Pandereta
Ha quedado visto para sentencia el juicio que, por narcotr¨¢fico, se ha seguido ante la Audiencia Provincial de C¨¢diz contra doce personas y a los que la Fiscal¨ªa les acusa, en distintos grados de participaci¨®n, de ser responsables de este delito. Hasta aqu¨ª poco hay que decir. En un Estado de Derecho, como constitucionalmente se declara Espa?a, es razonable pensar que cuando la Fiscal¨ªa sienta a alguien en el banquillo, bien sentado est¨¢. Que hay base probatoria suficiente para sostener la acusaci¨®n. Es verdad que a veces las cosas no son as¨ª. Una prueba no conseguida o unas pruebas contradictorias pueden dejar sin contenido la acusaci¨®n p¨²blica.
Sin embargo, aunque esto es as¨ª o puede serlo, lo que es dif¨ªcil de entender es que el propio fiscal en sus conclusiones se cebe en el juez instructor y diga que espera una sentencia absolutoria. Es dif¨ªcil de entender porque si el propio fiscal reconoce que no hay pruebas, pues la de cargo que sostiene en su escrito de acusaci¨®n no la ha conseguido, no parece razonable que siga manteniendo la acusaci¨®n por mucho que, en conciencia o pruebas anuladas, los considere responsables. Son las pruebas v¨¢lidas y no la conciencia las que determinan la responsabilidad de las personas.
Tampoco es admisible que se haga responsable al juez instructor de esta probable absoluci¨®n, seg¨²n afirma el fiscal. Si algo tiene el fiscal son facultades para el ejercicio de acciones en defensa del Derecho. Luego si el juez instructor ha actuado de forma que haga posible la absoluci¨®n el camino no es el de "ancha es Castilla", y largar fiesta a diestra y siniestra. Es otro. Sino es otro, mal negocio. Un negocio que viene a decir que los jueces pueden hacer lo que venga en gana, y que al fiscal solo le queda el derecho al pataleo que como se sabe, no es derecho. Claro que a lo mejor, el juez act¨²o conforme al Estado de Derecho y por esta raz¨®n no se puede fundar una acusaci¨®n por la fiscal¨ªa, con mayores esperanzas.
En fin, ?qu¨¦ pena que los inocentes se vean culpables -caso Wannikof- ; que los errores prescriban -caso Lamari- y estos jueces no recuerden porque acordaron su libertad, y que los narcos paseen sin otros problemas que enfrentar al juez instrucctor y al fiscal.
A veces, en esto de la Justicia, no se si el Estado es Derecho o de pandereta.
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