Orejas y rabo para Caballero
Apote¨®sica y emotiva despedida de la afici¨®n mexicana a Manuel Caballero. Toreando con el fondo musical de Las golondrinas al noble quinto, el toro de su despedida, de nombre Gota de miel, cuaj¨® una maciza faena compuesta de cuatro series de acompasados derechazos, dos de acoplados naturales y adornos. Remat¨® su soberbia obra muleteril con un estoconazo que hizo rodar al bravo animal sin puntilla y fue premiado con el rabo 116 en la historia del coso. Tirando del franco segundo, en la lidia ordinaria, el albacete?o deletre¨® el pase natural que lig¨® en dos tandas en una estructurada faena que complet¨® con dos r¨ªtmicas series de redondos.
Meci¨¦ndose, Finito de C¨®rdoba veronique¨® al receloso primero y con parsimonia inici¨® su trasteo en el que con tersura y sentimiento esculpi¨® sus pases a un oponente que regateaba las embestidas. Como anduvo de vena esa tarde al manso cuarto, con inspiraci¨®n, Finito le improvis¨® un geom¨¦trico trasteo de fantas¨ªa integrado por tres tandas de derechazos y dos de naturales. Perdi¨® los ap¨¦ndices por fallar con el acero.
Reyes / Finito, Caballero, Amaya, S¨¢nchez
Toros de Reyes Huerta, regalo del sobrero: desiguales y sin fuerza; de estilos diferentes. Finito de C¨®rdoba: al tercio y a los medios. Manuel Caballero: oreja; orejas y rabo. Alejandro Amaya: silencio, palmas y aplausos. Octavio S¨¢nchez: aviso y silencio. Monumental Plaza M¨¦xico, 21 de noviembre. 3? corrida. Media entrada.
Mala suerte tuvo Alejandro Amaya con su lote. El manso tercero se aplom¨® y nada pudo hacer, y para colmo de males el sexto se rompi¨® el pit¨®n derecho al rematar en un burladero. Regal¨® el soso sobrero y el tijuanense se esforz¨® en su muleteo, que inici¨® de rodillas y de pie logr¨® art¨ªsticos pases, pero no transmiti¨® emoci¨®n alguna.
El rejoneador Octavio S¨¢nchez montando a Samanta rod¨® con temple al distra¨ªdo enemigo que abri¨® plaza. Arriba de Kalafi, navegante y fandango se luci¨® al colocar los rejones de castigo y tambi¨¦n al poner en todo lo alto las banderillas largas y cortas. Como el astado no acud¨ªa a los cites para los rejones de muerte, ech¨® pie a tierra y estuvo muy desacertado con los descabellos.
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