Memoria incompleta
En nuestra condici¨®n de historiadores, hemos seguido con inter¨¦s profesional y humano, como corresponde a quienes intentamos recomponer un pasado ver¨ªdico, las iniciativas puestas en marcha en los ¨²ltimos a?os en varias comunidades aut¨®nomas para indemnizar a las v¨ªctimas de la represi¨®n franquista. Por ello -y a pesar de no haberse establecido la cuesti¨®n previa sobre la instancia a la que corresponde indemnizar a los represaliados, o si la indemnizaci¨®n es el procedimiento de reparar aquel mal-, acogimos con esperanza el decreto que, con este fin, aprob¨® el Gobierno vasco en noviembre de 2002, puesto que parec¨ªa contribuir a cerrar por fin las heridas de la Guerra Civil en el Pa¨ªs Vasco. Las buenas expectativas se incrementaron cuando la consejer¨ªa de Vivienda y Asuntos Sociales opt¨® por contar con especialistas que colaboraran en la b¨²squeda de los documentos acreditativos con el fin de que los solicitantes pudieran acceder a la percepci¨®n de las ayudas.
Se oblig¨® a las familias a peregrinar de archivo en archivo en busca de documentaci¨®n, en ocasiones para ser finalmente ninguneadas
La verdadera memoria ha de rehacerse desde la apertura de los archivos y desde la investigaci¨®n historiogr¨¢fica, no desde las visiones pol¨ªticas
Sin embargo, cuando ya han pasado dos a?os de la publicaci¨®n del decreto, dichas expectativas se han visto en buena medida defraudadas. Tras una propaganda maximalista -que parec¨ªa resaltar, m¨¢s que sus consecuencias pr¨¢cticas, la mera publicidad del decreto, y que adem¨¢s pecaba de ser excesivamente personalista-, comenz¨® a verse que la realidad era mucho m¨¢s modesta que lo que se anunciaba a bombo y platillo: plazos reducidos, un presupuesto a todas luces insuficiente, una mala gesti¨®n de las solicitudes por incompetencia de la Comisi¨®n de Valoraci¨®n, una discutible e incluso arbitraria definici¨®n del concepto de represaliados, etc¨¦tera, frustraron muchas esperanzas. Adem¨¢s, puesto que la labor encargada por el departamento a los historiadores se limit¨® a un solo archivo, se oblig¨® a las familias a peregrinar de archivo en archivo en busca de documentaci¨®n, en ocasiones para ser finalmente ninguneadas. Es ilusorio pensar que un archivo -por muy ricos que sean los fondos en ¨¦l custodiados- solvente la totalidad de una investigaci¨®n. Esto es todav¨ªa m¨¢s claro cuando se plantea la averiguaci¨®n de un tema tan complejo como el de la represi¨®n franquista, en que se suman la diversidad de situaciones, de jurisdicciones, de autoridades, de personas implicadas, etc¨¦tera.
Por estas razones consideramos que es a los historiadores y archiveros a quienes, apoy¨¢ndose en esa demanda social, corresponde asumir con responsabilidad el proceso de recuperaci¨®n de la memoria hist¨®rica, poniendo todos sus medios a disposici¨®n de quien lo necesite o lo requiera. Por ello queremos recalcar que la verdadera recuperaci¨®n de la memoria hist¨®rica debe basarse en el conocimiento, lo m¨¢s ajustado posible, de la verdad hist¨®rica y no en campa?as pensadas "cara a la galer¨ªa", que terminan convirtiendo la historia en algo rid¨ªculo y banal. La verdadera memoria ha de rehacerse desde la apertura de los archivos y desde la investigaci¨®n historiogr¨¢fica, no desde las diferentes visiones pol¨ªticas actuales, por lo que es necesario continuar trabajando sobre el periodo de la Guerra Civil y de la dictadura franquista en Euskadi, diferenciando ambas etapas, que requieren acercamientos heterog¨¦neos.
Dada la complejidad del asunto, pensamos que es necesario el nombramiento de una comisi¨®n de expertos que se preocupe de poner a disposici¨®n de las familias la ingente documentaci¨®n dispersa y desordenada que existe en diversos archivos. Es ¨¦ste un asunto muy urgente, dado lo inexorable del ciclo vital que pesa sobre esta generaci¨®n. Incluso habr¨ªa que plantearse la necesidad de un Libro Blanco sobre la violencia en el Pa¨ªs Vasco durante la guerra en ambos bandos y a lo largo de la dictadura, que dejara las cosas en su sitio para las futuras generaciones. Es necesario el m¨¢ximo consenso social para que este proceso se lleve a cabo y, de este modo, poder legar a las generaciones posteriores una memoria completa de lo que supuso la Guerra Civil y la violencia de la posguerra.
Hacemos, por tanto, un llamamiento a todas las fuerzas sociales y pol¨ªticas y a toda la sociedad (en especial, a las instituciones comprometidas, como es el Gobierno vasco), para lograr un gran acuerdo que nos permita -por encima de oportunismos pol¨ªticos- compensar a las v¨ªctimas, reconocer a los ya desaparecidos y superar, de manera definitiva, la herida que ha supuesto en la sociedad espa?ola la Guerra Civil.
Pedro Barruso es historiador, Santiago de Pablo es profesor de historia de la UPV y Juan Pablo Fusi es profesor de historia de la Universidad Complutense de Madrid. Firman adem¨¢s este manifiesto otros 40 especialistas en historia contempor¨¢nea del Pa¨ªs Vasco de la UPV, la Universidad de Navarra, la UPNA, las universidades madrile?as Complutense, Aut¨®noma y Carlos III, el CSIC y de Gernikazarra Historia Taldea.
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