?Qu¨¦ dice el d¨®lar?
Los mercados financieros han reaccionado de forma desigual al triunfo de G. W. Bush en las elecciones presidenciales. Los de acciones lo recibieron con un alza, mientras que los de bonos ced¨ªan algo en precio. En los de divisas, tras un titubeo inicial, el d¨®lar estadounidense ha acentuado la depreciaci¨®n que frente al resto de las monedas ven¨ªa definiendo desde el inicio del primer periodo presidencial. Lo ha seguido haciendo tras la divulgaci¨®n del ¨²ltimo dato de creaci¨®n de empleo, mucho m¨¢s favorable que el esperado, y de la ¨²ltima elevaci¨®n de los tipos de inter¨¦s por la Reserva Federal. La venta de d¨®lares ha sido generalizada, frente a todas las monedas, y no s¨®lo en operaciones de los especuladores a corto plazo, sino igualmente por aquellos inversores con una perspectiva de asignaci¨®n a medio y largo plazo. Frente al euro ya ha vencido el r¨¦cord de hace nueve meses, situ¨¢ndose en 1,30, el precio m¨¢s bajo de todos los tiempos. Desde comienzos de 2001 la ca¨ªda ha sido del 30% y del 21% en t¨¦rminos efectivos.
La soluci¨®n a la ca¨ªda de la divisa estadounidense no son las intervenciones. Ni siquiera las verbales, como las recientes de responsables del BCE
Esa falta de confianza se ha traducido en una escalada del precio del oro. Lo viene haciendo desde abril de 2001, tras un descenso continuo durante m¨¢s de veinte a?os desde los niveles de 850 d¨®lares la onza. El aumento en los ¨²ltimos 42 meses ha sido del 70%, hasta esos 434 d¨®lares la onza, el precio m¨¢s elevado en 16 a?os. Un comportamiento que ha recordado a algunos analistas el observado tras la quiebra, en 1971, del r¨¦gimen cambiario concebido en Bretton Woods.
Los operadores en los mercados de divisas presumen que en el horizonte que se abre en este segundo periodo presidencial de Bush, no son muchas las posibilidades de reducci¨®n significativa del d¨¦ficit presupuestario y el de la cuenta corriente de la balanza de pagos. La persistencia de los factores que han determinado el nivel r¨¦cord de ambos, incluida la de los riesgos geopol¨ªticos y la actitud complaciente de la Administraci¨®n hacia esa evoluci¨®n del tipo de cambio, refuerzan esas posiciones vendedoras de la moneda americana. Su l¨ªmite no es f¨¢cil de establecer con los datos disponibles, en la medida en que no lo es la acotaci¨®n del d¨¦ficit por cuenta corriente, 572.000 millones de d¨®lares, casi un 6% del PIB. En la financiaci¨®n del mismo, a diferencia de lo ocurrido en la segunda mitad de los noventa, no son los flujos de inversi¨®n directa los dominantes, sino los materializados en t¨ªtulos del Tesoro, consecuentes con el creciente d¨¦ficit presupuestario y la decidida pol¨ªtica de intervenci¨®n en los mercados de divisas de algunos bancos centrales. Desde 2001, las reservas de divisas de los bancos centrales asi¨¢ticos han crecido en 1,2 billones de d¨®lares, equivalentes aproximadamente a las dos terceras partes del d¨¦ficit acumulado en el periodo.
En la determinaci¨®n de esa brecha entre las compras y ventas de bienes y servicios con el exterior, el comportamiento expansivo de la pol¨ªtica presupuestaria es uno de los factores principales. Desde el super¨¢vit de 236.000 millones de d¨®lares en 2000 se ha pasado a un d¨¦ficit de 413.000 millones de d¨®lares en el ejercicio fiscal que concluy¨® el pasado 30 de septiembre. Un deterioro sin precedentes que, seg¨²n la Oficina Presupuestaria del Congreso, hay que atribuir a las muy controvertidas reducciones de impuestos (favorecedoras de las rentas m¨¢s elevadas) y de un aumento en los gastos de seguridad y defensa tambi¨¦n inusuales. Los ingresos impositivos finalizaron un periodo de tres a?os de descenso en 2004, aunque tambi¨¦n en este a?o mantuvieron un crecimiento muy inferior al de los gastos. El gasto p¨²blico en defensa se mantuvo como la partida de m¨¢s r¨¢pido crecimiento del presupuesto en el ejercicio fiscal de 2004, despu¨¦s de haber registrado incrementos anuales del 15% en 2002 y 2003. En conjunto los gastos en defensa en 2004 fueron un 55% m¨¢s elevados que en 2000.
La presunci¨®n m¨¢s razonable es que el reforzamiento republicano en las c¨¢maras no va a favorecer una alteraci¨®n significativa de esa orientaci¨®n de las finanzas p¨²blicas. La conclusi¨®n no puede ser otra que la persistencia de la inestabilidad de los tipos de cambio y, eventualmente, de los tipos de inter¨¦s, en la medida que los compradores no estadounidenses de activos denominados en d¨®lares, particularmente los de bonos, asuman ese riesgo de cambio ya suficientemente expl¨ªcito. La soluci¨®n no son las intervenciones. Ni siquiera las de naturaleza verbal, como las recientes de responsables del BCE. Han de ser se?ales inequ¨ªvocas de cambio en las pol¨ªticas que han determinado esa magnitud sin precedentes de los d¨¦ficit gemelos.
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