?Otro error en Ir¨¢n?
Ir¨¢n y el intento de detener su supuesto programa de armas nucleares, se est¨¢n convirtiendo en la nueva obsesi¨®n y en un nuevo c¨²mulo de errores para Bush. El todav¨ªa secretario de Estado, Colin Powell, ha acusado a los iran¨ªes de dotarse de misiles capaces de transportar cargas nucleares, sobre la base -una vez m¨¢s- de una informaci¨®n, no contrastada, de una sola fuente de exiliados. Incluso si fuera verdad, lo ocurrido con Irak, donde las supuestas armas de destrucci¨®n masiva no exist¨ªan, resta credibilidad a esta alarma. M¨¢s razonable parece el ¨¦xito inicial de Londres, Par¨ªs y Berl¨ªn, al lograr que Teher¨¢n se comprometa a suspender la fabricaci¨®n de uranio enriquecido.
Parece haber pocas dudas de que Ir¨¢n quer¨ªa dotarse si no de la bomba, al menos de la capacidad de fabricarla. A Bush le gustar¨ªa que el Consejo de Seguridad aprobara sanciones contra Teher¨¢n. Los europeos temen, con raz¨®n, que las sanciones acaben con toda posibilidad de controlar el programa nuclear iran¨ª.
Bush ha hablado mucho pero ha hecho poco contra la proliferaci¨®n nuclear. Incluso la ha favorecido. Al atacar el Afganist¨¢n de los talibanes tras el 11-S, busc¨® la ayuda de Pakist¨¢n y, menos comprensiblemente, levant¨® las sanciones contra este pa¨ªs por haber construido armas nucleares. Un inestable Pakist¨¢n con armas nucleares puede resultar a la larga mucho m¨¢s peligroso que Ir¨¢n.
Bush ha mermado los instrumentos para controlar la proliferaci¨®n nuclear. En 1999 el Senado rechaz¨® ratificar el Tratado de Prohibici¨®n Total de Pruebas Nucleares (1966), que Clinton suscribi¨® en 1996. As¨ª se facilita la llegada de una nueva generaci¨®n de armas nucleares m¨¢s peque?as. Craso error. Banalizar el uso de este arma, que no se ha vuelto a utilizar desde el bombardeo de las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki en 1945, sirve a la peligrosa proliferaci¨®n e incluso a los terroristas para su uso en un futuro no tan lejano. Por otra parte, el escudo antimisiles que EE UU est¨¢ desplegando, no s¨®lo no proporcionar¨¢ esa protecci¨®n total que ut¨®picamente busca, sino que, tras su denuncia del Tratado ABM que limitaba los sistemas de defensa, puede fomentar la aparici¨®n de nuevas armas, como esas nucleares "que no tiene ning¨²n otro pa¨ªs" anunciadas por Putin. Aunque hoy por hoy, el mayor peligro que supone Rusia es haber perdido el control sobre varias decenas de estas cargas. Urge reforzar los instrumentos contra la proliferaci¨®n nuclear. Los m¨¢s poderosos deber¨ªan predicar con el ejemplo y no convertirse en proliferadores.
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