Vigencia de Ernest Lluch
La noche del s¨¢bado al domingo pasado hizo cuatro a?os que ETA le asesin¨®. Como todos los asesinatos de la banda terrorista, fue un acto cruel, vil e in¨²til, porque in¨²tiles son, a la postre, todos los intentos de torcer la voluntad de los hombres y las mujeres libres mediante el uso de la violencia sobre las personas. Porque ¨¦se es, en realidad, el objetivo prioritario de ETA, no el Estado y sus representantes, sino las personas libres, vascas o no, que se atreven a pensar y a expresarse por su cuenta, ya sea en las aulas, en los medios de comunicaci¨®n, en las calles o en los foros p¨²blicos. ?sos son sus verdaderos enemigos.
Por eso fue asesinado Ernest Lluch.
Nunca la violencia terrorista fue parturienta del progreso social y pol¨ªtico en las sociedades democr¨¢ticas. Por el contrario, s¨®lo engendra dolor para las v¨ªctimas, irracionalidad pol¨ªtica y m¨¢s violencia de signo contrario. No hay ning¨²n ejemplo de cambio hist¨®rico en una sociedad democr¨¢tica que haya sido alcanzado por la violencia sobre las personas. De ah¨ª que Lluch se rebelase contra la idea, que se extendi¨® de forma interesada en los a?os noventa, de la existencia de "una ETA buena" -la de sus inicios, con el asesinato del torturador franquista Melit¨®n Manzanas y del vicepresidente Carrero Blanco-, frente a "una ETA mala", la que intensific¨® sus acciones y asesinatos coincidiendo con la democracia. Para ¨¦l, el error pol¨ªtico de ETA, su "pecado original", como lo denomin¨®, est¨¢ en su misma idea fundacional, el d¨ªa de San Ignacio de 1959: la creencia en el uso de la violencia sobre las personas como instrumento para lograr objetivos pol¨ªticos. Ya sea la violencia en su versi¨®n terrorista, contra la vida, o en la aparentemente m¨¢s light pero m¨¢s perturbadora, la violencia cotidiana del fascismo, que intimida, amenaza y amedrenta para impedir la libertad de pensamiento y expresi¨®n.
Al recordarle ahora en el cuarto aniversario de su asesinato, tenemos que evitar que el olvido de su figura y de su obra nos lo mate del todo. Por eso me parece muy acertada la decisi¨®n del alcalde Joan Clos de dar su nombre a la gran plaza del F¨®rum, donde la Diagonal llega al mar, acerc¨¢ndose a su Vilassar querida. Estoy seguro de que le gustar¨¢ el lugar porque, como dec¨ªa Llu¨ªs Foix en el acto de colocaci¨®n de la placa este fin de semana, se trata de un lugar muy moderno, recuperado de la miseria y el desorden urbano, donde la ciudad perd¨ªa su nombre y se ocultaba todo lo que quer¨ªamos ignorar.
Pero la necesidad y conveniencia de recordar a Ernest Lluch no es simplemente un acto c¨ªvico, un deber moral ante una persona que perdi¨® la vida por defender la libertad de todos nosotros.
Su pensamiento tiene una extraordinaria vigencia para comprender y enfocar la soluci¨®n a muchos de los problemas con los que nos enfrentamos en este siglo XXI, desde los m¨¢s cercanos y de naturaleza pol¨ªtica -como las relaciones entre Catalu?a y el Pa¨ªs Valenciano, o las relaciones entre "Espa?a y las Espa?as"- hasta los m¨¢s globales, que exigen grandes cambios sociales y econ¨®micos, como la globalizaci¨®n, el cambio tecnol¨®gico y econ¨®mico, la productividad, el envejecimiento y las desigualdades sociales crecientes.
La vigencia del pensamiento de Lluch sobre todos estos problemas reside en la originalidad de sus enfoques.
Ten¨ªa a mi juicio lo que los psic¨®logos llaman un "pensamiento lateral", es decir, capacidad para aproximarse a los problemas de una manera no convencional, innovadora, intentando comprender la complejidad de las cosas y buscando nuevas soluciones para viejos problemas. Por eso era tan pol¨¦mico. Su lema fue el del siglo de las luces: sapere aude, atr¨¦vete a pensar.
Pensaba que en la vida social y pol¨ªtica hay que tener pocos valores, pero muy firmes. Y, sin duda, para ¨¦l la tr¨ªada eran la libertad, la igualdad y la fraternidad. Tengo enmarcado en mi despacho de la Facultad de Econ¨®micas de la Universidad de Barcelona, que era tambi¨¦n la suya, un breve documento manuscrito en catal¨¢n, con su caracter¨ªstica letra clara y precisa, que es muy revelador de su pensamiento y pr¨¢ctica pol¨ªtica. Como, al verlo, muchas personas me han pedido copia, quiz¨¢ valga la pena transcribirlo aqu¨ª: "El socialismo es llevar la m¨¢xima libertad, la m¨¢xima igualdad y la m¨¢xima fraternidad posibles a las personas que viven en sociedad. Para lograrlo no basta con pol¨ªticas p¨²blicas, sino que tambi¨¦n hace falta que la moral y la ¨¦tica de las personas cambien paralelamente. Hemos de cambiar las cosas, pero hemos de cambiar tambi¨¦n a las personas. Pienso que hemos de hacer nuestros los valores del cristianismo primitivo y del cristianismo humanista. Hemos de de incorporar los valores de camarader¨ªa de los trabajadores en el trabajo y en su organizaci¨®n aut¨®noma. La ¨¦tica del trabajo y de la tarea bien hecha nos ha de vertebrar. Colectivamente hemos de esforzarnos para que desaparezcan los flagelos y causas de desigualdad, el miedo a la enfermedad sin asistencia, la vejez sin recursos, el no poder estudiar teniendo condiciones y ganas. Queremos tambi¨¦n que la formaci¨®n de las personas nos permita disfrutar del ocio de una manera creativa y enriquecedora. Hemos de hacer esto extendiendo la mirada a nuestro alrededor, pero contemplando a todo el planeta que queremos conservar, hasta que la inmensa mayor¨ªa viva en condiciones dignas y en una libertad que es un fin en s¨ª misma".
Una forma f¨¢cil de acercarse al pensamiento de Ernest es la lectura de sus art¨ªculos period¨ªsticos, cuya publicaci¨®n est¨¢ llevando a cabo la Fundaci¨®n Ernest Lluch, radicada en Vilassar de Mar (www.fundacioernestlluch.org).
Adem¨¢s de comprobar ese esp¨ªritu libre y poco convencional del que he hablado, el lector ver¨¢ tambi¨¦n que nada humano le era ajeno.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.