En fr¨ªo
El desenlace de lo que ya algunos llaman la Batalla de Madrid, cuando se refieren al asunto de la onom¨¢stica de la lengua propia de los valencianos, coloca a todos los actores del contencioso ante la hora de la verdad.
El gobierno de Madrid deber¨¢ dar explicaciones al de Valencia por haber decidido sobre un asunto de competencia exclusiva de la Generalitat; el gobierno de Barcelona, por haber consentido y avalado la presi¨®n de uno de los partidos que lo apoyan para instar al de Madrid a suplantar la competencia del de Valencia en lugar de acudir directamente aqu¨ª para intentar un acuerdo Valencia-Barcelona a suscribir por el de Madrid para llevarlo a Bruselas; los socialistas valencianos, por su parte, deber¨¢n abandonar el paraguas de su nominal unitarismo en lo ling¨¹¨ªstico para dar cuenta ante la sociedad valenciana de no haber sido capaces de mediar como ped¨ªa el asunto entre el Gobierno de Madrid y el de Barcelona para impedir que el primero, a instancia del segundo, agraviara al de Val¨¨ncia; el Gobierno de Valencia, deber¨¢ salir cuanto antes del callej¨®n sin salida que supone airear cada vez con m¨¢s contundencia la afrenta competencial cometida por el de Madrid, y deslindar claramente lo inaceptable -la leg¨ªtima posici¨®n de quien ve usurpada su competencia estatutaria recurriendo la invasi¨®n competencial con argumentos jur¨ªdicos-, de lo obvio, es decir, de lo que en ¨²ltima instancia se est¨¢ dirimiendo: si la t¨¢cita declaraci¨®n de que valenciano y catal¨¢n son la misma lengua con una triple denominaci¨®n (valenciano, en la CV, catal¨¢n en Catalunya, y catal¨¢n-valenciano en Europa) puede sustentarlo la AVL mediante el dictamen pertinente.
A esos efectos, la AVL, como ya se ha dicho hasta la saciedad, ten¨ªa en estudio ya antes de estallar la Batalla de Madrid una declaraci¨®n que podemos calificar t¨¦cnicamente de filolog¨ªa de oportunidad pol¨ªtica (en realidad un cometido esencialmente material del ente, por las condiciones de su creaci¨®n y su papel en el proceso de pacificaci¨®n del contencioso) donde abordaba la doble denominaci¨®n de la lengua propia de los valencianos, y los ¨¢mbitos donde ha de tener relevancia, junto con la reiteraci¨®n de su onom¨¢stica tradicional -valenciano-, como se?a distintiva de su identidad.
Pero claro, la injerencia jur¨ªdica del Gobierno de Madrid, m¨¢s la complacencia del de Barcelona, y los discursos ideol¨®gicos que se le han adosado al simple hecho de llevar a Bruselas la traducci¨®n de la CUE bajo la doble denominaci¨®n, han colocado al gobierno de Valencia al borde del orgasmo secesionista y a la AVL a los pies de la impotencia; una mezcla sumamente inc¨®moda y poco recomendable para la salud del proceso que deb¨ªan tutelar gobierno, oposici¨®n y AVL, de acuerdo con los pactos suscritos en su d¨ªa.
Si nadie lo remedia, el gobierno de Valencia ejercer¨¢ acciones legales contra la invasi¨®n competencial, mientras la AVL se ver¨¢ obligada a discutir el borrador del documento, a aprobarlo y a hacerlo p¨²blico en breve. El espect¨¢culo de un gobierno herido y una AVL enfrentada a su propio sino denotan que el camino emprendido aqu¨ª para salir de las indefiniciones y superar el trauma de nuestra divisi¨®n ha sido torpemente embarrado por el eje Madrid-Barcelona, colaborando a avivar el fuego entre esa gran parte de la sociedad valenciana que todav¨ªa se resiste a aceptar la unidad.
En fr¨ªo, la AVL trabaja(r¨ªa) mejor, y en caliente, al gobierno de Valencia le pueden los nervios. Mal rollo.
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