Buenos sentimientos
Eric-Emmanuel Schmitt lleva diez a?os de moda en Par¨ªs y por lo tanto en gran parte del mundo: ha cumplido poco m¨¢s de cuarenta. Es novelista, autor de teatro; naci¨® en una familia atea, y en alg¨²n momento "vio la luz", como se suele decir. En esta breve y famosa obra -se hizo una pel¨ªcula de ¨¦xito mundial con Omar Sharif- tiende hacia el Cor¨¢n. Se suele decir de ella que es un puente tendido entre ¨¢rabes y jud¨ªos. A m¨ª no me lo parece. Sino una exaltaci¨®n del te¨ªsmo musulm¨¢n.
El se?or Ibrahim es un ¨¢rabe como tantos que tienen su tiendas de todo -peque?os bazares: bazar es una palabra tan ¨¢rabe como magac¨ªn- en un barrio pobre de Par¨ªs: hay una poblaci¨®n de jud¨ªos modestos, de prostitutas baratas en torno al lugar.
El se?or Ibrahim y las flores del Cor¨¢n
De Eric-Emmanuel Schmitt. Dramaturgia y direcci¨®n de Ernesto Caballero. Int¨¦rpretes: J.Margallo y J. Ortega. Escenograf¨ªa de Jos¨¦ Luis Raymond. Vestuario, Gema Rabasco. Iluminaci¨®n, Miguel Camacho. M¨²sica, Ali Reza Gholami.Teatro Mar¨ªa Guerrero, Sala de la Princesa. Madrid.
Entra a comprar un chico hebreo, Mois¨¦s, al que ¨¦l llamar¨¢ Momo. Y al que terminar¨¢ adoptando. Mois¨¦s empieza rob¨¢ndole una lata de sardinas, y recibe una buena lecci¨®n de bondad y generosidad: poco a poco se le van desvelando otras flores del Cor¨¢n, que llega a leer ¨¦l mismo por su gusto.
Mientras en su casa van sucediendo desgracias tras desgracias y se queda solo, la tienda se hace su hogar y el se?or Ibrahim su padre. Fingen hasta un viaje a las tierras asi¨¢ticas de donde lleg¨® Ibrahim. En la pel¨ªcula se ve el viaje real; y las calles, y las putas de las que tambi¨¦n aprende el joven Mois¨¦s: habr¨¢ quien la prefiera.
Mon¨®logo
El encanto de la obra es el mon¨®logo de Ibrahim -excelente Juan Margallo- y la lenta y un poco sosa conversi¨®n del joven hebreo: no a la doctrina isl¨¢mica, sino a las "flores del Cor¨¢n" que le muestra su maestro que, cuando muere, le deja la tienda en herencia y la sabidur¨ªa tambi¨¦n.
La direcci¨®n de Ernesto Caballero mueve a sus personajes en un peque?o espacio rodeado de p¨²blico y consigue darle movilidad a la conversaci¨®n. El decorado es justo, sugerente. Y el p¨²blico acepta la buena conciencia, y el buen arte de quienes trabajan.
Babelia
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