El idioma, en el camino
La fiesta de Rosario se cierra con la voluntad de seguir trabajando con las palabras
Las cosas se han vuelto un poco raras. En el camino era el t¨ªtulo de una novela de Jack Kerouac que le daba un aire abierto y que incluso apuntaba a la cantidad de disparates que pod¨ªan ocurrirles a los beatniks que protagonizaban la novela. Ahora sirve para contar la relaci¨®n de los pa¨ªses hispanoamericanos y de Espa?a con su lengua. En el camino: junto con las palabras, conscientes de que son ellas las que definen esta comunidad tan plural y diversa, y que sin ellas no hay unidad posible. Lo dijo Roberto Fontanarrosa, el escritor argentino al que le toc¨® dar la lecci¨®n final en la ceremonia de clausura del III Congreso Internacional de la Lengua Espa?ola, utilizando otro giro: "Aqu¨ª no se cierra nada, es s¨®lo un cambio para otros encuentros".
La fuerza oratoria de Cristina Fern¨¢ndez de Kirchner irrumpi¨® como un vendaval
Al final de la ceremonia, que se celebr¨® el s¨¢bado por la tarde (con un discreto retraso de poco m¨¢s de media hora), irrumpi¨® como un vendaval la fuerza oratoria de la primera dama argentina. Cristina Fern¨¢ndez de Kirchner habl¨® como senadora y como presidenta honoraria del congreso y, despu¨¦s de recordar que llevaba muchos a?os en la pol¨ªtica, dijo que ya hab¨ªan sido otros, con m¨¢s autoridad, los que se hab¨ªan pronunciado sobre el valor de la palabra: en t¨¦rminos de riqueza, variedad, unidad, capacidad de comunicaci¨®n. Ella iba a hablar de su valor desde un punto de vista pol¨ªtico, ese terreno donde entre las "promesas de las palabras" y la "realizaci¨®n de los hechos" siempre hay un trecho largo.
Sin papeles, sin consultar ni una sola nota, con movimientos sobrios y rotundos, una voz segura y sin vacilaciones, como quien est¨¢ en una barricada enfrent¨¢ndose a un enemigo que est¨¢ dispuesto ya a desencadenar la balacera, Cristina Fern¨¢ndez dijo con una profunda convicci¨®n: "Hemos cumplido una promesa que hab¨ªamos hecho, que se iba a realizar el congreso y se ha realizado con ¨¦xito". Habl¨® entonces de una sociedad castigada, la argentina, castigada por largos a?os de crisis y miseria y a la que las cosas le hab¨ªan colocado el fardo del escepticismo y el descreimiento.
Podemos hacerlo. Eso dijo Cristina Fern¨¢ndez, y el que pudieran hacerlo no era cosa balad¨ª: era una cuesti¨®n vital. Hay que construir el futuro com¨²n, estos hombres de ideas tienen que saber lo que cuesta encontrar el dinero para un encuentro de estas dimensiones, coment¨®. "Pero las palabras son tambi¨¦n creadoras de utop¨ªas y sue?os", y son estos los que mueven las ruedas del mundo.
"Cada rosarino arregl¨® su quiosco". Eso hab¨ªa contado antes Fontanarrosa, as¨ª que las palabras de la senadora cerraron las que hab¨ªa anunciado el escritor. Cada argentino colabor¨® para que el sue?o saliera bien. Y sali¨®. "La primera conclusi¨®n del congreso es que el congreso concluy¨®", con esa lucidez se hab¨ªa expresado Fontanarrosa, que empez¨® sus palabras recordando a Juan Jos¨¦ Saer, al que hab¨ªan invitado inicialmente para dar la lecci¨®n final y al que una grave enfermedad no le permiti¨® asistir.
"Tuve algunos problemas de formato con V¨ªctor Garc¨ªa de la...", Fontanarrosa par¨® en seco (concha es en Argentina la mala palabra que designa el sexo femenino), con "el amigo V¨ªctor", porque "mi modelo para hacer discursos es Fidel y yo por menos de siete horas no me acerco a un micr¨®fono". Hubo, afortunadamente, acuerdo, y el escritor argentino, sin corbata y con ademanes pr¨®ximos, como quien toma algo en un boliche y reclama la risa del interlocutor, explic¨® que el congreso hab¨ªa servido para dos cosas: "Para reunirnos y para darnos cuenta de la riqueza que poseemos". "La lengua es como el aire: tan fundamental como inadvertido", dijo, y ya al final cerr¨® con unos versos an¨®nimos que cantaba Alberto Castillo, despu¨¦s de haber recordado un trozo de las Palabras para Julia, de Jos¨¦ Agust¨ªn Goytisolo: "... T¨² debes comprender que yo a¨²n estoy en el camino, en el camino...".
