Reyes, sexos, lenguas
Despu¨¦s de largos a?os en los que el Partido Popular convirti¨® la intangibilidad de la Constituci¨®n en un formidable dogma pol¨ªtico, el 14 de marzo Rodr¨ªguez Zapatero y el PSOE se alzaron victoriosos con un programa electoral que promete hasta cuatro reformas constitucionales: "Reforma del Senado, inclusi¨®n en la Constituci¨®n de la denominaci¨®n oficial de las comunidades y ciudades aut¨®nomas, referencia a la Constituci¨®n europea y reforma de las normas de sucesi¨®n en la Jefatura del Estado para adecuarlas al principio de igualdad entre hombre y mujer". De todas ellas, sin duda la que concita mayor grado de consenso es la referida a las normas de sucesi¨®n en la Corona. Seg¨²n el art¨ªculo 57 de la Constituci¨®n, "la sucesi¨®n en el trono seguir¨¢ el orden regular de primogenitura y representaci¨®n, siendo preferida siempre la l¨ªnea anterior a las posteriores; en la misma l¨ªnea, el grado m¨¢s pr¨®ximo al m¨¢s remoto; en el mismo grado, el var¨®n a la mujer, y en el mismo sexo, la persona de m¨¢s edad a la de menos". La preferencia por el var¨®n ante la mujer en las normas de sucesi¨®n colisiona ciertamente con la igualdad ante la ley que proclama el art¨ªculo 14, seg¨²n el cual nadie puede ser discriminado "por raz¨®n de nacimiento, raza, sexo, religi¨®n, opini¨®n o cualquier otra circunstancia personal o social", y esto lo ve as¨ª todo nuestro espectro parlamentario, que parece bien decidido a prestar su apoyo al Gobierno en este supuesto concreto de reforma para poner fin a un aut¨¦ntico desprop¨®sito. (En este punto cabe notar, por cierto, que la reforma no deber¨¢ afectar s¨®lo al art¨ªculo 57, sino tambi¨¦n a todos aquellos en que se regula la figura del "Rey", dando por supuesta su condici¨®n de var¨®n).
La determinaci¨®n de adecuar las normas constitucionales de sucesi¨®n en la Jefatura del Estado al principio constitucional de igualdad plantea la oportunidad de revisar otros aspectos de la Corona que pueden ser mejorables dentro de los mismos par¨¢metros constitucionales. Uno de ellos entronca muy bien con los prop¨®sitos manifestados por Zapatero antes y despu¨¦s de las elecciones como concreci¨®n de su apuesta por esa Espa?a plural "a la que la historia y la voluntad de los ciudadanos han enriquecido con sentimientos, lenguas, culturas y tradiciones distintas". Al t¨¦rmino de sus vacaciones en Menorca, el presidente del Gobierno lo manifest¨® claramente: "Todas las lenguas de Espa?a han de ser defendidas porque todas son nuestras y porque son un valor que enriquece al pa¨ªs". Pues bien, siendo la Corona la m¨¢s alta representaci¨®n del Estado, "s¨ªmbolo de su unidad y su permanencia", ?por qu¨¦ no empezar por ah¨ª en la tarea de defender todas nuestras lenguas?
La actual preferencia constitucional por el hombre ante la mujer en las normas de sucesi¨®n a la Corona es del mismo tipo que la preferencia por el castellano ante las dem¨¢s lenguas espa?olas que ha practicado y practica la Corona. Se podr¨¢ alegar que la Constituci¨®n no establece la igualdad de las lenguas como s¨ª hace con los sexos, y que en cambio proclama la exclusividad del castellano como lengua espa?ola oficial del Estado. Pero no deber¨ªa olvidarse que en el pre¨¢mbulo de la Constituci¨®n la "Naci¨®n espa?ola", de la cual el Rey es el m¨¢ximo representante, proclama su voluntad de "proteger a todos los espa?oles y los pueblos de Espa?a en el ejercicio de sus culturas y tradiciones, lenguas e instituciones"; ni que el art¨ªculo 3.2 establece la oficialidad de las lenguas diferentes del castellano en las comunidades aut¨®nomas respectivas, de modo vinculante para todos los poderes p¨²blicos; ni que el 3.3 fija un mandato de "respeto y protecci¨®n" para el rico patrimonio ling¨¹¨ªstico espa?ol que se supone dirigido tambi¨¦n a la m¨¢s alta instituci¨®n del Estado.
