Lacaton y Vassal
Debo confesar que escribo este art¨ªculo sobre los arquitectos franceses Anne Lacaton y Jean Philippe Vassal sin haber visitado sus obras, limitado, por lo tanto, al conocimiento de sus textos y las fotograf¨ªas y planos de sus escasas obras. Quiz¨¢ para excusar esta insuficiencia me atrevo a mantener que lo m¨¢s interesante de esta pareja es su posici¨®n profesional, sus dicterios y sus recomendaciones contra la banalidad de la arquitectura publicitaria y comercial, a favor del establecimiento jer¨¢rquico de unos valores morales. Sus obras, de momento, las veo como un testimonio de esta posici¨®n. Sin conocerlos en detalle se pueden, pues, comentar, interpret¨¢ndolas as¨ª.
Es dif¨ªcil resumir el programa de Lacaton y Vassal porque casi siempre lo explican de manera localizada e itinerante. El tema central es la misma preocupaci¨®n ya formulada en las vanguardias del siglo pasado: la relaci¨®n entre la forma -y la belleza de la forma-, la funci¨®n y la econom¨ªa. La relativa novedad consiste en poner en primer plano la balanza coste-beneficio, en la cual el beneficio, m¨¢s que la estricta funci¨®n espec¨ªfica, es una confortabilidad interpretada seg¨²n jerarqu¨ªas impuestas con criterios radicales. Por ejemplo, la consideraci¨®n prioritaria de la cantidad de espacio habitable, aunque sea sacrificando otros aspectos del proyecto. Sin moverse del presupuesto convenido, han logrado a menudo duplicar el espacio de una vivienda reduciendo el coste del lujo de la fachada, simplificando la estructura hasta reducirla a la vulgaridad de un cobertizo agr¨ªcola, sustituyendo ciertas tecnolog¨ªas por sistemas populares y artesanales, aproxim¨¢ndose a la sostenibilidad en t¨¦rminos m¨¢s modestos, aceptando unas tipolog¨ªas no convencionales para permitir adaptaciones funcionales. Es decir, no se trata de abaratar el coste con la reducci¨®n y la estandarizaci¨®n como propon¨ªan los maestros del racionalismo -el existenzminimum-, sino de aplicar este coste a unos beneficios m¨¢s esenciales. Esta "plusval¨ªa de espacio" se puede concretar incluso en piezas relativamente aut¨®nomas. En la casa Latapie, en Floirac, esa plusval¨ªa se concentra en un invernadero adosado que act¨²a en el equilibrio t¨¦rmico pero que se utiliza informalmente como estancia principal o complementaria. El tema del invernadero es muy recurrente y parece estar en el centro de sus investigaciones: una casa en Coutras, cerca de Burdeos, se explica con la yuxtaposici¨®n de dos invernaderos agr¨ªcolas de estructura met¨¢lica con revestimiento de placas transparentes. Otra casa en Burdeos reutiliza sin complejos los restos de una f¨¢brica desocupada y la propia vivienda en Cap Ferret aprovecha la impertinencia de los ¨¢rboles del bosque para crear plusval¨ªas.
Las casas unifamiliares son buenos testimonios experimentales. Menos evidentes parecen, en cambio, las obras de mayor tama?o con funciones m¨¢s colectivas. Por ejemplo, en el pabell¨®n de la Universidad de Artes y Ciencias Humanas de Grenoble o en el bloque de oficinas de Nantes, ciertos recursos estil¨ªsticos diluyen aquel uso de la tecnolog¨ªa como ready-made y reducen la significaci¨®n del gesto na?f que en las casas suger¨ªa innovaciones radicales, incluso desde el punto de vista de la teor¨ªa del gusto. Un gesto que ellos mismos se encargan de subrayar con unas fotograf¨ªas en las que domina est¨¦ticamente el desorden de una vitalidad desordenada.
Pero en una de sus ¨²ltimas obras de gran tama?o y de valencia representativa logran alcanzar los prop¨®sitos ensayados en las casas unifamiliares: la reforma del Palais de Tokio de Par¨ªs. Construido para la Expo de 1937, ha tenido usos sucesivos -desde Museo de Arte Moderno hasta un palacio de cine que no lleg¨® a completarse-, cada uno de los cuales ha dejado huellas destructivas y contaminantes. En 1999 se decidi¨® destinarlo a un centro para la creaci¨®n contempor¨¢nea. Era una ocasi¨®n magn¨ªfica para Lacaton y Vassal. Han despejado los a?adidos, han reinterpretado las ruinas y las han completado con intervenciones m¨ªnimas, a veces subrayando descaradamente la pobreza y la incertidumbre de lo inacabado -lejos del lujo de los centros art¨ªsticos habituales- con la referencia a la libertad -y el descaro anticompositivo- de una plaza p¨²blica. Todo ello sin acudir al arte povera, ni al minimalismo, ni a los enga?os de los "arquitectos artistas" que confunden la ciudad con una exposici¨®n figurativa. Esa arquitectura de la abstenci¨®n culmina en la plaza de Ancor de Burdeos, en la que Lacaton y Vassal se limitaron a aconsejar una limpieza a fondo y una simple reparaci¨®n de pavimentos.
Pero ante esta radicalidad program¨¢tica y el ejemplo de estas primeras obras, no podemos relegar algunos interrogantes: los grandes problemas, como el de la vivienda econ¨®mica, ?se pueden solucionar con la generalizaci¨®n de este m¨¦todo? La novedad que se plantea, ?no puede acabar en la vulgaridad de la mala construcci¨®n o en la reducci¨®n oportunista de la confortabilidad, la sociabilidad y la cohesi¨®n urbana?, ?se puede adaptar a unos sistema de producci¨®n y gesti¨®n posibles en nuestra sociedad?, ?se trata de una revoluci¨®n real o de un aplazamiento de los grandes problemas?
Sea como sea, la aparici¨®n de Lacaton y Vassal es una buena noticia, un hecho que puede ser bastante significativo en la reconversi¨®n moral de la arquitectura.
Oriol Bohigas es arquitecto
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