El abogado de Bush
George W. Bush le llama "mi abogado". As¨ª, en castellano y con acento tejano. Si el Senado le confirma en el cargo -lo que suceder¨¢ con bastante probabilidad debido a la revalidada mayor¨ªa republicana en la C¨¢mara alta y a las t¨ªmidas reservas dem¨®cratas-, Alberto R. Gonzales, de 49 a?os, se convertir¨¢ en el primer responsable de Justicia hispano. Aunque el presidente no aludi¨® a su origen durante la presentaci¨®n del nuevo procurador general el pasado mi¨¦rcoles, 24 horas despu¨¦s de que el pol¨¦mico John Ashcroft renunciase al cargo. S¨ª hizo referencia Bush a la dura infancia de Gonzales.
Nacido en San Antonio (Tejas), hijo de inmigrantes mexicanos, padre alcoh¨®lico, trabajador de la construcci¨®n, y madre ama de casa, Alberto R. Gonzales -la Casa Blanca no facilita qu¨¦ nombre se esconde detr¨¢s de la "R" a petici¨®n del interesado- a los 12 a?os vend¨ªa refrescos a los estudiantes en el campo de f¨²tbol americano de la Universidad de Rice, en Houston. So?aba que alg¨²n d¨ªa estar¨ªa entre esos estudiantes, como ¨¦l mismo confes¨® hace poco, y lo logr¨®. Primero a la so?ada Rice y luego a Harvard.
Un tejano de padres mexicanos que cree que la Convenci¨®n de Ginebra es obsoleta
Desde una casa de dos habitaciones compartida con padres y otros siete hermanos -ninguno de los cuales fue a la universidad ni ha salido de Tejas- lleg¨® a ser consejero del presidente Bush en la Casa Blanca. Ahora dejar¨¢ este ¨²ltimo cargo y, a partir de enero, Gonzales desempe?ar¨¢ uno de los trabajos m¨¢s visibles y con m¨¢s influencia del mundo pol¨ªtico de Washington.
Al Gonzales no deja fr¨ªo a nadie. Los republicanos m¨¢s conservadores le miran con reservas; no en vano, defendi¨® cuando fue juez del Supremo estatal de Tejas el derecho de una adolescente a abortar sin tener el consentimiento de sus padres. Tambi¨¦n apoy¨® con resoluci¨®n la discriminaci¨®n positiva en las admisiones a la universidad. Los republicanos aplauden su nombramiento porque tem¨ªan algo peor: que acabara en el Tribunal Supremo.
Cualquiera menos Ashcroft, piensan los dem¨®cratas. Pero aun as¨ª no dejan de ver en Gonzales al hombre que ayud¨® a escribir la Patriot Act o al asesor de Bush que durante la ¨¦poca en que este ¨²ltimo era gobernador de Tejas -el hoy presidente respald¨® m¨¢s de 150 sentencias de muerte- redact¨® informes sobre peticiones de clemencia de condenados a la pena capital que ignoraban pruebas que evidenciaban que algunos convictos eran inocentes o hab¨ªan tenido una mala defensa.
Pero Gonzales se enfrenta a algo m¨¢s que a su pasado en Tejas. Tendr¨¢ que responder por la elaboraci¨®n mientras era consejero de Bush de la pol¨ªtica que defini¨® el trato que hab¨ªa que dar a los prisioneros de guerra tras los ataques del 11-S. Gonzales deber¨¢ defenderse en el Senado de haber escrito uno de los informes en los que se defiende que la Convenci¨®n de Ginebra no es aplicable a los detenidos sospechosos de terrorismo.
En febrero de 2002, Gonzales justific¨® ante Bush que "la guerra contra el terrorismo es un nuevo tipo de guerra" en la que se "valora la r¨¢pida obtenci¨®n de informaci¨®n para evitar nuevas atrocidades", y que la Convenci¨®n de Ginebra se hab¨ªa quedado "obsoleta". En opini¨®n de los grupos de defensa de los derechos humanos, fue a partir de ah¨ª cuando se paviment¨® el camino hacia los abusos y las torturas en Abu Ghraib.
La lealtad de Gonzales al presidente no tiene fisuras. Tras su nombramiento, agradeci¨® a Bush "la extraordinaria oportunidad" de servir a su pa¨ªs.
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