La ceremonia de clausura, como todas las ceremonias de clausura, fue una sucesi¨®n de discursos, muchos de ellos tediosos. Hablaron tambi¨¦n el intendente (alcalde) de Rosario (Miguel Lifschitz); la subsecretaria de cultura y presidenta del Comit¨¦ Ejecutivo del Congreso (Magdalena Faillace); el gobernador de Santa Fe (Jorge Obeid); el ministro de Educaci¨®n, Ciencia y Tecnolog¨ªa (Daniel Filnus, que dijo: "En la eficacia de la escuela est¨¢ la clave del ¨¦xito de cualquier estrategia de enriquecimiento de nuestro idioma") y V¨ªctor Garc¨ªa de la Concha y C¨¦sar Antonio Molina, en representaci¨®n de todas las academias y del Instituto Cervantes, respectivamente.
El siguiente paso de los pa¨ªses iberoamericanos s¨®lo puede ser uno: "Conseguir que el siglo XXI sea el siglo del espa?ol", dijo C¨¦sar Antonio Molina, y record¨® que son cuatro las patas que lo convierten "en un idioma en expansi¨®n en el mundo que en los ¨²ltimos a?os ha alcanzado cotas sin precedentes: el crecimiento de hablantes (con m¨¢s de 400 millones de hablantes, es la cuarta lengua m¨¢s hablada del mundo e idioma oficial de 21 pa¨ªses), sus caracter¨ªsticas (ser sumamente homog¨¦nea y unitaria, "sin apenas riesgos de fragmentaci¨®n"), su fertil¨ªsima diversidad y el ser "una de las grandes lenguas de cultura desde al menos el siglo XIII".
V¨ªctor Garc¨ªa de la Concha celebr¨® Rosario como la ciudad de las palabras y sugiri¨® que fuera el esp¨ªritu vivido en esta ciudad en los ¨²ltimos d¨ªas el que reine en los pr¨®ximos desaf¨ªos vinculados a la lengua. Dijo que aqu¨ª se hab¨ªa tomado clara conciencia de que "la lengua la hacemos entre todos, y que todos nos necesitamos para ser en la lengua". "La identidad de la lengua es una suma de identidades, no queremos competir con nadie, queremos simplemente ser". El amigo V¨ªctor volvi¨® a insistir que aqu¨ª, "en la ciudad del di¨¢logo y la convivencia", no se cierra nada. "Esto no ha hecho m¨¢s que empezar".
"Qu¨¦ buena lengua heredamos de los conquistadores torvos", escribi¨® Pablo Neruda, y la cita ha salido una y otra vez en el congreso. Ahora que se ha clausurado, que sirva para cerrar esta p¨¢gina: "Salimos perdiendo. Salimos ganando. Se llevaron el oro y nos dejaron el oro. Se lo llevaron todo y nos dejaron todo. Nos dejaron las palabras".
El lugar m¨¢s ¨ªntimo
Lo que se ha querido contar durante estos d¨ªas, sobre lo que se ha querido pensar, es que se habita permanentemente una zona resbaladiza, que las cosas no se agotan a la primera definici¨®n, que cuando se descubren los t¨¦rminos positivos de un proceso ah¨ª mismo se anuncian, como escondidas, las amenazas. Incluso cada vez que se debe escribir el nombre de esta lengua que ha reunido aqu¨ª en Rosario a tanta gente hay un instante de vacilaci¨®n: ?espa?ol o castellano? Seguro que en alg¨²n manual est¨¢ definida la norma, seguro que se han pensado todas las circunstancias, pero al hablante le salen las palabras de dentro y en ellas lleva marcada su propia historia. El fil¨®sofo argentino Tom¨¢s Abraham lo formulaba as¨ª: "Yo hablo castellano, no hablo espa?ol. Como mucho, estoy dispuesto a decir que hablo argentino".
Lo que se ha reflejado en muchas intervenciones es que cuando se habla de la lengua no hay m¨¢s remedio que hablar de cosas propias. C¨®mo la aprend¨ª, cu¨¢ndo me salv¨®, c¨®mo me sirvi¨® para jugar, qu¨¦ me descubri¨® del mundo, hacia qu¨¦ lecturas me condujo, cu¨¢nto me hizo sufrir. Luis Landero cont¨® sus experiencias de hablante en un lugar de frontera, y por tanto explic¨® c¨®mo se robaban t¨¦rminos a los portugueses y c¨®mo los portugueses se los robaban a ellos, ah¨ª durante su infancia. Luego habl¨® de la imprenta y de c¨®mo el invento de Gutenberg nos introdujo en el laberinto del libro. Si antes los juegos de los ni?os mezclaban el portugu¨¦s y el espa?ol, ahora, al leer un cl¨¢sico, que acaso hubieran le¨ªdo Shakespeare, Cervantes o Goethe, nos mezclamos con los otros lectores. Ah¨ª, cuando bajamos a la zona ¨ªntima de nuestra lengua, rompemos todas las fronteras.
Babelia
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