La paella transg¨¦nica
Tiempo atr¨¢s escrib¨ª un libro sobre alimentos transg¨¦nicos titulado Los genes que comemos. Un buen amigo sugiri¨® su lectura a un miembro del entonces gobierno valenciano. Tras o¨ªr el t¨ªtulo recomendado el pol¨ªtico contest¨® "...comer genes ?que asco!". Desde entonces han pasado ocho a?os, el entonces conseller tiene responsabilidades m¨¢s altas de gobierno y los consumidores tienen los mismos desconocimientos y recelos en torno a los alimentos transg¨¦nicos. Desde la ciencia y la tecnolog¨ªa de los alimentos la percepci¨®n es bien distinta. Si consideramos el riesgo sanitario, los alimentos transg¨¦nicos comercializados hasta la fecha, como indican en sus informes organizaciones como FAO u OMS, as¨ª como decenas de sociedades m¨¦dicas y cient¨ªficas de todo el mundo, son los alimentos m¨¢s evaluados en la historia de la alimentaci¨®n y no representan un riesgo para el consumidor. Adem¨¢s, llevamos miles de liberaciones controladas al ambiente de este tipo de cultivos y sobre ellos se han hecho estudios de impacto ambiental como nunca se hab¨ªan realizado. Todas estas anal¨ªticas se han debido llevar a cabo antes de solicitar el permiso de comercializaci¨®n. Es m¨¢s, gobiernos de pa¨ªses como China o India han puesto en marcha ambiciosos proyectos de biotecnolog¨ªa agroalimentaria que ya han comenzado a rendir los primeros animales y vegetales transg¨¦nicos propios de estos pa¨ªses.
Es evidente que los transg¨¦nicos han irrumpido con fuerza en los pa¨ªses del mal llamado Tercer Mundo, de forma que en el a?o 2003 el 85% de los agricultores que cultivaron plantas transg¨¦nicas en nuestro planeta (casi 7 millones de agricultores) viv¨ªan en pa¨ªses en desarrollo. El manido mensaje de que los alimentos transg¨¦nicos son un veneno de multinacionales dise?ado para enga?ar y mantener cautivos a los agricultores es, a la luz de todos estos datos f¨¢cilmente contrastables, una afirmaci¨®n gratuita carente de fundamento. Pero tambi¨¦n lo es el mensaje perverso lanzado por algunos biotecn¨®logos entusiastas que dicen que estos productos acabar¨¢n con el problema del hambre en el mundo. Desgraciadamente ese problema, el ¨²nico gran problema de la alimentaci¨®n, no se resuelve con ciencia, sino con conciencia y medidas pol¨ªticas y sociales adecuadas sin las que poco pueden hacer los transg¨¦nicos contra el hambre. Aun as¨ª conviene recordar que los transg¨¦nicos pueden solventar d¨¦ficits nutricionales o bajas productividades en esos pa¨ªses olvidados. Ya hay muchos desarrollos en estos ¨¢mbitos, por eso en este contexto prohibir lo transg¨¦nico con la barriga llena puede sonar demag¨®gico. Lo que s¨ª que es cierto es que los que trabajamos en estos nuevos desarrollos desde lo p¨²blico hemos fracasado al transmitir al consumidor la otra cara de los alimentos transg¨¦nicos. O no hemos sabido, o no hemos querido hacerlo como lo han hecho aquellos que leg¨ªtimamente se oponen. Con ello hemos contribuido a la escritura de otra p¨¢gina de la historia sobre el rechazo a los nuevos descubrimientos cient¨ªfico-tecnol¨®gicos. Una vez m¨¢s la investigaci¨®n ha ido m¨¢s r¨¢pido que la asimilaci¨®n de los nuevos desarrollos por parte de la sociedad. Pas¨® con el ferrocarril, tambi¨¦n con la fecundaci¨®n in vitro y ahora les llega el turno a los transg¨¦nicos y a las c¨¦lulas madre. Por eso, muy probablemente, cuando la sociedad perciba claramente los beneficios de estas nuevas tecnolog¨ªas las aceptar¨¢. Mientras, las mirar¨¢ con prudencia.
