Por qu¨¦ en el Senado
Uno de los mayores errores que cometimos en mis a?os de ejercicio pol¨ªtico en el Pa¨ªs Vasco se refiere a la confrontaci¨®n que mantuvimos al implantar el uso del euskera en las instituciones vascas. Quiero aclarar que no me refiero al objetivo en s¨ª, que considero acertado, sino al modo como hicimos el desarrollo del proceso: a trav¨¦s de un debate politizado en extremo. La radicalidad de unos y otros nos llev¨® a olvidar que la lengua evoca en el interior de las personas fuerzas emocionales probablemente superiores a las que alcanzan a conmover la mayor parte de los asuntos p¨²blicos. Muy pocos elementos de debate a¨²nan de modo tan claro factores econ¨®micos, demogr¨¢ficos y sociales, problemas de gesti¨®n y trabajo pol¨ªtico junto a pedazos insustituibles de la historia personal y de la cultura compartida.
Hago esta reflexi¨®n desde mi actual responsabilidad como presidente del Senado, una sede parlamentaria que, dentro de su esfuerzo por cumplir mejor la funci¨®n de C¨¢mara territorial que le impone la Constituci¨®n, est¨¢ avanzando hacia el uso generalizado de las lenguas auton¨®micas en sus debates.
Cr¨¦anme cuando les digo que pocos asuntos sociales se prestan tanto a la demagogia y a la confusi¨®n como ¨¦ste. Y cr¨¦anme tambi¨¦n si les digo que pocas veces habr¨¢ merecido la pena un esfuerzo de consenso y sutileza en el manejo de lo p¨²blico como en esta ocasi¨®n. Debemos acertar en la gesti¨®n del patrimonio ling¨¹¨ªstico com¨²n de todos y para todos los espa?oles.
Para demostrar lo f¨¢cil que es caer en la trampa de la confusi¨®n en este asunto quiero relatar una experiencia de una de mis hijas. Ella, como tantas j¨®venes vascas, transita con toda normalidad desde el castellano al euskera, y eso hizo cuando se encontr¨® a una compa?era de estudios bilba¨ªna en el metro de Madrid hace un tiempo. Ambas se saludaron en la lengua vasca. Es curioso c¨®mo uno siempre contin¨²a usando en sus conversaciones con una persona la lengua que utiliz¨® en su primer encuentro con ¨¦sta.
De modo que mi hija habl¨® con su compa?era en euskera, o al menos eso intent¨® hacer hasta que result¨® interrumpida con toda crudeza por varios viajeros que comenzaron a insultarlas. Las comparaban, nada m¨¢s y nada menos, que con los c¨®mplices de ETA. Finalmente, otras personas m¨¢s cultas y respetuosas intervinieron en el incidente defendiendo a las dos chicas.
Este suceso refuerza mi convicci¨®n de que los responsables p¨²blicos debemos convencer a nuestros conciudadanos de que las lenguas que se hablan en nuestras diversas regiones y nacionalidades son patrimonio de todos los espa?oles, son lenguas constitucionales que usan y disfrutan algunas comunidades aut¨®nomas.
Por eso me sent¨ª especialmente satisfecho cuando, el 25 de mayo de 2004, el Senado aprob¨® por unanimidad una moci¨®n instando a la C¨¢mara a reformar su Reglamento para hacer posible la utilizaci¨®n en esta sede parlamentaria de cualquiera de las lenguas que tienen car¨¢cter oficial en alguna de las comunidades aut¨®nomas. La iniciativa del Grupo Catal¨¢n de Converg¨¨ncia i Uni¨®, los nacionalistas vascos y el Grupo Mixto coincide con mi propuesta, anunciada a las pocas jornadas de resultar elegido presidente de la C¨¢mara.
