Con techo (de estrellas)
Primer d¨ªa. Domingo por la tarde. Maite, la obrera fil¨®sofa, y su cronista consorte sentimos la llamada del arte. Nos vamos a la Fundaci¨®n Mir¨®, en Montju?c. Est¨¢ cerrada. Condecoro mentalmente al genio que decidi¨® que este museo emblem¨¢tico de Barcelona cerrara sus puertas justo cuando la gente tiene m¨¢s tiempo para visitarlo. La condecoraci¨®n consiste en una patada en el culo.
Ya que estamos por ah¨ª decidimos explorar la zona. Trepamos monta?a arriba por unas escaleras solitarias y encontramos un parque. ?Otro parque que no conoc¨ªa! Los Jardines de Petra Kelly. Parece un vivero. Confirmado: aqu¨ª cr¨ªan plantas. No hay un alma. Vamos recorriendo los terraplenes. En un cobertizo, un alma. Sentado sobre una pila de elementos de jardiner¨ªa un se?or se agarra la cabeza, mimetizado con el entorno. Casi tropezamos con ¨¦l. Parece un vagabundo tetrabriquero, pero ?qui¨¦n soy yo para juzgar a la gente? Emite un gru?ido suave, parecido a un ronroneo. Nosotros decimos "?glups!" y nos largamos.
En los Jardines de Petra Kelly, Montju?c arriba, se cr¨ªan plantas. All¨ª, un vagabundo silencioso vive bajo las estrellas
Seguimos paseando. Desde aqu¨ª, la vista de Barcelona no se parece a ninguna otra. Caminamos entre los invernaderos. Detectamos diversas acumulaciones de la misma planta. Reflexiono. La diversidad ca¨®tica del bosque es una fuente de belleza, quiz¨¢ la mayor de este mundo. La agregaci¨®n geom¨¦trica de macetas iguales produce otro tipo de impacto. Es una instalaci¨®n. El museo estaba cerrado, pero el arte est¨¢ en todas partes. ?Aleluya!
Llegamos a unos edificios aptos para la actividad humana. Hay un comedor. Est¨¢ abierto. Husmeamos con excitaci¨®n y culpa. ?Estaremos metiendo las narices donde no debemos? Nos parece que en cualquier momento aparecer¨¢ un guardia jurado para increparnos por nuestro atrevimiento. Pero no. En nuestro primer d¨ªa s¨®lo vemos al vagabundo ronroneador. Y un mont¨®n de recovecos y terrazas en los que tumbarse a leer un libro. Tambi¨¦n abundantes lechos de hierba en los que hacer el amor y no la guerra.
Segundo d¨ªa. Laborable. El personal de Parques y Jardines est¨¢ entregado a sus envidiables tareas espec¨ªficas. Sembrar, regar, trasplantar, podar, oler las flores, so?ar. Hablo con un hombre de verde. Me intereso por el tetrabriquero. "?Ah, s¨ª! Vive aqu¨ª. No molesta. A veces lo echamos, pero vuelve. Parece que no sabe hablar. Hace unos ruiditos y nada m¨¢s".
Me atiende el bi¨®logo Esteban Durall, t¨¦cnico de vivero. Es muy amable, pero insiste en que mejor que hable con el jefe. Le saco el tema del habitante solitario y confirma todo lo dicho por el subalterno. "Es inofensivo. Y limpito. Bebe de la fuente, duerme donde puede. Lo toleramos, hacemos la vista gorda".
Me encantar¨ªa saber la historia de ese hombre. Supongo que no habr¨¢ demasiado romanticismo en ella. M¨¢s bien psiquiatr¨ªa y soledad. Pero si supiera hablar, le tirar¨ªa de la lengua. Siento una fascinaci¨®n morbosa por los vagabundos solitarios. Creo que si los hechos se encadenaran con un poco de mala pata, podr¨ªa acabar as¨ª. Despu¨¦s de todo, soy m¨²sico y periodista. Por cada Manolo Garc¨ªa y Luis del Olmo hay 999 como yo.
S¨¦ que no va a pasar, las cosas van bien, pero... voy apuntando mentalmente los comedores de beneficencia y los lugares donde pasar la noche despu¨¦s de vagar por la ciudad. Montju?c es ideal. No hay fieras salvajes, v¨ªboras venenosas ni ara?as ponzo?osas. El peligro mayor para un vagabundo en Montju?c son los que tienen hogar pero no tienen coraz¨®n, los rapados neonazis y gente as¨ª.
Seguimos recorriendo el recinto. En un rinc¨®n apartado descubrimos a un t¨ªo con una sierra brillante, reci¨¦n comprada. Est¨¢ cortando unos postecillos que, aunque en estado de semiabandono, se ve que no son ramas ca¨ªdas del ¨¢rbol. Le preguntamos qu¨¦ hace. Maite y yo no parecemos guardas forestales ni mossos d'esquadra, pero el serruchador emboscado se inquieta. Rompo el hielo con una de mis famosas bromitas. El menda resulta ser Kyle Relli, oriundo de Filadelfia y residente en Barcelona. Es pintor. Afirma que expone en la Galer¨ªa Serilla, de la calle de Ferlandina, 39, desde el 27 de octubre. Las maderas de las que se est¨¢ apropiando son para los marcos de sus cuadros.
Por fin logro hablar con Juan Serrahima, maestro jardinero y responsable de todo esto. El Vivero de Tres Pinos, m¨¢s el Nuevo Vivero de Tres Pinos y los Jardines de Petra Kelly son unas instalaciones de doble uso. Sus casi nueve hect¨¢reas sirven para criar las especies con las que se repueblan las zonas verdes de Barcelona. Al mismo tiempo es un parque p¨²blico, quiz¨¢ el menos frecuentado de la ciudad. Tambi¨¦n funciona una escuela de jardiner¨ªa, dependiente del IMEB (Instituto Municipal de Educaci¨®n de Barcelona).
S¨ª, el se?or Serrahima es consciente del privilegio que comporta ir a trabajar todos los d¨ªas a una colina llena de plantas ornamentales, con vistas espectaculares de la ciudad y el mar. S¨ª, conoce al vagabundo ronroneador. Coincide con sus dos subordinados. Casi se dir¨ªa que est¨¢n encari?ados con mi potencial compa?ero de desventuras. Tienen coraz¨®n.
El futuro me sonr¨ªe.
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