En este ambiente es nuevo, al menos para m¨ª, que los pol¨ªticos hayan hecho una bandera de algunos de estos desarrollos. Es parad¨®jica la comparaci¨®n de percepciones que los diferentes partidos del arco parlamentario espa?ol tienen sobre la investigaci¨®n con c¨¦lulas troncales embrionarias y la liberaci¨®n controlada al ambiente de plantas transg¨¦nicas. En ambos casos hablamos de investigaci¨®n b¨¢sica imprescindible para saber si interesa continuar trabajando en cl¨ªnica con una determinada l¨ªnea de c¨¦lulas madre, o en el invernadero con un evento transg¨¦nico concreto. Pues bien, hace unos meses en nuestro pa¨ªs, en una comunidad aut¨®noma, un partido mayoritario apoyaba, por cierto con buen criterio, la investigaci¨®n con c¨¦lulas troncales embrionarias, pero al mismo tiempo frenaba los permisos de liberaci¨®n controlada al ambiente de plantas transg¨¦nicas. A la vez, el otro partido mayoritario hac¨ªa lo contrario en el gobierno central y apoyaba lo transg¨¦nico mientras cuestionaba la investigaci¨®n con c¨¦lulas embrionarias. Conviene recordar que en este ¨²ltimo caso han bastado unas pocas semanas y unas elecciones para cambiar de opini¨®n. Frente a estas diferentes varas de medir surge la duda de si el inter¨¦s por la ciencia de nuestros dirigentes es real o un simple reclamo avalado por algunos de sus asesores de imagen. Es en este entorno de contradicciones interesadas en el que algunos episodios cobran importancia. Hace unas semanas en nuestro pa¨ªs un grupo que se autocalific¨® como "anti-transg¨¦nico" arras¨® una plantaci¨®n autorizada de plantas transg¨¦nicas para experimentaci¨®n. Era un proyecto p¨²blico liderado por cient¨ªficos de la Universidad de Barcelona y el IRTA. Nadie ha dicho nada, ni los medios de comunicaci¨®n, ni los pol¨ªticos de cualquier partido, incluidos los ministerios y consellerias implicados en la liberaci¨®n. ?Se imaginan lo que hubiera pasado si se hubieran destrozado los arcones congeladores de un instituto de investigaci¨®n en c¨¦lulas troncales? La investigaci¨®n sobre transg¨¦nicos est¨¢ sometida a estas paradojas. No es un simple filete de ternera que s¨®lo precisa de un buen asado. Como quien quiera hacer una buena paella, esta investigaci¨®n precisa de varios ingredientes de calidad que van desde el desarrollo de biolog¨ªa molecular en el laboratorio a la construcci¨®n del transg¨¦nico, pasando por el estudio de las posibles repercusiones ¨¦ticas o jur¨ªdicas del desarrollo y la evaluaci¨®n de su impacto sanitario y medioambiental. As¨ª, valga el s¨ªmil, se hace una paella transg¨¦nica.
Por cierto, sin s¨ªmiles, hoy podr¨ªa ser posible hacer una paella transg¨¦nica con un arroz transg¨¦nico desarrollado en el Instituto Tecnol¨®gico de Zurich que tiene incrementado su contenido de provitamina A. Tambi¨¦n podr¨ªamos usar algunas de las variedades transg¨¦nicas de arroz que resisten plagas y han sido desarrolladas por cient¨ªficos del Ministerio de Agricultura chino, o granos de arroz transg¨¦nico resistentes a sequ¨ªa y salinidad dise?ados en la Academia Nacional de Agricultura de India. ?Se animan a probar esta paella transg¨¦nica?
Daniel Ram¨®n es catedr¨¢tico de Tecnolog¨ªa de Alimentos y miembro del consejo asesor de la C¨¢tedra de Divulgaci¨®n de la Ciencia
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