Nube t¨®xica

Lo que ha ido sabi¨¦ndose estos d¨ªas sobre la trama asturiana de tr¨¢fico de explosivos que terminaron emple¨¢ndose el 11-M confirma, como m¨ªnimo, el juicio del ex secretario de Estado de Seguridad, Ignacio Astarloa, en su comparecencia de la semana pasada: efectivamente, fue "un desastre", un aut¨¦ntico "disparate" el comportamiento de algunos responsables de seguridad, que debieron haber detectado la gravedad potencial de lo que se estaba tramando.

Los datos conocidos revelan, de un lado, que en Asturias, entre 2001 y 2004, el tr¨¢fico de explosivos era considerado un problema comparable al del contrabando de tabaco, lo que hac¨ªa desde?ar el riesgo de conexi¨®n terrorista, y, de otra, que la descoordinaci¨®n entre fuerzas de seguridad, o entre sectores de un mismo cuerpo, eran moneda corriente, hasta el punto de colapsar investigaciones que pod¨ªan haber llevado a interceptar a tiempo las conexiones que hicieron posibles los atentados de marzo. Todo esto es muy grave, y no deber¨ªa banalizarse con discusiones colaterales de bajo vuelo. Hay que recordar que el objetivo central de la comisi¨®n parlamentaria no es dar o quitar la raz¨®n a uno u otro partido, sino identificar los errores cometidos y las medidas convenientes para dificultar la repetici¨®n de una tragedia como la de marzo.

Pero lo extraordinario del caso es que el PP, partido gobernante cuando ocurrieron los hechos, ha reaccionado conforme al principio "grita fuerte contra tus propios errores para que no te los reprochen": el portavoz Zaplana no s¨®lo exige una investigaci¨®n "hasta el final", sino que acusa al Gobierno del PSOE de tener miedo a hacerlo para que la gente no "relacione su victoria con los atentados". Los socialistas, dijo ayer, "tienen complejo de falta de legitimidad".

Que el 11-M influy¨® en los resultados es una posibilidad inverificable, pero defendible. Pasar de esa posibilidad a la deslegitimaci¨®n de los resultados es un salto que no dio el PP en su momento, pero que ahora tienta a muchos de sus dirigentes. El propio Zaplana dijo el domingo en Valencia que fue un "atentado teledirigido para hacernos perder las elecciones". As¨ª, lo que parec¨ªa una obsesi¨®n algo enfermiza de Acebes -la b¨²squeda de una gran conspiraci¨®n que explicase lo inexplicable- ha sido luego interiorizada incluso por personas que hab¨ªan demostrado poca tendencia a la paranoia, como Astarloa, cuya reconstrucci¨®n de lo ocurrido refuta la hip¨®tesis de la autor¨ªa de ETA.

Acebes defiende que no minti¨®, pero ni la trama asturiana ni los contactos carcelarios entre islamistas y etarras constituyen una prueba de ello. La idea de que hay que investigar m¨¢s, para que se evidencie que ETA s¨ª ten¨ªa algo que ver, est¨¢ poniendo al PP en rid¨ªculo y cre¨¢ndole dependencias t¨®xicas de la propia nube venenosa que est¨¢ inventando para tapar sus errores: cada d¨ªa espera una nueva revelaci¨®n que demuestre que en realidad no perdi¨® las elecciones y que si las perdi¨® no fue por dem¨¦ritos propios. Pero s¨ª las perdi¨®. Algo debi¨® hacer mal para que as¨ª fuera, y cuanto m¨¢s tarde en asumirlo, m¨¢s tardar¨¢ en cumplir con eficacia su papel de oposici¨®n.