Vivir a ras de calle
M¨²sicos callejeros e indigentes forman parte del paisaje cotidiano del distrito
Suena la melod¨ªa de la canci¨®n B¨¦same mucho. Son las doce de un martes en la calle de la Princesa. Sentados en un banco, Vasile Marodin, de 23 a?os, toca el acorde¨®n, y su mujer, Macovei Liliana, de 20, le acompa?a con una pandereta. Ambos son rumanos y desde hace algunos meses se dedican a tocar por las calles, siempre por la zona de Moncloa, y esperan pacientemente a ver si se llena o no su peque?o cestito de mimbre con monedas de los transe¨²ntes. Est¨¢n siempre de 9.30 a 19.30. No hay d¨ªas de fiesta para ellos. Y si llueve, al metro. Pero las inclemencias no son su gran preocupaci¨®n. Es la polic¨ªa, ya que hace tres meses su visado de turistas expir¨®. "No quiero volver ahora a Ruman¨ªa, all¨ª se pasa mucha hambre", repiten con evidentes dificultades para comunicarse en espa?ol.
"All¨ª [en Ruman¨ªa] ganaba 10 euros al mes de camarero", asegura Vasile. En Madrid, tocando el acorde¨®n, ha llegado a ganar 600 euros en un mes. Su objetivo es ahorrar lo suficiente como para traer a Espa?a a su hija, de tres a?os, que dejaron en su pa¨ªs a cargo de la hermana de Vasile. Mientras esperan el momento intentan mandar todos los meses unos 100 euros a la peque?a. No es f¨¢cil, ya que pagan un alquiler, en San Crist¨®bal de los ?ngeles (Villaverde), de 350 euros al mes por una habitaci¨®n. Comparten la casa con otras cinco personas, tres espa?oles y otros dos rumanos.
Vasile y Macovei pasan todos sus d¨ªas en la calle, y forman ya parte del paisaje de Moncloa. Sin embargo, cuando terminan su jornada ellos pueden regresar a su casa. La otra foto de las calles de este distrito la representan aquellas personas que no tienen un techo al que volver por la noche. En Moncloa-Aravaca vive el 16,5% de los indigentes de la capital, seg¨²n un estudio del Ayuntamiento. Y un tercio de ellos, algo m¨¢s de un centenar, son inmigrantes. Mar¨ªa Teresa, de 58 a?os, es suiza de padre espa?ol. Dice que no le da miedo dormir sola en las calles, bajo unas escaleras cerca de Princesa. De todas maneras, da igual, porque no tiene "amigos", dice. La parte complicada de su relato llega cuando intenta explicar por qu¨¦ est¨¢ en las calles de Madrid desde hace 14 meses. O ella misma no lo tiene muy claro o, simplemente, no es capaz de explicarlo.
No todos los indigentes son mendigos, y a los que viven en las calles, en las aceras, hay que sumar otros que no se ven, pero tambi¨¦n sobreviven en condiciones muy precarias. Un d¨ªa de fiesta en el parque de la Dehesa de la Villa. A simple vista, muchos paseantes disfrutan de un d¨ªa soleado de noviembre. Pero junto a ellos, resguardados entre los arbustos de la vista del transe¨²nte, en la parte sureste del parque, cuatro personas toman el sol en unas sillas de jard¨ªn. Junto a ellos, su casa: dos tiendas de campa?a extendidas una junto a la otra. Por su acento, parecen procedentes de Europa del Este. Pero el miedo les hace rechazar cualquier contacto con el visitante.
Es l¨®gico, por el juego del gato y el rat¨®n que practican con los agentes de la Polic¨ªa Municipal. ?stos, de vez en cuando, les echan del lugar que han elegido para asentarse. "Les echan, se mueven a otros sitio, vuelven", asegura Antonio Ortiz, portavoz de la plataforma Salvemos la Dehesa de la Villa, que a?ade que el grupo de residentes del parque est¨¢ entre 8 y 10. Van all¨ª porque no tienen ning¨²n tipo de recursos, seg¨²n admite el Ayuntamiento. Su otra opci¨®n son los albergues, pero la rechazan, bien porque no les gusta el ambiente, bien porque han de dormir separados de sus parejas, ya que en los albergues hombres y mujeres han de pernoctar en lugares diferentes.
En la misma situaci¨®n se encuentra otro contingente de inmigrantes que viven al raso. Est¨¢n en la enorme superficie verde que representa la Casa de Campo, tambi¨¦n situada en el distrito de Moncloa-Aravaca. Entre el Lago y la avenida de Portugal, muy cerca de la zona donde Cruz Roja regenta tres albergues y un centro de atenci¨®n a toxic¨®manos, viven permanentemente m¨¢s de 30 personas, la mayor¨ªa inmigrantes, procedentes de Marruecos o de pa¨ªses de Europa del Este.
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