Coraz¨®n sin tinta
?Se quiere con el coraz¨®n, con el cerebro o con la memoria? ?Son buenos los autores que escriben con sentimentalismo y con el m¨²sculo del coraz¨®n? Son dos cuestiones antiguas y, antes de contestar a ellas, cedo la palabra a Fernando Pessoa: "Dicen que finjo o miento cuando escribo. No. Yo simplemente siento con la imaginaci¨®n, no uso el coraz¨®n".
Con las palabras de Pessoa para m¨ª ya est¨¢ dicho todo, pero me extender¨¦ algo m¨¢s. Odio el coraz¨®n y el sentimentalismo en la literatura. "Mate usted a un ni?o y ver¨¢ el ¨¦xito que tiene su cuento", dec¨ªa Ruskin a los j¨®venes que le ped¨ªan consejo para triunfar pronto. Ayer mismo le¨ª la rese?a de un cr¨ªtico espa?ol sobre un libro que se llama Coraz¨®n de tinta, un libro que ha escrito Cornelia Funke y ha publicado Siruela. Dec¨ªa el hombre: "Para terminar, me gustar¨ªa comentar que con este libro, un tipo curtido como el que firma ha llorado ante la escena de un mont¨®n de libros reducidos a cenizas".
Malo. Si el cr¨ªtico curtido ha llorado con Coraz¨®n de tinta, es muy mala se?al para todos, tambi¨¦n para ¨¦l, que se habr¨¢ manchado de l¨¢grimas de tinta, qu¨¦ horror. He hecho un esfuerzo, he le¨ªdo el libro de Cornelia Funke y he descubierto que no est¨¢ mal: es un buen trabajo, cuenta las abotargadas peripecias de una ni?a que se deja llevar por el amor a los libros. Podr¨ªa ser una cursilada, pero no acaba de serlo. En cuanto al llanto, la verdad es que, leyendo este libro, me he re¨ªdo, no conozco nada mejor que las risas que no son de tinta. Me he re¨ªdo porque Cornelia Funke busca, con un cierto sentimentalismo y con su coraz¨®n tan blanco, comunicarnos amor por la lectura de libros. Pero su idea del amor est¨¢ alejada de la m¨ªa. Lo que yo entiendo por lectura, por ejemplo, es una operaci¨®n cerebral, del mismo modo que pienso que tiene que ser nuestra imaginaci¨®n y nuestra mente y no el m¨²sculo de nuestro coraz¨®n el que debe enamorarse. No faltar¨ªa m¨¢s. ?Son tantos a?os de enga?os del coraz¨®n! Reconozco, en cualquier caso, que el amor es muchas veces irracional e inexplicable, pero lo es porque existe el equ¨ªvoco de que debe explicarlo el coraz¨®n. Y, salvo en las novelas de Cor¨ªn Tellado y compa?¨ªa, no hay un solo coraz¨®n que hable; esa facultad est¨¢ reservada a la mente. S¨®lo con la mente se pueden decir cosas sobre el amor como, por ejemplo, las de Proust: "Una mujer a la que mantenemos no nos parece una mujer mantenida mientras no sabemos que la mantienen otros".
?Y qu¨¦ pasa cuando, a pesar de todo, el amor viene del coraz¨®n? Pasa que cuando se est¨¢ enamorado, uno empieza enga?¨¢ndose a s¨ª mismo y acaba enga?ando a los dem¨¢s. S¨ª. Esto es lo que llamamos una historia de amor. Yo creo que todo ir¨ªa mejor si nos enamor¨¢ramos con la imaginaci¨®n, no usando el coraz¨®n. Tengo un coraz¨®n sin tinta, lo siento. La ¨²nica relaci¨®n de mi tenebroso y oscuro m¨²sculo cardiaco con la escritura es que tanto ¨¦sta como mi coraz¨®n sin tinta pertenecen a la estirpe de esos sobrios y profundos solitarios de los que nos hablara un d¨ªa Carson McCullers en aquella novela de t¨ªtulo inolvidable que, por cierto, aparece a su vez en el t¨ªtulo de la conferencia que Manuel V¨¢zquez Montalb¨¢n dio hace dos a?os en Bilbao en un simposio de cardiopat¨ªa isqu¨¦mica. Una conferencia que titul¨® El coraz¨®n como fruto amargo o como cazador solitario. Aunque sin duda fue Joseph Conrad, con su t¨ªtulo El coraz¨®n de las tinieblas, quien logr¨® la met¨¢fora m¨¢s perfecta para describir el n¨²cleo mismo de esa oscuridad nuestra de la que s¨®lo podemos escapar con la mente, nunca con el famoso coraz¨®n, que con tanta tinta nos enga?a. Y nos mantiene.
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