Aquelarre libresco
De momento, el A?o del Libro y de la Lectura que se celebrar¨¢ en Barcelona a lo largo de 2005 es el anuncio de un prop¨®sito. Un proyecto ambicioso, importante y que, para no desentonar del signo de los tiempos y su culto al exceso, ha programado ya m¨¢s de 500 actividades, actos y acontecimientos. Sucesor del A?o Dal¨ª y del A?o Gaud¨ª, el A?o del Libro pretende tener, al menos, su mismo ¨¦xito y fijar la imagen p¨²blica de la ciudad -hacia dentro y hacia fuera- como capital del libro. Obs¨¦rvese que no se habla de capital mundial, lo cual no limita su proyecci¨®n exterior y expresa una saludable contenci¨®n adjetivadora.
Que esta ciudad consolide su hist¨®rica relaci¨®n con los libros es una apuesta cultural y pol¨ªtica de mucho inter¨¦s y no poco riesgo: el libro crea prestigio cultural pero, pese a su innegable utilidad social, la sociedad de consumo lo ha transformado en un suced¨¢neo de s¨ª mismo. Hay libros, incluso, que son los peores enemigos de los libros, entendidos ¨¦stos como retazos de sabidur¨ªa, belleza e inteligencia. As¨ª que equ¨ªvocos y pol¨¦micas no faltar¨¢n, lo cual ser¨¢, a su vez, un estupendo signo de vitalidad para la ciudad y, acaso, para los libros.
La simbiosis de Barcelona y los libros no es un accidente o un capricho. "Esta ciudad lleva cinco siglos sin interrupci¨®n produciendo libros: es un caso casi ¨²nico en la historia", resume Sergio Vila Sanju¨¢n, comisario del a?o. "Barcelona", prosigue, "es escenario literario, industria productora, vivero de autores y de lectores: aqu¨ª funciona todo un ecosistema en torno al libro; escribir, leer, producir, divulgar libros son actividades cotidianas desde el siglo XV como atestigua la visita de Don Quijote a Barcelona y sus imprentas; es la ¨²nica ciudad que aparece en el libro de Cervantes...", del cual se cumplir¨¢n 400 a?os en 2005. Todos los hados parecen, pues, conjurados. Por si faltara poco, la ciudad exhibir¨¢ la realidad silenciosa de sus m¨²ltiples bibliotecas municipales, remozadas como viveros de lectores e incorporadas a una red de contactos personales y electr¨®nicos, interesados -doy fe- hasta por ese exotismo literario que es la no ficci¨®n.
El aquelarre libresco de 2005 parecer¨ªa un cuento de hadas si tras la carga ret¨®rica no existiera la solidez del trabajo callado y subterr¨¢neo de tanta gente. Los lectores para empezar. A los lectores barceloneses no nos va a impresionar demasiado vivir el A?o del Libro, salvo en el caso de que la avalancha de actos de inter¨¦s nos quite tiempo para la lectura. Ser¨ªa parad¨®jico que en el A?o del Libro tuvi¨¦ramos menos tiempo para leer, pero hay que contar con ello si los pron¨®sticos se cumplen. ?Querr¨¢ decir eso que lo que aprendemos en los libros podremos degustarlo en la realidad?
?Una utop¨ªa? He ah¨ª la gran trampa para los organizadores: van a competir con los mismos libros que promover¨¢n, pero su reto estar¨¢ en despertar nuevos lectores. ?C¨®mo se logra la gran haza?a de que individuos entretenid¨ªsimos con artefactos t¨¦cnicos espectaculares y con im¨¢genes f¨¢ciles y seductoras se sumerjan en el placer eterno pero lento, ¨ªntimo y laborioso de leer? La lectura hoy es un acto de pura rebeld¨ªa frente al veloc¨ªmetro fren¨¦tico e hist¨¦rico del presente. Gustan -cuesti¨®n de prisa- los libros que se devoran o se captan m¨¢s que los que se degustan o permiten, paso a paso, entender y pensar.
La tiran¨ªa del tiempo acelerado cae sobre todos: lectores, autores, librer¨ªas, cr¨ªticos y, desde luego, editores. Es una tiran¨ªa, tan escurridiza como implacable, que transforma el cerebro, el alma y la capacidad de percepci¨®n. Imagino que si se tiene claro que un libro no es un flash, que una historia es m¨¢s que una sinopsis y que a la inteligencia no le bastan las p¨ªldoras o los fuegos de artificio, el A?o del Libro puede ser un a?o ganado al tiempo y a su tiran¨ªa, un conjuro a lo instant¨¢neo.
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