La inquietud de la nada
Hace a?os que el Extremo Oriente parece la ¨²nica zona del mundo (o casi) capaz de aportar novedades al panorama del cine de terror contempor¨¢neo. Nombres impronunciables hasta hace poco como Hideo Nakata (The Ring, Dark Water), los hermanos Pang (The Eye) o Takashi Miike (Audition), todos rondando los 40 a?os de edad, se han ido haciendo familiares para el aficionado gracias a la cada vez m¨¢s natural exportaci¨®n de sus productos, una situaci¨®n que ha llevado a sus art¨ªfices a una migratoria escalada hacia los lugares m¨¢s reputados de la industria de Hollywood. El coreano Kim Ji Woon, que caus¨® sensaci¨®n en el Festival de Cine de Sitges de 2003, es la pen¨²ltima incorporaci¨®n al grupo con su desequilibrada, apabullante, excesiva, a ratos prometedora y a ratos insufrible Dos hermanas.
DOS HERMANAS
Direcci¨®n: Kim Ji-Woon. Int¨¦rpretes: Kim Kap-Su, Yum Yung-Ah, Lim Su-Jeong. G¨¦nero: terror. Corea del Sur, 2003. Duraci¨®n: 115 minutos.
Ji Woon y sus compa?eros de generaci¨®n exhiben una gran capacidad para crear terror a partir de elementos tan sobrios como una constante gotera o un bolsito de color rojo; de situaciones tan cotidianas como el remojo de las piernas en un r¨ªo o la apertura de un armario, y de potentes y minimalistas im¨¢genes como la de un acurrucado ni?o, de mirada cabizbaja y enormes ojeras, que realiza un acto tan intrascendente como acariciarse las rodillas. Ji Woon, guionista adem¨¢s de director, parte de un sencill¨ªsimo relato de terror que un buen cuentista no tardar¨ªa ni 10 minutos en escenificar en una acampada adolescente a la luz de la luna llena de un viernes 13, para jugar con lo mejor sabe hacer: el manejo de los silencios, la utilizaci¨®n de los ruidos y el aprovechamiento de los desgarradores gritos que lanzan las j¨®venes actrices orientales.
La escritura, en cambio, como tambi¨¦n suele ser habitual en Nakata o Miike, est¨¢ alargada en exceso y no es hasta la ¨²ltima media hora cuando se concentra la mayor cantidad (que tampoco es mucha) de informaci¨®n sobre la trama y los personajes. De hecho, gran parte de la primera media hora de Dos hermanas es absolutamente prescindible del montaje final. Aun as¨ª, con unos di¨¢logos m¨ªnimos y una espor¨¢dica utilizaci¨®n de la m¨²sica, Ji Woon, con un gran control de la secuencia y un notable desprecio por la totalidad de la obra, es capaz de sobrecoger gracias a algo tan sencillo como un leve y parsimonioso movimiento de c¨¢mara que termina en un primer¨ªsimo plano de un rostro desencajado por el miedo. Y eso no todo el mundo sabe hacerlo con la debida calma.
Babelia
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