La derrota del andaluz
Desde Rosario, buenas noticias para todos, menos para los andaluces. El III Congreso Internacional del Espa?ol ha significado, sin duda, un gran respaldo a la imparable expansi¨®n del espa?ol o castellano -tanto da-, gracias al empuje de la norma americana, a su car¨¢cter "mestizo", como proclam¨® el Rey en el discurso inaugural. Pero no hemos visto ni o¨ªdo a nadie que defendiera bien alto, al menos en los foros principales, que el injerto fundamental de ese mestizaje lo puso el andaluz. El seseo predorsal, la aspiraci¨®n, el ye¨ªsmo, la jota relajada, la ca¨ªda de consonantes finales, hasta la "ye" rehilada de los argentinos sali¨® de aqu¨ª, germinalmente. Am¨¦n de un sinn¨²mero de voces coloquiales que todav¨ªa se usan por aquellos pagos. Muchas han escalado, por fin, el honor del Diccionario de la Real Academia, pero ¨¦ste ha olvidado que son casi siempre de cuna andaluza. Ya escrib¨ª sobre eso en estas p¨¢ginas. Tambi¨¦n Alvar Ezquerra ha se?alado tan curioso fen¨®meno. Y olvidados siguen la mitad de los cantes flamencos, con el sarcasmo a?adido de que la rumba, la canti?a o el tango s¨®lo se dan en Cuba, en Galicia y en Argentina, respectivamente. En Jerez, en Triana, en la Bah¨ªa, no. Nuestra humilde y universal "pilistra" no hay forma de que llegue al Diccionario. La urta es confundida con el pargo, y as¨ª todo. En suma, que la impronta panhisp¨¢nica del idioma, su maravilloso colorido, se le debe originariamente a Andaluc¨ªa. Pero hay muchos, demasiados, que lo callan. Y son las pu?aladas de silencio las que m¨¢s duelen.
?Por qu¨¦ ocurre todo esto? ?Por qu¨¦ nos dejamos olvidar? ?Por qu¨¦ no hemos sido capaces de enviar un mensaje, institucional y/o acad¨¦mico, a Rosario, con lo que se hubieran alegrado de ello, por ejemplo, en la Casa de Andaluc¨ªa que hay en esa bulliciosa ciudad? (Cuando estuve all¨ª hace unos a?os, en su pleno verano, a¨²n pude celebrar una Navidad reciente con an¨ªs de Rute y mantecados de Estepa). Pero es que ni siquiera vemos en las listas de ponentes a ninguno de nuestros expertos. ?Ubi sunt? ?D¨®nde est¨¢n aquellos catedr¨¢ticos que hace cuatro a?os se alzaron mancomunadamente contra una iniciativa del Parlamento de Andaluc¨ªa, que s¨®lo quer¨ªa defender la dignidad del habla andaluza?
La respuesta a todas estas tristes preguntas no puede ser m¨¢s que pol¨ªtica y sociol¨®gica. Despu¨¦s de un cuarto de siglo de autonom¨ªa no hemos sido capaces. Han podido m¨¢s los otros. Los embozados centralistas de la lengua que habitan por aqu¨ª y nos vigilan por all¨ª. Los que siguen mirando al andaluz como un desv¨ªo pintoresco y dialectal, y no como lo que es: una de sus normas fundamentales, evolutiva y expansiva, de la que procede el sesgo diferencial del habla que utiliza la mayor¨ªa de esos cuatrocientos millones de personas. La consecuencia es que se nos sigue denigrando en la televisi¨®n, por vulgares, pobres y obligatoriamente graciosos. Que nuestros locutores y actores tienen que camuflar su manera natural de expresarse. En fin, que no pintamos nada en esa maravillosa polifon¨ªa del idioma. Para qu¨¦ darle m¨¢s vueltas: que hemos sido derrotados.
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