe su programa transatl¨¢ntico para que no s¨®lo aborde Irak e Ir¨¢n, sino tambi¨¦n el cambio clim¨¢tico, las negociaciones comerciales de Doha, ?frica, Darfur, las relaciones con China, etc¨¦tera. Si el presidente empieza a mencionar la posibilidad de bombardear las instalaciones nucleares de Ir¨¢n, Blair susurrar¨¢, como Jeeves: "?Le parece prudente, se?or?".
?Cu¨¢l es la mejor opci¨®n? Tratar a Estados Unidos como si fuera Gran Hermano es f¨¢cil y divertido, pero no nos sirve para nada. Nos quedamos abucheando desde las gradas. Lo que necesitamos es una sabia combinaci¨®n de la opci¨®n 2 y la opci¨®n 3. El sue?o gaullista de Chirac, de crear una superpotencia rival, est¨¢ condenado al fracaso, porque la mitad de Europa no le seguir¨¢, as¨ª que la Administraci¨®n de Bush se encontrar¨¢ ante infinitas posibilidades de ejercer el "divide y vencer¨¢s". Pero otra cosa que hemos aprendido de la crisis de Irak es que el estilo Jeeves de la diplomacia brit¨¢nica tampoco funciona. El Reino Unido, a solas, ya no tiene suficiente influencia (si es que alguna vez la tuvo) para enderezar el rumbo de la nave espacial de la hiperpotencia. En cambio, a la UE se la escucha en los campos en los que realmente posee coherencia y peso: el comercio y la pol¨ªtica de competencia. Incluso ha sido capaz de impedir la fusi¨®n de dos grandes compa?¨ªas estadounidenses: General Electric y Honeywell. Si la UE tuviera esa misma coherencia en pol¨ªtica exterior o de defensa, Washington tambi¨¦n le har¨ªa caso en esas ¨¢reas.
Lo que necesitamos, pues, es un presidente europeo Blairac. En mi opini¨®n, la f¨®rmula ideal de este c¨®ctel tan deseable es tres partes de Blair y una de Chirac. Otros europeos cambiar¨¢n las proporciones, seg¨²n sus gustos. Necesitamos la Europa fuerte que desea Par¨ªs, pero una Europa que se defina clara y sinceramente como socio estrat¨¦gico de Estados Unidos, no como su rival. Por suerte, en la gran coctelera que es la Uni¨®n Europea de 25 Estados miembros, y sobre todo con un nuevo presidente euroatlantista en la Comisi¨®n, Jos¨¦ Manuel Barroso, y un ministro de Exteriores tambi¨¦n euroatlantista, Javier Solana, es posible que tengamos la oportunidad posmoderna de contar con la voz de Blairac.
Agarrarse a un clavo ardiendo
Uno de los escasos signos prometedores en estos sombr¨ªos d¨ªas poselectorales es la noticia, poco aireada, de que el presidente Bush telefone¨® al primer ministro holand¨¦s, presidente actual de la UE, y le "expres¨® su intenci¨®n de trabajar con la Uni¨®n Europea y aprovechar nuestros valores e intereses comunes para fomentar el desarrollo y el progreso, derrotar a los terroristas y promover la libertad y la democracia en todo el mundo". Tal vez piensen que me agarro a un clavo ardiendo, pero tengo la sensaci¨®n de que conviene agarrarse a clavos ardiendo en estos momentos.
"El fracaso no es una opci¨®n" es la otra frase t¨ªpicamente norteamericana de la pel¨ªcula Apollo XIII. Los europeos, marcados por la historia, saben que el fracaso siempre es una posibilidad, incluso una probabilidad. Pero nuestra opci¨®n menos mala para ayudar a traer la nave espacial a la Tierra es poner a un Blairac a trabajar.
Traducci¨®n de M. L. Rodr¨ªguez Tapia.
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