El im¨¢n, la mujer y la vara
Cuando, por esos mundos que visito, explico que en Espa?a hemos condenado a un im¨¢n por incitaci¨®n al maltrato a la mujer y que ir¨¢ a la c¨¢rcel, la sorpresa y la admiraci¨®n son casi un¨¢nimes. Como si fuera una gran osad¨ªa, una especie de heroicidad democr¨¢tica, atreverse (y escribo el verbo con toda la cursiva que le ponen mis interlocutores) a juzgar, condenar y encarcelar un im¨¢n cuyo ¨²nico delito es escribir un libro contra la mujer. Como si fuera sorprendente en la narrativa islamista encontrar textos mis¨®ginos. Adem¨¢s, ese miedo a cuestionar textos isl¨¢micos... Desde que el mundo se trag¨® sin aditivos el enorme sapo de la condena a muerte planetaria contra Salman Rushdie y, lejos de situar Ir¨¢n en el plano criminal que merec¨ªa, nos limitamos a camuflar con barba y bigote al condenado, desde entonces cedimos muchos pueblos a la impunidad de la violencia. ?No nacen de estas nuestras miserias los monstruos que asesinaron al cineasta Van Gogh? En el caso de la mujer, es flagrante la impunidad con que, en nombre del islam, se esclaviza, se maltrata y se violenta a la mujer, con millones de ellas sometidas a reg¨ªmenes pol¨ªticos totalitarios que las desprecian hasta el paroxismo. Dios, entendido como un concepto trascendente espiritual e ¨ªntimo, ?qu¨¦ tiene que ver con el dominio, el abuso, el maltrato, el sexismo criminal? Sea ese dios el Dios cristiano -tambi¨¦n tan mis¨®gino a lo largo de la historia-, sea Al¨¢ o sea el dios de la Torah. Pero sin embargo en nombre de Dios, en pleno siglo XXI, la mujer es vilipendiada, despreciada, humillada, maltratada e, incluso, condenada a muerte. Con total impunidad. Como si fuera una costumbre natural de algunos pueblos. Como si fuera una de esas tradiciones b¨¢rbaras antip¨¢ticas e inc¨®modas que, sin embargo, toleramos por el bien de la cultura antropol¨®gica. Tambi¨¦n lleg¨® a ser una s¨®lida costumbre la humillaci¨®n criminal contra los negros. Tambi¨¦n existieron c¨®digos penales y civiles que negaban sus derechos y violentaban sus vidas. Y hoy ya sabemos que el racismo es criminal. Sin embargo, ?por qu¨¦ el est¨®mago del mundo, que no tolerar¨ªa otra Sur¨¢frica racista, tolera, deglute y hasta naturaliza una Arabia Saud¨ª? ?Es el dominio de las mujeres menos criminal que el dominio de los negros?
De esa impunidad con que, en nombre del islam, se maltrata a la mujer nacen personajes como Mohamed Kamal Mustaf¨¢, el ¨ªnclito im¨¢n de Fuengirola que public¨® el libro La mujer en el islam, donde la mujer es tratada con todo el desprecio del machismo violento: "la opini¨®n de un hombre vale por la de dos mujeres", "se puede escuchar a una mujer, pero no es necesario tenerla en cuenta", etc¨¦tera, hasta llegar al cap¨ªtulo donde explica c¨®mo pegar a la "mujer d¨ªscola" sin dejar rastros. Golpes de varas finas en manos y pies, no dejar se?ales..., en fin, el manual del buen maltratador compasivo. Fui yo quien inici¨® la denuncia p¨²blica contra Kamal, convencida de que su condena era fundamental para acabar con la impunidad. Kamal no es un l¨ªder religioso cuando escribe todo esto en nombre de Al¨¢. Es, C¨®digo Penal espa?ol en mano, un delincuente. Un delincuente que fomenta el maltrato contra la mujer en un pa¨ªs, Espa?a, donde este a?o llevamos 60 mujeres muertas a manos de sus parejas. De la misma forma que un im¨¢n que predica la yihad en la mezquita no es un religioso, sino un terrorista, un im¨¢n sexista es, sencillamente, un apologista de la violencia.
De ah¨ª que su entrada en la c¨¢rcel sea imprescindible para dejar muy n¨ªtidas las fronteras entre Dios y el delito, entre la honda espiritualidad de lo trascendente y la miserable trascendencia de lo violento; para decirle al islam, como antes hicimos con la Iglesia cat¨®lica, que Dios no puede ser una excusa para el dominio. Sin embargo, hay un intento por parte de distintas organizaciones de evitar la c¨¢rcel de Kamal present¨¢ndolo como v¨ªctima de no se sabe qu¨¦ conspiraci¨®n antiisl¨¢mica. Cinco mil firmas para pedir su indulto, una manifestaci¨®n para hoy, ayuno voluntario de fieles, solidaridad de la Asociaci¨®n Isl¨¢mica Al-Andalus, etc¨¦tera, y el im¨¢n que no se retracta de nada de lo dicho. Quiz¨¢ lo peor es esto, el poco sentido solidario, justo y cr¨ªtico que tienen muchas organizaciones vinculadas al islam en la propia Espa?a. Se solidarizan con el l¨ªder sexista y no con las mujeres a las que incita a pegar. Ayunan por el "vejador de mujeres" (expresi¨®n de la propia fiscal¨ªa) y nunca lo han hecho por las mujeres sin rostro y sin derechos que habitan en los fascismos teocr¨¢ticos isl¨¢micos. ?No son ellas islam? ?Es m¨¢s islam un im¨¢n sexista que desprecia a las mujeres, que las mujeres sometidas que sufren sus ense?anzas? Puede que todos estos que ayunan, se manifiestan, firman y protestan digan que lo hacen a favor del islam, pero es incierto. Lo hacen a favor de un islam de dominio, machista, irredento y violento. Un islam que va contra sus propias mujeres. Es decir, en nombre del islam, acaban siendo sus propios enemigos.
Apelaci¨®n directa a F¨¦lix Herrero, presidente de la Asociaci¨®n Isl¨¢mica Al-Andalus, o a Lorenzo Rodr¨ªguez, coordinador de la Plataforma para el Di¨¢logo Interreligioso, o tantos que, en cualquier pa¨ªs, convierten a los Kamal en m¨¢rtires, contribuyendo a una visi¨®n d¨¦spota de una religi¨®n y una cultura. La tolerancia, la comprensi¨®n, el di¨¢logo entre pueblos y religiones no se producen defendiendo a torturadores de mujeres. Se producen rechazando el uso perverso del nombre de Dios para vejar, maltratar, ense?ar en el desprecio y extender el dolor que todo dominio comporta. Defendiendo a los Kamal, ustedes dejan a sus mujeres en la m¨¢s absoluta indefensi¨®n. Es decir, en nombre de la tolerancia, avalan y consolidan la intolerancia. La solidaridad con el verdugo es el refugio de la maldad.
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