Siguiendo la indicaci¨®n de aquella moci¨®n de la C¨¢mara, solicit¨¦ a los servicios jur¨ªdicos del Senado un informe t¨¦cnico sobre c¨®mo poner en pr¨¢ctica el uso de las lenguas auton¨®micas. A comienzos del mes de octubre he hecho llegar a todos los grupos pol¨ªticos del Senado el informe. Sus recomendaciones han sido acogidas muy positivamente. Los servicios jur¨ªdicos de la C¨¢mara aconsejan empezar implantando la utilizaci¨®n de las lenguas auton¨®micas en la mayor de las comisiones del Senado, la que est¨¢ m¨¢s claramente marcada por el car¨¢cter territorial de la C¨¢mara, la Comisi¨®n General de las Comunidades Aut¨®nomas, lugar donde acuden los Gobiernos aut¨®nomos a debatir. Y tambi¨¦n en la p¨¢gina web del Senado.
Estoy seguro de que m¨¢s all¨¢ de este primer paso nos aguarda un enriquecedor debate, en el cual se pondr¨¢n de manifiesto diferencias entre las fuerzas pol¨ªticas. Este debate se incorporar¨¢ a otro m¨¢s gen¨¦rico y de gran calado: el de la reforma de la C¨¢mara. Porque para profundizar en el uso de las lenguas auton¨®micas en el Senado es necesario hacerlo en el car¨¢cter territorial de esta sede parlamentaria. En otras palabras, antes de ir m¨¢s all¨¢ en este camino tenemos que ponernos de acuerdo en el modelo de Senado que queremos.
Hasta ahora, el diagn¨®stico es lo ¨²nico que est¨¢ claro: el Senado cumple como segunda C¨¢mara y queremos que se perfeccione como C¨¢mara territorial, reflejo de la Espa?a de hoy. Es m¨¢s necesario que nunca integrar en un sentido com¨²n el impulso de cada una de las comunidades aut¨®nomas. Falta por saber cu¨¢l ser¨¢ el dise?o final, aunque una cosa s¨ª sabemos, que ser¨¢ resultado del consenso o no ser¨¢.
Es propio de cualquiera de los Estados descentralizados de nuestro entorno el disponer de una C¨¢mara territorial que integre a las nacionalidades o regiones en la formaci¨®n de la voluntad del conjunto del Estado. Convendr¨¢ el lector conmigo en que, precisamente en coherencia con ese car¨¢cter territorial, es el Senado, un Senado con verdadero peso espec¨ªfico, el que deber¨ªa ejercer como C¨¢mara de primera lectura en la labor legislativa y de control al Gobierno referidas a los asuntos auton¨®micos. Es en ese Senado, y no en el Congreso, donde deber¨ªa convertirse en normal el uso de las lenguas auton¨®micas.
Dec¨ªa el gran ling¨¹ista y director de la Real Academia Espa?ola L¨¢zaro Carreter que la lengua "es el m¨¢s elemental y a la vez imprescindible factor de cohesi¨®n social". En la d¨¦cada de los setenta, cuando Franco impon¨ªa el castellano, L¨¢zaro Carreter fue catedr¨¢tico en Salamanca. Tambi¨¦n por aquellos a?os fue catedr¨¢tico, en la misma Universidad de Salamanca, el creador de la moderna gram¨¢tica vasca, Koldo Mitxelena.
No s¨¦ qu¨¦ pensar¨ªan a este respecto L¨¢zaro Carreter o Mitxelena, y nada m¨¢s lejos de mi intenci¨®n que forzar su memoria. Pero s¨ª me gustar¨ªa expresar mi deseo de que el Senado sea capaz de acoger, como la Universidad de Salamanca, lo mejor de cada lengua. El ejemplo de la Universidad de Salamanca no es gratuito: me gustar¨ªa expresar mi deseo de que entre todos encontremos las v¨ªas para superar los ¨²ltimos restos hist¨®ricos de aquel trayecto de intolerancia que quiso hacer tabla rasa en nuestra historia olvidando la diversidad de nuestros pueblos. En suma, me gustar¨ªa que hoy, en el Senado, la diversidad de las lenguas sea un factor de cohesi¨®n social y orgullo de nuestro patrimonio cultural.
Javier Rojo es presidente del Senado.
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