A Camps ya no le quedan pretextos

De los congresos que celebran los partidos pol¨ªticos suele decirse que se sabe c¨®mo comienzan, pero no c¨®mo acaban. Del que hoy clausura el PP en Castell¨®n lo supimos casi todo ayer, cuando se filtr¨® el nombre de la nueva secretaria general -no sin provocar estupor- y se confirm¨® el triunfo en toda regla del presidente Camps. S¨®lo falt¨® un comunicado anunciando que el bando zaplanista estaba cautivo y desarmado. Ahora habr¨¢ que ver c¨®mo se han distribuido los cargos y articulado finalmente los ¨®rganos ejecutivos para valorar la nueva relaci¨®n de fuerzas y el c¨®mo se ha administrado la victoria sin mortificar demasiado al adversario. Otra cosa es que ¨¦ste haya quedado totalmente laminado y se haya pasado con armas y bagajes el frente ganador.

El ¨¦xito, por lo que nos consta, hay que atribu¨ªrselo principalmente al mismo presidente. ?l ha dise?ado la estrategia y ha definido la t¨¢ctica para recortarle el terreno al contendiente. La f¨®rmula, por otra parte, no ha tenido mucho de novedosa: resistir pacientemente los embates y hacer labor de topo, record¨¢ndole a quien fuere necesario que, a la larga, siempre gana quien tiene la sart¨¦n por el mango. Algo tan simple, y al tiempo sutil, que parece maquiav¨¦lico o eclesi¨¢stico. Incluso lo han entendido los concejales levantiscos de Alicante y los diputados populares en las Cortes valencianas. Escupir contra el viento es un mal negocio, sobre todo cuando, por m¨¢s que digan las encuestas, la alternativa socialista est¨¢ al acecho y prieta como los gajos de una granada.

Cumplido el tr¨¢mite congresual, pues, a los administrados habr¨ªa de importarnos un ardite c¨®mo se hayan repartido las cartas. Que sea secretaria regional la desconocida Adela Pedrosa y no el herm¨¦tico castellonense V¨ªctor Campos, como se apuntaba, o haya salvado la cabeza el portavoz parlamentario, poco ha de resolvernos al vecindario. Lo decisivo ser¨¢ que la ejecutiva designada apaciente definitivamente la grey partidaria popular a fin de que el molt honorable y ya leg¨ªtimo presidente del partido, liberado de los conflictos internos, hinque el diente en el gobierno del pa¨ªs. A partir de ahora no podr¨¢ escudarse en las zancadillas o desmanes que urde o se le atribuyen a Eduardo Zaplana y a su muchachada, un comod¨ªn con el que a menudo se ha querido explicar la aton¨ªa o ineficiencias de la gesti¨®n pol¨ªtica. Un comod¨ªn, digamos de paso, que, por instinto pol¨ªtico o por disciplina, ha acabado poniendo puente de plata a la consolidaci¨®n del presidente.

No decimos nada nuevo si constatamos que la legislatura se encoge cuando, precisamente, empiezan a rebullir los desasosiegos econ¨®micos y se echa a faltar la componente pol¨ªtica. Hay sensaci¨®n de crisis -vulgo problemas-, zarabanda de empresarios mediante sus entidades representativas y plausibles llamadas de atenci¨®n ante las perspectivas poco lisonjeras en algunos sectores productivos que requieren cambios profundos. Del primer Consell del presidente Camps, en junio de 2003, se dijo que era un equipo fuerte, capaz de abordar una pol¨ªtica ambiciosa. Se nos fue la olla, sin duda, como evidenci¨® la realidad. A prop¨®sito de la remodelaci¨®n de agosto pasado se anunci¨® -?o s¨®lo confundimos de nuevo los deseos con la realidad?- una etapa de iniciativas. Seguimos a la espera, pero cada d¨ªa m¨¢s desesperanzados en que haya vida m¨¢s all¨¢ de las apariencias del poder, o quede tiempo para sacar alg¨²n provecho a esta orla de gobernantes. No obstante, d¨¦mosles un diezmo de cr¨¦dito a los nuevos ejecutivos que salgan del congreso.

Ahora bien, poco cuartel se le da al optimismo cuando el molt honorable se descuelga con la melopea del victimismo irredento, que cre¨ªmos erradicado. Victimismo y barato es, como declar¨® a El Mundo el viernes pasado, que esta comunidad auton¨®mica sea v¨ªctima de una conspiraci¨®n para frenar su prosperidad, que se nos roba el agua y la lengua, imaginamos que como en un otrora de infausto recuerdo se denunci¨® el robo de la paella. Si ¨¦sa es toda la capacidad de an¨¢lisis y de autocr¨ªtica del presidente, mejor ser¨¢ que se aplique a consumir pl¨¢cidamente el resto de la legislatura. No se solucionar¨¢ nada, progresaremos lo mismo, pero nos evitaremos el sonrojo de leer tama?as nader¨ªas o tremendismos.