En detrimento de estos principios y preceptos constitucionales, la apuesta exclusiva de la Corona por el castellano es clara. Dos ejemplos concretos bastar¨¢n. El primero es la p¨¢gina web de la Casa Real, que se puede consultar en castellano... y en ingl¨¦s, pero en ninguna de las dem¨¢s lenguas espa?olas. Contr¨¢stese esta p¨¢gina web con la de la Casa Real de B¨¦lgica, que no s¨®lo puede leerse en franc¨¦s y neerland¨¦s, sino tambi¨¦n en alem¨¢n, una lengua que habla menos del 1% de los ciudadanos belgas. El segundo ejemplo es el enlace real entre el pr¨ªncipe de Asturias y do?a Letizia Ortiz, que se celebr¨® exactamente como si el castellano fuera la ¨²nica lengua de Espa?a. Ni siquiera hubo un rinconcito testimonial para el asturiano, lengua de una comunidad con la que ambos contrayentes mantienen v¨ªnculos evidentes. Contr¨¢stese una vez m¨¢s esta boda con la del hom¨®nimo belga de don Felipe, en la que se utilizaron con plena normalidad las tres lenguas oficiales del pa¨ªs.
La perspectiva de una reforma constitucional que afectar¨¢ a la Corona, unida a la perspectiva de una pr¨®xima sucesi¨®n en la Jefatura del Estado -que supondr¨¢ la entronizaci¨®n de un Rey libre de toda r¨¦mora franquista- constituye el momento adecuado para que la m¨¢s alta instituci¨®n del Estado adopte el pluralismo ling¨¹¨ªstico y se convierta incluso en un modelo para otras instituciones. ?En qu¨¦ deber¨ªa consistir la adopci¨®n del pluralismo? ?Qu¨¦ lenguas deber¨ªan afectar? Por lo que respecta a las lenguas, y dando por supuesta la presencia irrenunciable del castellano, habr¨ªa que trazar una distinci¨®n entre las otras tres grandes lenguas de Espa?a, que adem¨¢s son oficiales en varias comunidades aut¨®nomas de acuerdo con sus estatutos (el catal¨¢n / valenciano, el gallego y el euskera), y otras lenguas m¨¢s peque?as que no tienen reconocida estatutariamente la condici¨®n de oficiales (el aragon¨¦s, el asturiano y el occitano del Valle de Ar¨¢n). De modo realista, no todo lo que se reclame para el catal¨¢n / valenciano, el gallego y el euskera podr¨¢ ser concedido tambi¨¦n a las dem¨¢s lenguas, que sin embargo no deben quedar privadas nunca de los beneficios constitucionales del "respeto y la protecci¨®n". ?Y qu¨¦ es lo que se reclama? Pues lo que en otras democracias pluriling¨¹es m¨¢s avanzadas que la nuestra no constituyen sino obviedades: por ejemplo, que en sus alocuciones dirigidas a todos los espa?oles, los miembros de la familia real, empezando por el Rey, utilicen las cuatro lenguas; que en sus estancias en las comunidades aut¨®nomas pertinentes utilicen la lengua propia diferente del castellano de acuerdo con la legislaci¨®n correspondiente (en el caso de Catalu?a, el catal¨¢n debe ser la lengua "preferente" de la Administraci¨®n del Estado, categor¨ªa en la cual cabr¨ªa incluir a la Corona); que en sus relaciones con los ciudadanos y los organismos p¨²blicos y privados la Corona opte por la lengua oficial espa?ola escogida por ¨¦stos, etc¨¦tera. La pol¨ªtica comparada, pero tambi¨¦n un sentido ecu¨¢nime de justicia ling¨¹¨ªstica, pueden proporcionar un modelo detallado de cu¨¢l debe ser el comportamiento de la Corona en un Estado que ex constitutione se caracteriza por la pluralidad ling¨¹¨ªstica y en el que los poderes p¨²blicos tienen encomendada la misi¨®n de protegerla.
La objeci¨®n a estos planteamientos es la previsible. Si todos los espa?oles sabemos castellano y nos entendemos perfectamente en esta lengua, ?qu¨¦ necesidad hay de adentrarse en la senda del pluralismo ling¨¹¨ªstico, pol¨ªticamente arriesgada y econ¨®micamente costosa? Una vez m¨¢s, la respuesta debe ser clara. Las llamadas al pluralismo ling¨¹¨ªstico no pretenden resolver problemas de comunicaci¨®n; pretenden resolver problemas de reconocimiento: una cosa es que todos los espa?oles sepamos castellano y otra muy distinta que el castellano sea la lengua propia de todos los espa?oles. Los espa?oles que sabemos perfectamente el castellano, pero no lo consideramos nuestra lengua, queremos ser reconocidos como lo son nuestros conciudadanos que s¨ª lo tienen como propio. Acaso contra la historia, el reto que se plantea ahora no es otro que el de cohesionar el Estado sin menoscabo de su secular diversidad interna. Justamente el empe?o de Zapatero en su firme defensa de la Espa?a plural.
Albert Branchadell es profesor de la Universitat Aut¨°noma de Barcelona y presidente de la Organizaci¨®n por el Multiling¨¹ismo.
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